José Cedrón: Dos poemas
*
Fue
de noche, tan frío, entre columnas anchas
después
de habernos dado en la boca
en
los dientes
como
un temblor nos vimos,
había
tanto y poco como en este presente
pasado
sin saber.
Recogimos
vestido para el viaje,
resistente
vitualla, zapatos que duraran
la
pasión del camino, días y noches semejantes.
Nos
llevamos las cartas, los planos, embarcamos
y
nunca imaginamos que aquellas pertenencias
fundarían
ciudades, darían hijos, vientos,
estaciones
de lluvia.
Aquello
que era apenas una ilusión formada
a
orillas de tu cama –donde pasan los ríos de un país–
crearía
un delirio jamás domesticado.
Nunca
pensé que fueras un espesor de sombras
que
turbara los ojos,
el
matiz de una ausencia que no puede escribirse.
Pasamos
turbulencias, el azar intrigaba
yo
tenía gitanas en mis manos
cruzaban
por sus líneas
y
eran como el olvido
que
venía a buscarnos
y
nunca supo nada de nosotros.
Puerto de Veracruz, México
*
La propuesta
Podemos
conocernos, viajar tres mil kilómetros,
diez
mil, o tantos más.
No
quiero ir a la luna.
Allí
hace falta mucho entrenamiento,
equilibrio
en la dieta y en los gestos,
educar
al silencio,
aprender
a comer, a caminar.
Respirar
solo.
Quedemos
aquí, donde lo que se lleva y trae
el
viento,
una
que otra esperanza.
Cosas
que todavía pueden ser soñadas.
Aquí
tenemos árboles, canciones,
las
orillas del mar.
La
suerte viva.
Quedemos
aquí: la piel, las manos libres.
Pongamos
esa música y te invito a bailar.
A la
luna se viaja en los boleros.
Etiquetas: José Cedrón
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