Helene Cixous: Ámame, ama a tu cucaracha, tú, mi amor, mi cucaracha
¿Quién eres tú que extrañanamente eres yo?
En muchos textos de Clarice Lispector, la suprema indagación, la máxima tensión se sitúa entre sujeto humano y sujeto no humano. La pareja, el otro, aquel con quien, al final de una larga búsqueda, se tratará de establecer una relación de amor. (...) Es la cucaracha de La Pasión según GH. Una mujer, GH, que no tiene nombre, a quien simplemente le queda algo de sus iniciales, avanza lentamente durante muchísimo tiempo hacia la cucaracha inmemorial. (...) Así pues, avanza hasta la cucuaracha, con todas sus patas. Hasta la famosa y soberbia escena sobre la que no hay que llamarse a engaño, la escena de ´la merienda de la cucaracha´.
En ese capítulo de esta biblia clandestina, GH cree que por fin ha alcanzado ese punto de madurez en el que conseguirá amar certeramente, dejar sitio al otro, hacer el supremo gesto de la cucaracha.Tras atrapar por descuido a la cucaracha con la punta del armario, y tras soltar la cucaracha algo de su jugo, de su materia (...), GH se lleva a la boca ese líquido blanco soltado por barata, y he aquí que se produce un hecho evidente: ella (GH) desaparece, vomita de asco, se desmaya, se vomita.(...), enseguida comprende, en cuanto cruza el umbral de error, que se ha equivocado; el error consiste en que no ha dejado sitio al otro y que, en la desmesura del amor, se dijo a sí misma, voy a dominar mi asco, llegaré hasta el gesto de la comunión suprema. Besaré al leproso (...).
Lo más difícil de conseguir nos enseña el texto, es llegar hasta la proximidad más extrema evitando caer en la trampa de la proyección, de la identificación. Es preciso que el otro siga siendo ajenísimo dentro de la máxima proximidad.
Y respetar a cada cual según su especie, sin violencia, con la neutralidad del Creador, el amor igual y no demostrativo respecto a cada acto de ser. (...).
En La Pasión..., el sujeto con el que Clarice realiza su aprendizaje de la última impasión, la pareja amorosa, es lo suficientemente extraño para que el ascetismo de ese perturbador trabajo sea más evidente para nosotros que si el otro fuera un sujeto ordinario. Ama a tu prójimo como si fuera tu extraño. Ama lo que no comprendes. Ámame, ama a tu cucaracha, tú, mi amor, mi cucaracha. Sí, el plano último de Clarice consiste en hacer aparecer al otro sujeto humano como igual -y esto es positivo- a la cucharcha. Cada cual según su especie.
En muchos textos de Clarice Lispector, la suprema indagación, la máxima tensión se sitúa entre sujeto humano y sujeto no humano. La pareja, el otro, aquel con quien, al final de una larga búsqueda, se tratará de establecer una relación de amor. (...) Es la cucaracha de La Pasión según GH. Una mujer, GH, que no tiene nombre, a quien simplemente le queda algo de sus iniciales, avanza lentamente durante muchísimo tiempo hacia la cucaracha inmemorial. (...) Así pues, avanza hasta la cucuaracha, con todas sus patas. Hasta la famosa y soberbia escena sobre la que no hay que llamarse a engaño, la escena de ´la merienda de la cucaracha´.
En ese capítulo de esta biblia clandestina, GH cree que por fin ha alcanzado ese punto de madurez en el que conseguirá amar certeramente, dejar sitio al otro, hacer el supremo gesto de la cucaracha.Tras atrapar por descuido a la cucaracha con la punta del armario, y tras soltar la cucaracha algo de su jugo, de su materia (...), GH se lleva a la boca ese líquido blanco soltado por barata, y he aquí que se produce un hecho evidente: ella (GH) desaparece, vomita de asco, se desmaya, se vomita.(...), enseguida comprende, en cuanto cruza el umbral de error, que se ha equivocado; el error consiste en que no ha dejado sitio al otro y que, en la desmesura del amor, se dijo a sí misma, voy a dominar mi asco, llegaré hasta el gesto de la comunión suprema. Besaré al leproso (...).
Lo más difícil de conseguir nos enseña el texto, es llegar hasta la proximidad más extrema evitando caer en la trampa de la proyección, de la identificación. Es preciso que el otro siga siendo ajenísimo dentro de la máxima proximidad.
Y respetar a cada cual según su especie, sin violencia, con la neutralidad del Creador, el amor igual y no demostrativo respecto a cada acto de ser. (...).
En La Pasión..., el sujeto con el que Clarice realiza su aprendizaje de la última impasión, la pareja amorosa, es lo suficientemente extraño para que el ascetismo de ese perturbador trabajo sea más evidente para nosotros que si el otro fuera un sujeto ordinario. Ama a tu prójimo como si fuera tu extraño. Ama lo que no comprendes. Ámame, ama a tu cucaracha, tú, mi amor, mi cucaracha. Sí, el plano último de Clarice consiste en hacer aparecer al otro sujeto humano como igual -y esto es positivo- a la cucharcha. Cada cual según su especie.
Etiquetas: Hèlène Cixous
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