Nora Alicia Perusín* Selección de poemas
SELECCIÓN
LOS SOLES OBLICUOS. COLECCIÓN MASCARÓ 1999
DESENCUENTRO
"Aquí estoy y estaré
hasta que me abran". A.G
Más
tarde, leímos de Pavese "Los mares del sur"
(hubo
la misma fascinación por las estampillas verdes
y
la caza de ballenas). "No existe la tierra,
la
otra, era una piedra arrojada en el asedio", escribías
yo
memorizaba los focos mientras en el autobús miramos la ciudad
y
pensábamos en otra cosa. Los países centrales producen
cierta
devoción por el confort, las maneras astutas de sentarse.
Seguimos
viajando. El día que llegamos más al norte comenzamos
a
bajar. Yo había visto señales, la nitidez con que la ventana
traía
aires proclives al desencanto. Filtraba ocioso entre papeles el humo de
palabras atrasadas.
Que
milonga, en los altos ruidos de puertas quebradas: teníamos razones
de
temer y deudos
NORA
Y LOS ESPEJOS
la
sonrisa del gato de Cheshire, nueces partidas
sobre
una alfombra persa.
Apenas
un fragamento. Hubo tesoros que conservan el estado de vigilia. Astutas las
imágenes,
cambian
de vestido, la fina arena de la evocación,
el
temblor con que se mueven las palabras. Creo en la ventana que se abre,
para
dejar pasar una imperceptible penumbra. Creo en la palabra imperceptible.
Espejada,
repito mi silueta, mi vestido.
seré seré
sin
fin una
pregunta.
UNA
MUJER EN EL CASERON
una
mujer ata los postigos
cuidadosamente
alberga un gato y le da de comer
A
ésta hora es difícil hallar a alguien,
pero
esa mujer cobija animales
oculta
tras las puertas del caserón
goza
con el olor de los baldíos
Espía.
No
habla con nadie.
LOS
SOLES OBLICUOS
a
Rosario Chavez.
Los
retornos tienen algo de impiedad
entierros,
voces vecinas,
el
rostro sobre el espejo
es
una lámpara que arde la memoria.
De
niños chupábamos naranjas,
tras
los perfumes de jacarandá
tiramos
carozos del otro lado del mundo.
- los gestos del adolescente corrían de
los
diarios íntimos a calabazas de medianoche-
Nos
armamos del idioma extranjero
para
nombrar el nombre de las cosas,
era
tan fácil el paraíso
era
tan fácil sentarse en las "tabernas",
ladrones
putas y viajantes
tomaban
vino, manojos de pan
y
agua desparramada.
Con
Rosario Chavez
teníamos
esas conversaciones
en
los soles oblicuos de Leningrado.
Desde
el racconto de una historia inconclusa,
al
paso de las fronteras suizas e italianas
vimos
decrecer a los mecanos
la
obsesión por los misiles
la
patria como barco encallado después de la llovizna.
Nos
dispersaron la memoria
la
sangre que viene y vendrá por tejados y azoteas
atardeceres
de Florencia en las cañas de Tucumán
el
cielo volátil.
Los
aeropuertos se acostumbraron a la pasión.
Hay
cosas que van quedando
al
mirar tristísimos de reojo
las
ciudades que hemos muerto
a
luz de candelabros subidos en los
almacenes.
Fuimos bebedores de té
entre
persianas a media tarde
y
pasos repentinos.
Ahora
la mancha de humedad
es
la mancha de humedad.
Ahora
los paisajes son una película ciega.
POEMAS
A LOS AMANTES.
1.
toco
una isla, mi amigo duerme,
su
espalda contiene el sueño.
Hoy
no estaré para él
seré
parecida al invierno corroyendo piedras dispares
seré
la niña,
la
terrible marca en el papel
Saldré
con algunas menudencias
collares
aros antiguos
y
mis pasos al azar.
2.
un
hombre mitad cadáver avizora mis muslos en llamas
canta
para conmoverme
pero
de piedra arrojada contra el ventanal
son
sus manos que acarician mi pelo.
3.
Mi
carne desliza granos de arena
en
un sol justo entre mis piernas
no
quiero escribir si nombro si acecho
yo
seré la presa.
SELECCIÓN
Del libro LA DISTANCIA ES ESA FRONTERA
QUE SE MUEVE ED. DEL DOCK 2007
Buenos Aires, 2 de
septiembre de 1957. (Carta de mi madre a mi padre)
“...
llega el fin del invierno, del vaivén de mis pies sobre el pedal
la
costura de esas telas amargas,
a
esta hora el sol despeja los últimos temblores de la gripe
y
la columna de tu madre ceñida atraviesa un patio de malvones secos.
