Jorge Daniel Santkovsky : La incomodidad
CÉSAR MERMET
Puede ser que no existas,
que la maleza se plante viva
como una herida abierta
que no rezuma
voces ni pasados.
Puede ser que tu voz
sea un eco de la noche,
un caparazón que esconde los otoños
hasta rehacerlos en verde.
Puede ser que existas,
y que no te haya visto preocupado
como estoy por la palabra,
que mis manos no sepan moldear
la arcilla de los dioses,
y entonces te dibujen
con un lápiz infantil,
casi jugando preguntándote si eres
o si sueñas que eres.
Me muero de ganas
de que crean en mí,
que entiendan que morir
es solo un gesto.
Nada puede irse si no ha nacido.
Necesito de quienes
no me necesitan
–ni siquiera para odiarme.
Acuden a mis templos
pero no me temen
ni solicitan mi perdón.
Son pocos
pero son los únicos
que pueden salvarme.
Confío en que me escuchen
sin que se enteren mis devotos,
sumidos como están
en sus penurias.
Solo para vos
me volví invisible.
Ya no hay un pacto entre nosotros.
Te veo
con tu andar oblicuo
inclinado hacia el futuro
alejándote de la magia
de las pequeñas cosas.
Te propongo
volver a mirar
en tu habitación borrosa,
haciéndote a un lado.
Y así girar ingrávido,
sin el aplauso forzado
de quienes admiran tus dones
pero ignoran tu indiferencia.
Una tarde o una noche
no me acuerdo cuándo
soñé que era un dios malvado,
no cruel, apenas malvado.
Fue perturbador
porque no sentí ninguna culpa.
Durante todo el sueño
evité ser descubierto,
temí el castigo
y me sentí humano.
¿Mis sueños no deberían ser proféticos?
¿Los dioses malos sueñan que son buenos?
¿Por qué soñar ser malvado?
.
*Poeta Argentino. Tiene diversos libros publicados.
voces ni pasados.
Puede ser que tu voz
sea un eco de la noche,
un caparazón que esconde los otoños
hasta rehacerlos en verde.
Puede ser que existas,
y que no te haya visto preocupado
como estoy por la palabra,
que mis manos no sepan moldear
la arcilla de los dioses,
y entonces te dibujen
con un lápiz infantil,
casi jugando preguntándote si eres
o si sueñas que eres.
Me muero de ganas
de que crean en mí,
que entiendan que morir
es solo un gesto.
Nada puede irse si no ha nacido.
Necesito de quienes
no me necesitan
–ni siquiera para odiarme.
Acuden a mis templos
pero no me temen
ni solicitan mi perdón.
Son pocos
pero son los únicos
que pueden salvarme.
Confío en que me escuchen
sin que se enteren mis devotos,
sumidos como están
en sus penurias.
Solo para vos
me volví invisible.
Ya no hay un pacto entre nosotros.
Te veo
con tu andar oblicuo
inclinado hacia el futuro
alejándote de la magia
de las pequeñas cosas.
Te propongo
volver a mirar
en tu habitación borrosa,
haciéndote a un lado.
Y así girar ingrávido,
sin el aplauso forzado
de quienes admiran tus dones
pero ignoran tu indiferencia.
Una tarde o una noche
no me acuerdo cuándo
soñé que era un dios malvado,
no cruel, apenas malvado.
Fue perturbador
porque no sentí ninguna culpa.
Durante todo el sueño
evité ser descubierto,
temí el castigo
y me sentí humano.
¿Mis sueños no deberían ser proféticos?
¿Los dioses malos sueñan que son buenos?
¿Por qué soñar ser malvado?
.
*Poeta Argentino. Tiene diversos libros publicados.
Etiquetas: Jorge Daniel Santkovsky
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