Diario de estos días, de Gabriela De Cicco
Por María del Carmen Colombo
Sólo a través del diálogo -parece recordarnos Gabriela de Cicco- es posible constituir una voz. Diálogo amoroso en la medida en que recrea con su dinámica abierta la aceptación de las diferencias y, podría decirse, que hasta las alienta.
Cómo conformar si no ese nuevo lugar de enunciación para un sujeto poético que se reconoce femenino. La autonomía de un decir parece precisar, entonces, de una genealogía, un sistema de representación, creado, como en este caso, casi de la nada. Una narrativa preexistente, la llamaría Mary Jacobus, para poder verse a sí misma y ser vista. Genealogía: cuando la memoria se filtra como un palimpsesto en la escritura de De Cicco se hace claro el movimiento de fusión, de identificación : otras, ellas, nosotras, yo, es la secuencia que dramatiza el poema "Por las ramas", forma coral del canto de la especie, canto de fundación en la palabra maternal que, "dice al héroe ya es tarde. Tarde para un color más oscuro que la muerte".
En Diario de estos días, el nuevo libro de De Cicco, citas, dedicatorias, o veladas referencias a otras autoras y a otros saberes, deben leerse en ese sentido: diálogo entre identidad y alteridad, evidenciando el principio de individuación por el que un sí mismo se torna histórico, haciéndose cargo de sí.
II
“Paradoja: esta poesía despierta al discurrir de la duración, al paso del tiempo, aferrada al destello del instante, discurso continuo y sorpresa de lo inesperado”: Así, bella y acertadamente, definió Diana Bellessi (1), el corazón del libro anterior de Gabriela De Cico La Duración, y que éste su nuevo libro, Diario de estos días, retoma. Mirando hacia atrás -como el que reconoce su derecho a ser parte incuestionable del pasado y por lo tanto recoge las huellas dejadas en otros poemarios- avanza el discurrir de este libro diario, bitácora de vida y escritura, donde la memoria íntima, en minucioso trabajo, macera , a la manera de un antiguo crisol, su filigrana. Frágil filigrana, dice De Cicco, quizás aludiendo al carácter fragmentario de cada instante de vida, que en su viaje de tiempo busca "un punto de reunión,/ un hogar tibio para la leyenda". O tal vez diga frágil desde el desamparo que la conciencia del paso del tiempo genera: ese vacío que se abre en el vacío, de donde emergen los espectros que quedan después de la caída y que la escritura conjura: "un cuerpo peticionado a destiempo no sirve/para vestir galas, a no ser por el desvío/ de las mangas o por el crudo/ recorte del escote". Porque entrar en la rueda del tiempo también significa caer del arbol de la eternidad, al llano territorio donde el claroscuro vida-muerte nos fija límites precisos, ante los cuales se necesita revisar las creencias.
Sólo un exhaustivo trabajo de reflexión y composición puede ahondar como lo hace Diario de estos días en las propias creencias de vida y escritura: movimiento de recuperación de un yo que instala la distancia, detiene en instante el vértigo del discurrir, para que resuene su palabra en diferencia: Imagen y concepto se articulan también en paradoja: "asentarse nómade en tus ojos", pide De Dicco a la amistad y al amor, anticipando una forma de encuentro, un arte combinatoria de elementos disímiles.
La impecable artesanía parece respetar este principio constructivo, elaborado desde un género, el diario íntimo, que si bien forma parte del cánon literario, ha sido considerado muchas veces en los márgenes: leyenda, elegía, fábula, plegaria y drama resultan así, más que templos clásicos de prisión de la palabra, rincones íntimos donde, dice De Cico, "reina la posibilidad/de otra vida en ésta".
Desde un lugar apenas perceptible, ese lugar de trabajo junto al río, una mujer hace ingresar en el presente continuo de su escritura, pasado y futuro. Pasado que sólo puede recuperarse en distorsión porque "el recuerdo todo lo agiganta", aunque la pulsión de una nostalgia recatada obligue a "fijar la imagen tímida que la memoria devuelve". Futuro que se hace presente como proyecto cuando lo acuna en lo secreto el corazón paciente de la palabra, la espera de lo que vendrá.