Oigo
el murmullo del tranvía hasta donde se pierde mi vida
en
sucesos familiares
atravieso
el mismo patio ese murmullo
oigo
el silbido del barco alejándose.
Siento
pena por esas cartas que no llegan a destino
que
se demoran en los puertos en las aduanas
y
al igual que la vida transcurren...”
México
8 de agosto de 1960, (en tren de
regreso)
“... mi pensamiento gira
como el crepúsculo en torno de ti.
Dejo
atrás una aventura inédita,
junto
a Raúl de La Habana a Santiago
nos
rodeó una tormenta entre el cielo y la máquina.
Al
fin llegamos,
abajo
nos
sumamos al desfile
negros blancos
mestizos nosotros ellos
todos bajo un sol inaguantable
hicimos
el trayecto a la Sierra Maestra,
el
vértigo nos haría iguales a cada paso.
Cantamos
algunos tangos, bebimos cervezas
y
hablamos de la revolución.
Las
colinas configuran un ancho círculo
donde
aguardar el día a cielo abierto
entre
el barullo de fogatas, tiendas de campaña,
camiones
gastados por el polvo árboles.
Dormimos
como ángeles al reparo de la noche,
Al
amanecer hallamos un estero de aguas transparentes
y
nadamos un rato
No
es la tierra de los desesperados la que piso
no
es la tierra triste
es
la tierra de este siglo.
Aquí en la Sierra Maestra hay otros.
ALTRI
TEMPI
a
mi papá
las
hormigas recorren el camino del veneno,
en
las fogatas de san juan arden los despojos
dónde
está mi hermano vestido para el combate
mi
hermana atrapada en el equilibrio del
palo de escoba
mi
padre poda racimos
y
la parra
chorrea
orugas y babosas
echadas
en la sal
dónde
está el buzón con olor a madera sucia,
dónde
quedó mi vestido de dipiur,
el
solerito a rayas.
mi
madre cocina
el
color del limonero el color de las lajas
mi
hermano vestido de fajina
el
tallo fino del cuerpo de mi hermana
el
comedor de techo de vidrio y la cocina
en
las fogatas de san juan se queman los
despojos
otros
tiempos se diluyen
en
el espesor de las noches
en
las cortinas abrazadas a la pared
CINCO
MONEDAS
a
cierto recuerdo de la infancia
La
muerte mira de soslayo y pide una moneda,
liviana
queda en la mano de mi padre,
como
el gemido del viento
o
cierto blues un domingo de cine, por la tarde.
La
moneda baila y brilla en su mano
es
una canción que no puedo entonar
“good
night, sleep light”
mi voz es áspera y vuelve a pasar
como
una cinta sin fin
la
música da vueltas y no me reconozco
en
esa escena
pero
la moneda brilla
en
la mano de mi padre
desnuda
Ahora
la mendiga se apodera de las hojas de ligustro
del paso en el guijarro
de
un pasaje de convoyes nocturnos
en otro invierno
ZAMBA
Mi
madre canta y un pañuelo
levanta
el aire de la tarde
días
de invierno, otoño
parecen
detenerse alrededor de su voz
yo
también me detengo
justo
en el silencio de su garganta
Taller Literario
A Claudio Ostrej Maria Elena
San Martin
Y Claudio Valetti
Fuimos
viajantes del transiberiano
entre
la noche y el vértigo de amanecer, casi niños.
Poesía,
déjanos hablar,
llegar
hasta el fondo. Escribir
poesía
era
el
paso de Gerard Philipe bajo la lluvia.
Fotos
y sombras disipándose entre los dedos,
el
retumbe de una avellaneda triste
en
su marcha hacia plaza de mayo
el
resplandor de la palabra socialismo
agitándose
en el agua.
La
memoria traiciona detalles
del
rostro de esos jóvenes.
Alguien
se parece a nosotros.
Alguien
se parece a lo que fuimos
Queríamos
llegar hasta el fondo del viaje de Cendrars,
tomar
ese tren de estaciones ardientes
y
atravesar el mundo como un cuchillo filoso.
No
teníamos más que la poesía.
Después
de todo, comprobamos
que
podía arder como fogata.
Arder
sola,
no
ser relámpago, ni avispa
Ni
nada.
EL
BAILE TE CONFUNDE
el
baile te confunde
mi
voz de guerra que sube a paso rápido
es
un reflejo.
No
confíes en atajos en viajes imprevistos,
en
el lápiz labial que surca mi boca
en
la manera en que accedo al borde de las cosas
en
mi tacto
no
confíes.
no
te acerques
a
este mundo de paisajes inacabados
donde
todavía pertenezco
no
confíes
en
la transparencia del ala del insecto,
esa
membrana que se agita en su encierro de vidrio.
sé
de una distancia que cruza el hemisferio y se deshoja
deja
esas teclas que susurran en la alcoba contigua
para
otra ocasión.
no
beses mi nuca
que
el amor sea el resto de sombra en los cuerpos inquietos.
