Hilda Guerra: Sin tiza ni pizarrón...
"Una mujer atraviesa la ciudad en colectivos atestados, entre
roces, discusiones y sospechas. Pero al mismo tiempo recorre libros. Viajera y
lectora: no porque el traqueteo del transporte conduzca al movimiento de la
lectura –como pensaba Walter Benjamin sobre el tren-, sino porque el libro se
convierte en motivo de una fuga, en instancia de escape ante lo cotidiano que
oprime. Y también ante un conjunto de otros que son narrados desde la imagen
del desagrado. Asoma Cortázar en las páginas de este libro, porque están sus
personajes pero también porque algo de sus pinceladas sobre las náuseas de los
sectores medios e ilustrados lo recorre. Así, se podría leer Sin tiza ni pizarrón como expansión y
despliegue del cuento “Ómnibus”.
Pero si en el cuento cortazariano el motivo político que lo
animaba era la desconfianza hacia la sentimentalidad del peronismo, en la
novela de Hilda Guerra el trasfondo es el de la discusión con las políticas
educativas que cercenan los derechos de los docentes y los condenan a una vigilia
ambulatoria. A un derivar de un colectivo a otro y de un conjunto de alumnos a
una manifestación callejera. La profesora que protagoniza el relato cultiva, al
mismo tiempo, la enfática vocación de la docencia y el desdén libresco por los
modos populares. Es en esa ambigüedad
que el libro puede leerse a la vez como una crítica de la docencia y una
defensa de sus valores.
María Pía López
*Podés encontrar esta novela en las cinco sucursales de la
Librería Santa Fe, en Martiser de Villa Urquiza, y El Túnel de Cabildo y
Monroe.
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