Alicia Salinas: Gallina ciega...
De "Huellas domésticas":
Ama de casa
Cocer la masa, excusa
para golpearla antes, retorcerla
como al cuello de la gallina
sacrificada,
a la trenza de una hija pequeña.
Cocer la masa, epílogo
de mazazos que derraman harina
en toda la alacena. Marcas dejan,
como las caricias del hombre de la casa.
Cocerla y ver su forma
henchiéndose caliente, torturada
por perder su condición de cosa cruda.
Por la tarde, servirla en un plato con
flores
pintadas en la losa blanca. El té
hirviente sobre el mantel de lino.
Y que admiren mis serenos modos
de revolver
con la cuchara el azúcar.
De "Huellas silvestres":
Los hijos de los pescadores
Alegría de las gentes sencillas se eleva
como vapor de la olla por el campo y sus
bordes,
a la orilla de este vasto río donde los
niños
son ya hombres. Bella
su risa cuando preparan redes y despiden
a las madres, como si fuera el trabajo
un juego.
Brillan los ojos junto al improvisado
guiso
en tierra, con la angustia callada de
las mujeres
por nubes que persiguen de cerca a las
canoas.
Se alzan las manos y las sombras, brota
en algún sitio de la pampa una semilla
que nada sabe de esto.
Y todos hacen bromas, retruécanos del
alma
que suspira. Se aleja la barca
hacia la isla. A la tarde
algo le duele por las dudas, en
potencia,
mientras llegan de a poco los colores
de la noche.
* Vèase el libro Gallina ciega (Editorial Ciudad Gótica, 2009), de Alicia Salinas.
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