II
“Paradoja: esta poesía despierta al discurrir de la duración, al paso del tiempo, aferrada al destello del instante, discurso continuo y sorpresa de lo inesperado”: Así, bella y acertadamente, definió Diana Bellessi (1), el corazón del libro anterior de Gabriela De Cico La Duración, y que éste su nuevo libro, Diario de estos días, retoma. Mirando hacia atrás -como el que reconoce su derecho a ser parte incuestionable del pasado y por lo tanto recoge las huellas dejadas en otros poemarios- avanza el discurrir de este libro diario, bitácora de vida y escritura, donde la memoria íntima, en minucioso trabajo, macera , a la manera de un antiguo crisol, su filigrana. Frágil filigrana, dice De Cicco, quizás aludiendo al carácter fragmentario de cada instante de vida, que en su viaje de tiempo busca "un punto de reunión,/ un hogar tibio para la leyenda". O tal vez diga frágil desde el desamparo que la conciencia del paso del tiempo genera: ese vacío que se abre en el vacío, de donde emergen los espectros que quedan después de la caída y que la escritura conjura: "un cuerpo peticionado a destiempo no sirve/para vestir galas, a no ser por el desvío/ de las mangas o por el crudo/ recorte del escote". Porque entrar en la rueda del tiempo también significa caer del arbol de la eternidad, al llano territorio donde el claroscuro vida-muerte nos fija límites precisos, ante los cuales se necesita revisar las creencias.
Sólo un exhaustivo trabajo de reflexión y composición puede ahondar como lo hace Diario de estos días en las propias creencias de vida y escritura: movimiento de recuperación de un yo que instala la distancia, detiene en instante el vértigo del discurrir, para que resuene su palabra en diferencia: Imagen y concepto se articulan también en paradoja: "asentarse nómade en tus ojos", pide De Dicco a la amistad y al amor, anticipando una forma de encuentro, un arte combinatoria de elementos disímiles.
La impecable artesanía parece respetar este principio constructivo, elaborado desde un género, el diario íntimo, que si bien forma parte del cánon literario, ha sido considerado muchas veces en los márgenes: leyenda, elegía, fábula, plegaria y drama resultan así, más que templos clásicos de prisión de la palabra, rincones íntimos donde, dice De Cico, "reina la posibilidad/de otra vida en ésta".
Desde un lugar apenas perceptible, ese lugar de trabajo junto al río, una mujer hace ingresar en el presente continuo de su escritura, pasado y futuro. Pasado que sólo puede recuperarse en distorsión porque "el recuerdo todo lo agiganta", aunque la pulsión de una nostalgia recatada obligue a "fijar la imagen tímida que la memoria devuelve". Futuro que se hace presente como proyecto cuando lo acuna en lo secreto el corazón paciente de la palabra, la espera de lo que vendrá.
(1) Véase: Lo propio y lo ajeno. Ensayo de Diana Bellessi. Feminaria, Buenos Aires, 1996.
------------------------------------
* Este texto fue leído en ocasión de la presentación del libro Diario de estos días, realizada en la Librería Liberarte en 1998.
* Este texto fue leído en ocasión de la presentación del libro Diario de estos días, realizada en la Librería Liberarte en 1998.
*Gabriela De Cicco nació en Santa Fe, en 1965. Es poeta, ensayista y periodista. Dirige junto con la poeta Irene Ocampo La Red Informativa de Mujeres de Argentina (RIMA), un portal y red de información e intercambio entre mujeres feministas. Publicó los siguientes libros de poemas: Bebo de mis manos el delirio (1987), Jazz me blues (1989), La duración (1994), Diario de estos días (1998).
-----------------------------------------------------------------
Etiquetas: Maria del Carmen Colombo
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home