T.S.Eliot: Canto de amor de J. Alfred Prufrock
Traducción
de Pablo Ingberg:
S’io credessi che mia risposta fosse
a persona che mai tornasse al mondo,
questa fiamma staria senza più scosse.
Ma per ciò che giammai di questo fondo
non tornò vivo alcun, s’i’odo il vero,
senza tema d’infamia ti rispondo.
Vayamos
pues, tú y yo,
Cuando
el crepúsculo se extiende contra el cielo
Como
un paciente eterizado en una mesa;
Vayamos,
por algunas calles semidesiertas,
Murmurantes
refugios
De
noches mal dormidas en hoteles de paso
Y
restaurantes con serrín y restos de ostras:
Calles
que continúan como una discusión aburridísima
Con
el propósito insidioso
De
conducirte a una pregunta abrumadora...
Ah,
no preguntes, “¿Cuál es?”
Vayámonos
a hacer nuestra visita.
En
la sala las mujeres van y vienen
Mientras
conversan sobre Miguel Ángel.
La
niebla amarillenta que restriega su lomo en las ventanas,
El
humo amarillento que restriega su hocico en las ventanas,
Sacó
la lengua hacia las varias esquinas del crepúsculo,
Se
demoró sobre los charcos estancados en torno a los desagües,
Dejó
caer sobre su lomo el hollín que hacen caer las chimeneas,
Se
deslizó por la terraza, dio un salto repentino,
Y
al ver que era una suave nochecita de octubre,
Se
enruló en torno a la casa, y se quedó dormido.
Y
por cierto habrá tiempo
Para
el humo amarillento que resbala a lo largo de la calle
Restregándose
el lomo en las ventanas;
Habrá
tiempo, habrá tiempo
De
preparar una cara para encontrar las caras que te encuentras;
Habrá
tiempo de matar y de crear,
Y
tiempo para todos los días de las manos
Que
levantan y vuelcan en tu plato una pregunta;
Tiempo
para ti y tiempo para mí,
Y
tiempo todavía para cien indecisiones
Y
tiempo para cien visiones y revisiones
Antes
de dedicarse a la tostada y el té.
En
la sala las mujeres van y vienen
Mientras
conversan sobre Miguel Ángel.
Y
por cierto habrá tiempo
De
preguntar, “¿Me atrevo?” y, “¿Me atrevo?”
Tiempo
de volverse y bajar las escaleras,
Con
un claro de calvicie en medio de mi pelo −
(Dirán:
“¡Cómo le está raleando el pelo!”)
Mi
saco, el cuello duro subiéndoseme firme a la barbilla,
Mi
corbata cara y sobria, pero sujeta por un simple alfiler −
(Dirán:
“¡Pero qué flacos sus brazos y sus piernas!”)
¿Me
atrevo a perturbar el universo?
En
un minuto hay tiempo
Para
decisiones y revisiones que un minuto habrá de revertir.
Pues
las he conocido ya todas, conocido todas −
He
conocido los crepúsculos, mañanas, tardes,
He
medido mi vida en cucharitas de café;
Yo
conozco las voces que agonizan en caída agonizante
Bajo
la música de un cuarto alejado.
¿Cómo
pues aventurarme?
Y
he conocido ya los ojos, conocido todos −
Los
ojos que te fijan a una fórmula,
Y
una vez formulado, repantigándome en un alfiler,
Una
vez ya pinchado a la pared y retorciéndome,
¿Cómo
empezar entonces
A
escupir todas las colillas de mis días y vías?
¿Y
cómo aventurarme?
Y
he conocido ya los brazos, conocido todos −
Los
brazos enjoyados y blancos y desnudos
(Pero
a la luz de la lámpara, ¡con un vello castaño!)
¿Es
el perfume acaso de un vestido
Lo
que me impulsa así a la digresión?
Los
brazos que reposan a lo largo de la mesa, o se envuelven en un chal.
¿Y
habría pues de aventurarme?
