Javier Cófreces-Alberto Muñoz: Tigre
Aguaribay
Mira, abuela
aquél árbol que agoniza
amortajado en su raíz
¿Qué podemos
darle como alivio?
¿Azúcar?
Mira aquel otro
que ya es leña
agusanada y podrida
Atrás quedaron
su color y
su movimiento
Una vez
cantaste, abuela
una canción de amor
Yo sufría
y el río
traía camalotes
Mi madre, lejana
había muerto de peste
Y mi padre
de extrañarla
en otro suelo
Tú cantaste
la canción
para distraerme
Todo lo recuerdo
cuando llega
el otoño
Ahora
nos quedamos solos
tú y yo
Sin compañía
sin hojas y sin nada
de nada
Cántame, abuela
aquella canción
cántala nuevamente
Que no quiero
morir
como mi padre.
Almanaque isleño
Mira, abuela
aquél árbol que agoniza
amortajado en su raíz
¿Qué podemos
darle como alivio?
¿Azúcar?
Mira aquel otro
que ya es leña
agusanada y podrida
Atrás quedaron
su color y
su movimiento
Una vez
cantaste, abuela
una canción de amor
Yo sufría
y el río
traía camalotes
Mi madre, lejana
había muerto de peste
Y mi padre
de extrañarla
en otro suelo
Tú cantaste
la canción
para distraerme
Todo lo recuerdo
cuando llega
el otoño
Ahora
nos quedamos solos
tú y yo
Sin compañía
sin hojas y sin nada
de nada
Cántame, abuela
aquella canción
cántala nuevamente
Que no quiero
morir
como mi padre.
Almanaque isleño
febrero
Los cuerpos presentan sequedad cutánea severa, eczemas atópicos, estrías atróficas como las del cascarudo, eritemas, escaras, heridas y quemaduras. Las señoras van con su librito y su silla plegable buscando un lugar para echarse al sol. Los pájaros prenden fuego el archivo de la naturaleza. La tierra seca impide abrir un pozo para enterrar la caja de fotos familiares. La escasa sombra se fatiga entrando en los almacenes para pedir bebidas frescas. Las noches se comportan como sirvientas mecánicas acercando las estrellas de menor luz. El agua es cálida y se inscribe en el diagrama suplementario de las algas con simetrías. Las islas preparan el espejo que arde, pero el poder curativo del barro es aliviador, alejado de su belleza brutal y administrado con maestría sobre espaldas y nalgas. El barro en los párpados permite contemplar una ciudad de larvas.
Véase: Tigre, de Javier Cófreces & Alberto Muñoz. Ediciones en Danza 2010.
Etiquetas: Poetas
1 Comments:
TÚ
Mujer,
las alas se me encogen al verte.
Qué decías,
cuál tormenta apagaste
al invocar mi nombre?
Tus ojos brillan
y ese brillo es
el desgajamiento del amanecer,
la llave.
Yo tengo la suerte de verte venir.
Eres como oriunda del desierto,
inmune al frío.
Te veo venir en un estruendo
y lo que suena con tu llegada
es el canto de tu sonrisa.
Acudo al encuentro,
caigo en ti.
Tus manos han agarrado
mi corazón que flotaba.
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