lunes, mayo 21, 2012

Martin Alvarenga: Flash blues


Extractado del blog DROGADOS POR LA LUZ



 El blues es una plegaria que nace de lo más primitivo 
de lo humano. Con el blues se padece y se goza, se muere  y se renace, se distiende y se exalta, en una emoción que está 
a mitad de camino entre la elegía y la tragedia y, sorprendentemente, a la vez se constituye en 
la rebeldía tempestuosa de la búsqueda de la libertad, 
al punto de la fiesta estremecedora 
que nace del dolor y culmina con el júbilo místico 
del trance. 

Esta semilla del jazz afroamericano floreció y se reprodujo en todos los movimientos 
que generara aquella expresión musical. El blues ha espiritualizado, sensibilizado y 
electrizado el swing, el feeling y el scat. O si no, pregúntenle a B.B. King y 
a Bessie Smith, a Billie Holliday y a Ray Charles. 
Cuando escucho blues siento que algo sagrado me penetra por debajo de la piel y me 
eleva y me sumerge, me atrapa y me suelta, me ampara y me abandona. Entonces me 
pregunto si esta electricidad plásticamente sonora no me convierte en un rezo que llevo 
en el pulso del alma, en la huella verbal de mi osamenta conquistada por la ebriedad o 
en la vorágine celebratoria del espíritu. 
Con la frontalidad del blues, ya sea como músico o como escucha, la condición humana 
reconoce la luz en las tinieblas, el apareo de la lucidez en la emocionalidad, el grito 
primigenio en que el ruido se alquimiza en canto, se desprende en un manantial de 
intensidades que abanica la sinfonía de las esferas, que atenúa la adversidad 
e incentiva el coraje.
El blues ha sido, es y será - renovadamente - la simbolización de la rebeldía y 
la revolución, de lo contestatario, de la negación de la sumisión, de la energía en 
el movimiento que se retro alimenta en la improvisación de la vida desde la muerte, 
en la espontenidad de la muerte  hacia el estremecimiento navideño de la vida. El jazz 
es orgía y castidad, porque el mismo blues es un caleidoscopio del ritmo interior 
del arte de soñar despierto, más allá de toda pesadilla, más acá de toda predicación.