¿Y
cómo comenzar?
Voy
a decir, pasé al oscurecer por unas calles angostas
Y
miré el humo que sube de las pipas
De
hombres solos en mangas de camisa, asomados a ventanas?...
Yo
debiera haber sido un par de garras deshechas
que
barrenara el fondo de mares silenciosos.
. . . . .
Y
la tarde, el crepúsculo, ¡duerme tan plácidamente!
Alisada
por unos largos dedos,
Dormida...
fatigada... o finge estar enferma,
Estirada
en el piso, aquí junto a nosotros.
¿Habría,
tras el té y las masas y el helado,
De
tener el valor de forzar el momento hasta su crisis?
Pero
aunque yo he llorado y ayunado, llorado y rezado,
Aunque
vi mi cabeza (ligeramente calva) traída en una bandeja,
No
soy ningún profeta − y esto no es gran
cosa;
He
visto mi momento de grandeza parpadear como una llama,
Y
he visto al eterno Lacayo sostenerme el abrigo, y reír entre dientes,
Y
en suma, tuve miedo.
¿Y
acaso habría valido al fin la pena, sí, después de todo,
Después
ya de las tazas, la mermelada, el té,
Entre
la porcelana, entre un poco de charla tuya y mía,
Acaso
habría valido al fin la pena,
Haber
cortado de un mordisco la cuestión mediante una sonrisa,
Haber
aprisionado el universo hasta hacerlo una bola
Para
echarlo a rodar hacia alguna pregunta abrumadora,
Para
decir: “Soy Lázaro, venido aquí de entre los muertos,
Vuelto
para contarles todo a ustedes, voy a contarles todo” −
Si
alguna, acomodándose una almohada junto a la cabeza
Dijera:
“Eso no es lo que quise decir en absoluto.
No
es eso, en absoluto”?
¿Y
acaso habría valido al fin la pena, sí, después de todo,
Acaso
habría valido al fin la pena,
Después
de los ocasos y jardines y las calles regadas,
Después
de las novelas, de las tazas de té, después de las polleras que se
arrastran
por el suelo −
Y
esto, y tanto más?−
¡Imposible
decir exactamente lo que quiero decir!
Pero
como si arrojara una linterna mágica los nervios en gráficos contra
una
pantalla:
¿Acaso
habría valido al fin la pena
Si
alguna, acomodándose una almohada o arrojando un chal,
Y
girando en dirección a la ventana, dijera:
“No
es eso en absoluto,
No
es eso lo que quise decir, en absoluto.”?
. . . . .
¡No!
Yo no soy ningún príncipe Hamlet, y no se suponía que lo fuera;
Soy
un noble del séquito, alguno que podrá
rellenar
un desarrollo, iniciar una escena o tal vez dos,
Aconsejar
al príncipe; sin duda, un instrumento fácil,
Deferente,
contento de ser útil,
Cauto,
político, y meticuloso;
Lleno
de frases elevadas, pero un poco obtuso;
A
veces, la verdad, casi ridículo −
Casi,
a veces, el Bufón.
Envejezco...
Envejezco...
Tendré
que arremangar mis pantalones.
¿Tendré
que repartir mi pelo desde atrás? ¿Me atrevo a comerme un
durazno?
Voy
a ponerme pantalones blancos de franela, y caminar por la playa.
He
escuchado cantar a las sirenas, entre ellas.
Yo
no creo que vayan a cantar para mí.
Las
he visto cabalgar mar adentro las olas
Peinando
el pelo blanco de las olas soplado hacia atrás
Cuando
el viento sopla el agua blanca y negra.
Nos
hemos demorado en las cámaras del mar
Junto
a muchachas del mar coronadas de algas rojas y castañas
Hasta que nos
despierten unas voces humanas, y nos ahoguemos.
*Material extractado de: http://www.pabloingberg.com.ar/pdf/traduccion-breves/Eliot-Prufrock2.pdf
Etiquetas: TS Eliot
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home