SELECCIÓN
DEL LIBRO DONDE LA LUZ DETIENE SU SOMBRA
ED. EL SURI PORFIADO. 2014
VI
La
tarde simula belleza
en ese sol que se despide
se
agita la multitud a mis espaldas,
no pondrás
tu mano en mi hombro
no
apoyaré mi cabeza sobre el tuyo
cuando
anochezca
seré
una luna oblicua entre mis sábanas.
Un
cuerpo que silba.
VIII
No
escribiré poemas de amor
mi
boca hace una torsión
y
no soy yo la que habla
mis
ojos no te piden una explicación
no
miden la distancia entre mi cuerpo y el tuyo
para
qué decir?
para
qué insistir en la fugacidad de la disolución
en
la tela rasgada que la araña hila?
X
En
esa línea que deja la anticipación
en
el recuento
en
la marca del viento
en
la marea que junta arena y consternación
en
lo que escribo
en
el día necesario
en
la pasión por las sombras que dejan los árboles después de los almuerzos
en
el cazador y la luna y las fogatas
en
el vaivén
en
el eco de tantos desamparos
me
repito
CADA
COSA EN SU LUGAR
Y
ahí estuvimos /expulsados del
paraíso/atravesamos la adolescencia en una ciudad enteramente sumergida/un
sitio distante/ un caño caliente de balas/ ahorcados nuestros sueños/nos dieron
la espalda.
La
mancha en el papel
el
olor en las sábanas
el
agotamiento en la noche
las
cabezas atadas al espejo
las
llagas en la sal
los
cadáveres en el río.
La
mancha en el papel
ya
nada te recuerda
así
es el olvido
primero
es la voz
después
es algún gesto,
entonces
se deja de nombrar
nombrarte
El
olor en las sábanas
después
de haberse amado
el
color de tus ojos
después
de haberme amado
el
color de los míos
después
El
agotamiento en la noche
será
siempre una necesidad
la
noche es mi mano
un
surco que pregunta
la
mano indica su jugada se despide
y
vuelve a preguntar.
Las
cabezas atadas al espejo
siempre
hay algo detrás
de
la otra línea
el
pelo astillado
el
paso del tiempo que delata
si
fuera así, esa que veo
y
no
me
mentiría acaso
un
poco?
Las
llagas en la sal
“no
hay nada que comience
por
ser una herida”
una
hendidura inútil de la carne
señala
su rara simetría de sangre
que
mana del tatuaje impudorosa.
Los
cadáveres en el río
traen
la anchura entre la caída y la costa
del
nudo que los amarra,
traen
sus bocas selladas mas no el olvido
traen
sus ojos de peces mas no el silencio
traen
sus voces sus nombres
traen
traen
traen.
INÉDITO
la
niña lee los titulares de los periódicos
el
padre a tientas
busca
un cigarro y se pone a fumar
la
niña lee con atención las noticias
en
voz alta, casi pensativa
el
padre no la ve pero la intuye,
el
orden es esencial
primero
los obituarios, la niña dice el responso
después
su voz se torna un poco monocorde
(afuera
quizá llueva)
pero
la niña sigue con su lectura
el
padre no la ve pero la intuye
el
tiempo haría ese recuerdo único.
*Nora Alicia
Perusin (Buenos Aires, 1955). Participó del taller
literario “Mario Jorge de Lelllis”. En
1980, bajo el seudónimo Nora Prece,
publica su primer libro de poemas Acerca
de Nosotros. Fue colaboradora permanente de la Revista Mascaró desde fines de 1984 hasta 1988. En 1999 publica Los Soles oblicuos (Colección Mascaró).
En 2007 edita La distancia es una
frontera que se mueve ( Ediciones del Dock). En el 2011. Estrena en el
Centro Cultural de la Cooperación la obra Los
Poetas de Mascaró, bajo la dirección de Leonor Manso, y con la
participación de Leonor Manso, Elena Tasisto, Ingrid Pelicori, Alejandro Awada,
Walter Quiroz, Patricio Contreras y la voz de Claudia Tomas y musicalización de
Benito Grande. En el 2012 se publica la antología Los Poetas de Mascaró (Ediciones desde la Gente). En el 2014 edita Donde la luz detiene su sombra (Ed. El Suri Porfiado). Parte de su obra figura en antologías nacionales y
extranjeras. Incursiona también en las
artes plásticas y realizó estudios con Basia Kuperman, Juan Lopez Tzeatzel y
Alejo Giordano realizando varias muestras colectivas. Es abogada de causas
improbables pero no perdidas.
Etiquetas: Nora Alicia Perusín
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