jueves, noviembre 01, 2012

Seamus Heaney: Tres poemas...



Las primeras palabras

Las primeras palabras se contaminaron.
Como agua de río por la mañana
Que fluye entre la suciedad
De noticias y primeras planas.
Yo sólo abrevo en el significado
De las honduras del cerebro,
Donde abrevan las aves y las hierbas y las piedras.
Que todo fluya en ascenso
Rumbo a los cuatro elementos,
Rumbo al agua y la tierra y el fuego y el aire.


Höfn

El glaciar de tres lenguas ha empezado a fundirse.
¿Qué haremos, se preguntan, cuando la leche pétrea
descienda revolcándose sobre el llano del delta

y la gruesa pelliza de nieve se desgaje?
Lo vi desde el avión, curvo y dispuesto en piedra,
piel de tierra viviente y disgregada, cerviz de los eones,

y me dio miedo su frialdad, que aún parecía suficiente
para helar las ventanillas empañadas de aliento,
congelar sedimentos de una labranza inquebrantable

y todas las palabras cálidas y gustosas que van de boca en boca.


Versión de Jordi Doce


Colofón

Y algún tiempo lleva al tiempo de salir en coche hacia el oeste
hacia el condado de Clare, a lo largo de la costa Flaggy,
en septiembre o en octubre, cuando el viento
y la luz el uno de la otra se desprenden
de modo que el océano se muestra enfurecido a un lado
con fulgor y espuma, y tierra adentro entre las piedras
la superficie de un lago de color gris pizarra es alumbrada
por el aterrizado relámpago de una bandada de cisnes,
sus plumas erizadas y despeluchadas, blanco sobre blanco,
sus cabezas bien adultas de testarudo aspecto
escondidas o encrespadas o afanándose bajo el agua.
Inútil pensar en aparcar y capturarlo
más cabalmente. Uno no está aquí ni allí,
una prisa a través de la cual pasan cosas conocidas y extrañas
mientras al coche de costado le llegan grandes zarandeos suaves
que toman al corazón desprevenido y de un soplo lo abren.

Versión de Javier Marías

Cavar

Entre el índice y el pulgar
descansa la pluma gruesa, grata como un revólver.

Bajo mi ventana, el claro raspar
de la pala que se hunde en tierra arenisca:
mi padre, que cava. Observo desde arriba
el esfuerzo de su trasero entre las plantas;
se dobla y se yergue veinte años antes,
agachándose rítmicamente entre hileras de patatas
donde cavaba.

La bota gruesa descansaba en la pala, era palanca
el mango apoyado con firmeza en la rodilla.
Arrancaba brotes fuertes, hincaba la hoja brillante,
esparcía patatas nuevas que nosotros recogíamos,
gozando de su dureza fría en nuestras manos.

¡ Señor, cómo manejaba la pala el viejo!
Igual que su padre.

Mi abuelo cortaba más turba en un día
que nadie en turbera de Toner.
Una vez le llevé leche en una botella
con un torpe tapón de papel. Se enderezó
para beberla, y volvió enseguida a la tarea
de cortar y cercenar con primor, arrojando terrones
por encima del hombro, ahondando más y mejor
a la busca de la turba buena. Cavando.

Se despierta en mí el olor frío a mantillo,
el chapoteo de carbón empapado, los bruscos cortes
de la hoja que atraviesa raíces vivas.
Pero yo no tengo una pala con la que seguir
a hombres como ellos.

Entre el índice y el pulgar
descansa la gruesa pluma:
cavaré con ella.


Traducción de Brian Hughes y Esteban Pujals

*Seamus Heaney (Derry. Irlanda del Norte.1939). El poema Digging pertenece a su primer libro, Death of a naturalist, que se publicó en 1966. Otros libros suyos que se pueden encontrar en castellano son Norte (North), La linterna del espino (The Haw Lantern), Trabajo de campo (Field work), Viendo cosas (Seeing things) y Luz eléctrica (Electric light). En 1995 recibió el Premio Nobel de Literatura.

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