Alicia Genovese: Las mujeres escribimos a la sombra de Sor Juana
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"Las mujeres escribimos a la sombra de Sor Juana"
Alicia Genovese, ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, escribió a mediados de los '90 La doble voz: poetas argentinas contemporáneas que acaba de reeditar Eduvim. Un diálogo sobre la condición femenina y la escritura.
Ver el conflicto con el lenguaje y con el espacio social de enunciación en la obra poética de cinco mujeres. Pero ver también cómo, cada una a su manera resuelve ese conflicto a través de sus textos. Eso fue lo que indagó Alicia Genovese a mediados de los '90 a través de los trabajos de Irene Gruss, Tamara Kamenszain, Diana Bellessi, María del Carmen Colombo y Mirta Rosenberg. Inicialmente, fue la tesis del doctorado que cursó en la Universidad de Florida, en Estados Unidos. Después, a mediados de los '90, se convirtió en libro y se llamó La doble voz: poetas argentinas contemporáneas. Si bien hubo en ese momento cierta reticencia por parte de la crítica (nunca ha sido fácil escribir desde una postura orgullosamente feminista y, a la vez, teóricamente rigurosa), el texto fue encontrando sus lectores en la academia y en otros espacios. Por otra parte, las poetas seleccionadas resultan las consagradas de ahora, esas mujeres insoslayables en el momento de construir un panorama actual de la escritura. Así es como La doble voz acaba de ser reeditado por Eduvim, la editorial universitaria de Villa María. De manera paralela, Genovese recibió una noticia que la sitúa a ella en el mismo lugar que sus compañeras de ruta. Porque con su poemario La contingencia (que en nuestro país editará Gog y Magog) obtuvo el Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en el rubro poesía, que reconoce el trabajo literario de mujeres de lengua española de América Latina y el Caribe. Esta poeta y ensayista es autora de más de diez libros y el año pasado Ruinas Circulares editó su antología personal El río anterior.
-¿Cuál es la exploración que hacés en La contingencia?
-Es un libro cuya escritura comienza en un momento de la intimidad tocado por la pérdida de seres queridos, ligados a mí por lazos entrañables. Es un momento en el que fui encontrando modos de recomponerme y en el camino fue creándose una cercanía con ciertos elementos primordiales de la naturaleza: agua, barro, aire. La contingencia alude a aquello que sucedió y que no era esperable entonces, pero también a aquello que sucede y nos desvía de lo previsible, ese elemento disruptivo que nos otorga lo nuevo. Hace poco, mucho después de que este libro estuviese terminado, leí sobre una nueva tendencia filosófica realista y especulativa, que presta atención justamente a la contingencia, a eso que sucede más allá de nosotros y del repertorio de lo previsible. Leer sobre eso me confirma la idea de que la poesía puede pensar las mismas necesidades de la época desde una percepción distinta. Y como decíamos antes, La doble voz estaba en imprenta cuando me llamaron por teléfono desde México para avisarme que había ganado el Sor Juana Inés de la Cruz. Un premio que me dio mucho orgullo; entre otras cosas, por el nombre.
-¿Por qué?
-Me siento identificada con Sor Juana. Es una mujer que conquistó su lugar de saber en el siglo XVII dando una gran pelea con el mundo patriarcal, que le impedía estudiar. Todas las mujeres que escribimos, lo hacemos a su sombra, por lo menos en Latinoamérica. Además, su poesía es absolutamente erótica y escandalosa, aunque todavía no está suficientemente leída en esa dimensión. La Respuesta a Sor Filotea de la Cruz me parece una pieza maravillosa. El discurso masculino religioso es el centro de su reflexión intelectual en ese texto; la carta está en realidad dirigida al obispo de Puebla, la mayor autoridad religiosa en la Colonia, y en ella cuestiona la palabra bíblica, la sentencia de San Pablo Apóstol que manda a callar a las mujeres en la Iglesia. Hay en la Respuesta una primera voz que intenta mostrarse recatada en su hábito de religiosa, pero no resigna su inteligencia, su sagacidad.
-Esa marca también está presente en un tramo de La doble voz ¿Cómo surgió el libro?
-Tenía que escribir una tesis de doctorado, que inicialmente iba a ser sobre narradoras latinoamericanas. Volví de Estados Unidos a fines de 1989 con toda la investigación y un proyecto aprobado para escribir esa tesis. También volví embarazada de mi hija Cecilia. El asunto es que aquí empecé a reencontrarme con poetas y a escribir poesía, algo que no había hecho en Florida. O sea, no me podía a escribir la tesis porque empecé a estar tomada por la escritura de poesía. Al fin Andrés Avellaneda, mi tutor de tesis –argentino, radicado allá- me dijo que quizás tenía que cambiar de tema. No fue fácil pero finalmente hice una selección de poetas que no fueron ni son las únicas, pero cuya escritura ha demostrado su poder. Y un recorte temporal, desde 1983 a 1993, que abarcaba básicamente diez años a partir del retorno de la democracia.
