Mario Sampaolesi: La bañista
José Luis Ceña. |
Ella ve cómo se hunde en el mar el esplendor de otro cuerpo; su opacidad también yace
bajo el agua.
Cuando emerja, la sombra habrá sido desprendida por el oleaje: a partir de ese instante
formará parte del oceáno.
Fuera ya de su realidad será arrastrada por las mareas, contaminada por el plancton,
atravesada por cardúmenes plateados.
Las olas agonizan contra la plana extensión de la playa.
Tal vez, arrojen el sentido oculto del cielo y recojan en la transitoria veleidad de su fuga, la
posibilidad del arrepentimiento.
Quedan caparazones, objetos de plástico, la certeza de afligir a otros un dolor, aguas
vivas, el óxido de una caricia, restos de vacaciones sobre la arena.
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