martes, noviembre 18, 2008

Apuntes del pasado*

“Si la vida tiene una base sobre la que sostenerse de pie, si es un cuenco que se llena y se llena, en este caso mi cuenco se apoya en este recuerdo. Es el recuerdo de estar en la cama, medio dormida, medio despierta, en el cuarto de los niños de St. Ives. Y es oír olas al romper, una, dos, una dos, y enviando el agua a la playa; y después, rompiendo, una, dos, una, dos, detrás de una persiana amarilla. Es oír cómo la persiana arrastra por el suelo la pequeña pieza en forma de bellota, al extremo del cordón, cuando el viento impulsaba la ventana hacia fuera. Es estar acostada y oír el agua, y ver esa luz, y sentir, es casi imposible que yo esté aquí; sentir el más puro éxtasis que se pueda concebir. (…)
(…) Si fuera pintora pintaría estas primeras impresiones en amarillo pálido, plateado y verde. Allí estaba la persiana de pálido amarillo, el mar verde y la planta de las pasionarias. Pintaría un cuadro de forma esférica; semitransparente. Pintaría un cuadro con pétalos curvos, conchas, cosas semitransparentes.; pintaría formas curvas traspasadas por la luz, aunque sin darles contornos definidos. Todo sería grande y difuso; y todo lo que se viera se oiría también; los sonidos llegarían a través de ese pétalo o de esa hoja, sonidos que no se podrían distinguir de esa imagen. (…)”

*Fragmento extractado del libro Momentos de vida, de Virgina Wolf. Editorial Lumen, octubre 2008.