-¿Cómo definís el concepto de 'doble voz'?
- Considero que en estas cinco mujeres aparece una primera voz que está relacionada con el dominio de la escritura poética, con el oficio de la poesía, que las hace incuestionables como poetas, que incluso las puede asociar con alguna de las tendencias que caracterizan la época. Pero además de esa primera voz, vinculada a un saber hacer, hay una segunda voz que marca un plus en sus textos, una diferencia. Esa segunda voz habla desde una zona "salvaje", inexplorada, no enunciada por la cultura. Esa segunda voz da cuenta también del lugar de enunciación de una mujer escritora. Es decir, desde dónde se para una mujer para escribir. Esa mujer, y sobre todo en esa época tiene que ir en contra del discurso masculino dentro de la literatura y la crítica literaria.
-En el libro también decís: "la doble voz, la segunda voz (...), se gesta precisamente en la situación de enunciación que coloca a una mujer escritora frente a su escritura e indirecta, pero innegablemente, frente a la cultura a la cual pertenece".
-Es que para articular su voz, cada mujer necesita desarticular los significados impuestos en una cultura. Es un discurso contracultural aunque no aparezca enunciado así en los textos poéticos. El solo hecho de que una mujer proyecte su propio deseo ya es contracultural. Porque lo dominante es la cultura patriarcal donde esta voz de mujer es ignorada. Esto se complementa con estrategias de lectura, que son también una forma de resistencia. Recuerdo la importancia que tuvo para las mujeres de mi generación la lectura de Alejandra Pizarnik, uno de los pocos modelos en el que podíamos mirarnos. Esa es la idea de lectura que va haciéndose carne. Una lectura que no sólo incluya a T.S. Eliot, Ezra Pound, William Carlos Williams; o sea, el canon que instalan los muchachos, sino que involucre con la misma potencia y legitimación a Emily Dickinson, Elizabeth Bishop, Sor Juana… -¿Por qué la decisión de trabajar desde una perspectiva feminista?
-Podría haber disfrazado mi enfoque y poner que era un "recorte de género" o ese tipo de eufemismos. Pero quería sentar posición y además ¿por qué negar la fuerza que tiene el discurso feminista que ha permeado y continúa permeando los discursos de la diferencia? Un discurso que puede verse hoy en la calle, a través del "Ni una menos" o en el reclamo por la legalización del aborto. Hoy hablamos de identidades múltiples que no se agotan en lo masculino y lo femenino; en ese sentido, el discurso feminista ha actuado como una matriz para generar esas nuevas discursividades. Al mismo tiempo defendí esa postura sin negar conceptos de la teoría literaria desde Bajtin a Barthes, aunque haciendo reformulaciones.
-O sea que las ideas que trabajaste en su momento, mantienen vigencia aún.
-Sí. Por eso accedí a reeditar el libro tal como se publicó por primera vez. No podía actualizarlo porque eso hubiese significado escribir otro libro. Y es que la obra de cada una de las poetas ha adquirido volumen e intensidad como para no ser ignorada por ningún trazado del canon. En el momento en el que escribo La doble voz hay un riesgo mayor. Se trataba de discutir la construcción del canon y provocar reacomodamientos. «
-Es un libro cuya escritura comienza en un momento de la intimidad tocado por la pérdida de seres queridos, ligados a mí por lazos entrañables. Es un momento en el que fui encontrando modos de recomponerme y en el camino fue creándose una cercanía con ciertos elementos primordiales de la naturaleza: agua, barro, aire. La contingencia alude a aquello que sucedió y que no era esperable entonces, pero también a aquello que sucede y nos desvía de lo previsible, ese elemento disruptivo que nos otorga lo nuevo. Hace poco, mucho después de que este libro estuviese terminado, leí sobre una nueva tendencia filosófica realista y especulativa, que presta atención justamente a la contingencia, a eso que sucede más allá de nosotros y del repertorio de lo previsible. Leer sobre eso me confirma la idea de que la poesía puede pensar las mismas necesidades de la época desde una percepción distinta. Y como decíamos antes, La doble voz estaba en imprenta cuando me llamaron por teléfono desde México para avisarme que había ganado el Sor Juana Inés de la Cruz. Un premio que me dio mucho orgullo; entre otras cosas, por el nombre.
-¿Por qué?
