Raquel Jaduszliwer* : Poemas
I. de
El árbol de las especies.
A publicar en el otoño del 2022 por Ed. Barnacle:
Por
las puertas abiertas de la noche entreabierta
se
oyen caer palabras.
Nadie
hay, sin embargo, alguien habla.
Es en
la hora de las destilaciones
y éste
es el lugar de los ecos.
Y es
como si todo mundo fuera toda mi casa:
un
final un principio, un final un principio
y así
hasta el final.
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Suponemos
que la ventana a tu espalda sigue allí,
es un
pacto que hicimos con las cosas:
perseveran.
La
forma material que se nos adelanta
atrapa
la mirada con su puño de hierro,
pero
todo aquello que dejamos atrás
–ventana,
piedra, aljibe, rosa-
guarda
consigo el don de la memoria,
la
fórmula secreta de fabricar recuerdos.
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No hay
mayor resonancia que la que provoca
el
ramaje en el viento. Arranca desde donde se ocultan
tantos
seres furtivos, por especie o espíritu,
por
vocación de fuga. Ves cómo se prolonga el temblor
entre
una idea y otra, se aleja hacia las puntas sensitivas,
yemas
que soñaron alguna vez un cielo
un
poco más profundo, diferente a este otro
que
está por desplomarse. Quién sabe de esta forma
se
cometa un crimen, un asesinato por aplastamiento.
Mientras
tanto hay un brillo, como si se tratara de otro cielo
todavía
inocente
sin
pecado ni culpa, de los que ya no existen.
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II. de Angel de la enunciación. Ed. Barnacle,
2020:
Veo
los espacios dejados por las cosas,
se lo
cuento
a
alguien que no está, le hablo a su hueco.
Desconocida
voz para los días como éste.
Revelación
y enigma,
algo
trasluce.
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Y el
viento dice, el viento nos hace decir:
acepta
las virtudes de la duración,
por
ellas, todo lo que debería retirarse así lo hará,
también
tus pertenencias, la manera en que eras,
todo
lo que la corriente lleva; acéptalo.
Así
llorarás menos,
así
tendrás más fuerza,
cierra
tus cuentas, actúa como si todo ya hubiera concluido.
Busca
el fondo del pozo,
en su
espejo de agua y en el mayor silencio
verás
que hay un suceso extraordinario
aún
por consumarse.
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III.
De En el bosque. Ed Modesto Rimba, 2018:
Envuelta
criatura nacida del interior de un bosque,
blanca
entre los terrones tan pálida en la marcha,
así
será tu alba,
sombra
creciente pequeña luz en los peligros del follaje.
Envuelta
criatura qué será de tu huella
qué
será de tus pasos avanzando sobre la oscuridad.
Envoltorio
y follaje sombra larga criatura,
a tu
camino van a dar nuestros caminos incansables,
nuestros
buenos deseos todas nuestras plegarias.
Allá
vamos antiguos peregrinos,
una
cuerda nos ata a la esperanza,
salimos
a buscarte criatura perdida,
perdido
talismán piedra preciosa.
Reflejo
del tesoro ausente.
Pozo
en el medio del gran claro del bosque.
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A lo
largo y lo ancho todo es.
Temblorosa
en la fronda, criatura del mundo,
miniatura,
los
ojos apegados a la huella,
no ves
cómo se mueve el tiempo.
Pasan
luces y sombras, pasan sombras,
pero
no ves el hilo que las une
ni el
plan que las dispone.
Perdida
entre fragmentos y tan huérfana,
cada
cosa te toma por sorpresa.
Criatura
del mundo,
desorientada
miniatura.
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IV. De
Las razones del tiempo. Ed Lisboa, 1018:
La
orilla sigue lejos
en el
camino bebió y se alimentó de aquello que le dieron.
Casi
no habló, oyó palabras sueltas.
Pasó
una caravana,
su
recorrido le hacía pensar en el dibujo del destino,
una
línea simplísima entre un punto inmediato y un punto más allá.
Eso
ocurrió hace un tiempo,
¿cuándo
fue que pasó la caravana?
¿qué
era aquello, lo que se dispersaba,
qué
era aquello, lo que dejaba atrás?
por
adelante hay viento, arena, soledades,
luces
hipnóticas y un mar perturbador.
Ahora
ya lo sabe
el
estruendo es rompiente que viene de lo alto.
Lo
demás,
lo
demás es un fondo de silencio.
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Así
dice su letra:
Todavía
algo de nieve en el camino de regreso.
Esas
pocas palabras se fijan como puntos cardinales,
amarraderos
para una vida entera.
Norte
Sur
Este
Oeste.
En
todas direcciones hace su camino el tiempo.
En
todas partes el corazón se expande sin hallar medida.
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