Horacio Zabaljáuregui: Crematorio
Poema extractado del
blog Campo de maniobras
Voy
con mi hermano a cumplir con el trámite de cremación de los viejos.
Tal vez, ensimismados en su último
gesto, ellos transcurren en la foto ciega de la eternidad
pero de este lado, en el tiempo con vencimientos,
hay que liberar la cuadricula en el
multitudinario catastro mortuorio.
Entonces, a mi hermano se le ocurre
verificar el contenido de los ataúdes.
Una decisión caprichosa, tal vez
plausible, pero intolerable;
me exaspera pero lo acompaño.
Consiento en ver para creer,
Como en un desafío infantil, una puesta a prueba del valor personal.
El pedido sorprende y fastidia un
poco al empleado municipal
Pasamos al backstage de la incineración, una factoría de
desguace de lo que va a dar al fuego.
Los operarios rompen a hachazos los
ataúdes, en una operación brutal:
Distingo
el cráneo como de cuero ahora de mi
padre sobre el que siguió creciendo el pelo.
Se lo peinaba tirándolo desde un
costado.
Llevaba mal la calvicie
Las cuencas vacías de mi madre que se
murió con menos años que los que tengo ahora.
Distingo los huesos, poco menos de lo
que dejo el cáncer que la arrasó.
Su crucifijo con una cadenita le dan a mi hermano.
Mi padre esperó a que llegara y se
murió en mis brazos un jueves a las cinco y media de la tarde en el Hospital
Israelita.
Me despedí de mi madre susurrándole
al oído, una noche
con la esperanza de que me escuchara
en la otra orilla de su agonía.
El peso del mundo va de suyo en los
restos,
y ahora estos despojos de película
clase B,
pasan a ser su último recuerdo.
Calcinado resplandor puro espejismo
Cenizas quedan:
son polvo ya en una urna estándar
El olor de grasa dulzona, de
repostería barata del crematorio,
me quedará impregnado en el olfato
por un par de días.
07-06-2012
Horacio Zabaljáuregui (América, provincia de Buenos Aires, 1955).
Etiquetas: Horacio Zabaljáuregui
1 Comments:
hoy es la segunda vez que lo pego, cosa e mandinga,
http://vimeo.com/92658960
una vez escuché a uno en la radio que decía con una paz impregnada de felicidad fraterna: somos nada mas y nada menos que polvo de estrellas, y me parece que es así nomas
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