Rosario Castellanos: Matamos lo que amamos
Desamor
Me
vio como se mira al través de un cristal
o
del aire
o
de nada.
Y
entonces supe: yo no estaba allí
ni
en ninguna otra parte
ni
había estado nunca ni estaría.
Y
fui como el que muere en la epidemia,
sin
identificar, y es arrojado
a
la fosa común.
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún
otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces
menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese
ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la
tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es
poca
y el dolor no se puede
compartir.
El hombre es animal de
soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
¡Ah! pero el odio, su fijeza
insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y
amenaza.
El ciervo va a beber y en el
agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la
imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que
odiamos.
Elegía
Nunca, como a tu lado, fui de
piedra.
Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes
llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer
la piedra
alrededor del cuello del
ahogado.
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