-Me siento identificada con Sor Juana. Es una mujer que conquistó su lugar de saber en el siglo XVII dando una gran pelea con el mundo patriarcal, que le impedía estudiar. Todas las mujeres que escribimos, lo hacemos a su sombra, por lo menos en Latinoamérica. Además, su poesía es absolutamente erótica y escandalosa, aunque todavía no está suficientemente leída en esa dimensión. La Respuesta a Sor Filotea de la Cruz me parece una pieza maravillosa. El discurso masculino religioso es el centro de su reflexión intelectual en ese texto; la carta está en realidad dirigida al obispo de Puebla, la mayor autoridad religiosa en la Colonia, y en ella cuestiona la palabra bíblica, la sentencia de San Pablo Apóstol que manda a callar a las mujeres en la Iglesia. Hay en la Respuesta una primera voz que intenta mostrarse recatada en su hábito de religiosa, pero no resigna su inteligencia, su sagacidad.
-Esa marca también está presente en un tramo de La doble voz ¿Cómo surgió el libro?
-Tenía que escribir una tesis de doctorado, que inicialmente iba a ser sobre narradoras latinoamericanas. Volví de Estados Unidos a fines de 1989 con toda la investigación y un proyecto aprobado para escribir esa tesis. También volví embarazada de mi hija Cecilia. El asunto es que aquí empecé a reencontrarme con poetas y a escribir poesía, algo que no había hecho en Florida. O sea, no me podía a escribir la tesis porque empecé a estar tomada por la escritura de poesía. Al fin Andrés Avellaneda, mi tutor de tesis –argentino, radicado allá- me dijo que quizás tenía que cambiar de tema. No fue fácil pero finalmente hice una selección de poetas que no fueron ni son las únicas, pero cuya escritura ha demostrado su poder. Y un recorte temporal, desde 1983 a 1993, que abarcaba básicamente diez años a partir del retorno de la democracia.
-¿Cómo definís el concepto de 'doble voz'?
- Considero que en estas cinco mujeres aparece una primera voz que está relacionada con el dominio de la escritura poética, con el oficio de la poesía, que las hace incuestionables como poetas, que incluso las puede asociar con alguna de las tendencias que caracterizan la época. Pero además de esa primera voz, vinculada a un saber hacer, hay una segunda voz que marca un plus en sus textos, una diferencia. Esa segunda voz habla desde una zona "salvaje", inexplorada, no enunciada por la cultura. Esa segunda voz da cuenta también del lugar de enunciación de una mujer escritora. Es decir, desde dónde se para una mujer para escribir. Esa mujer, y sobre todo en esa época tiene que ir en contra del discurso masculino dentro de la literatura y la crítica literaria.
-En el libro también decís: "la doble voz, la segunda voz (...), se gesta precisamente en la situación de enunciación que coloca a una mujer escritora frente a su escritura e indirecta, pero innegablemente, frente a la cultura a la cual pertenece".
-Es que para articular su voz, cada mujer necesita desarticular los significados impuestos en una cultura. Es un discurso contracultural aunque no aparezca enunciado así en los textos poéticos. El solo hecho de que una mujer proyecte su propio deseo ya es contracultural. Porque lo dominante es la cultura patriarcal donde esta voz de mujer es ignorada. Esto se complementa con estrategias de lectura, que son también una forma de resistencia. Recuerdo la importancia que tuvo para las mujeres de mi generación la lectura de Alejandra Pizarnik, uno de los pocos modelos en el que podíamos mirarnos. Esa es la idea de lectura que va haciéndose carne. Una lectura que no sólo incluya a T.S. Eliot, Ezra Pound, William Carlos Williams; o sea, el canon que instalan los muchachos, sino que involucre con la misma potencia y legitimación a Emily Dickinson, Elizabeth Bishop, Sor Juana… -¿Por qué la decisión de trabajar desde una perspectiva feminista?
-Podría haber disfrazado mi enfoque y poner que era un "recorte de género" o ese tipo de eufemismos. Pero quería sentar posición y además ¿por qué negar la fuerza que tiene el discurso feminista que ha permeado y continúa permeando los discursos de la diferencia? Un discurso que puede verse hoy en la calle, a través del "Ni una menos" o en el reclamo por la legalización del aborto. Hoy hablamos de identidades múltiples que no se agotan en lo masculino y lo femenino; en ese sentido, el discurso feminista ha actuado como una matriz para generar esas nuevas discursividades. Al mismo tiempo defendí esa postura sin negar conceptos de la teoría literaria desde Bajtin a Barthes, aunque haciendo reformulaciones.
-O sea que las ideas que trabajaste en su momento, mantienen vigencia aún.
-Sí. Por eso accedí a reeditar el libro tal como se publicó por primera vez. No podía actualizarlo porque eso hubiese significado escribir otro libro. Y es que la obra de cada una de las poetas ha adquirido volumen e intensidad como para no ser ignorada por ningún trazado del canon. En el momento en el que escribo La doble voz hay un riesgo mayor. Se trataba de discutir la construcción del canon y provocar reacomodamientos. «
Etiquetas: Alicia Genovese- Colombo
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