martes, agosto 28, 2007

Lenguas perdidas, de Carlos A. Basch*




Acorde con sus hábitos de siempre

mi padre se murió un día cualquiera
de esos que raramente pasan a la historia:
el desayuno frugal con las noticias
más o menos comunes en el diario
después de trabajar, dormir la siesta
y quedarse leyendo hasta la cena.
Acto seguido morirse de una vez
sin casi levantar la voz del suelo

Lástima

El rostro encendido en la sonrisa
y ese eterno asombro infantil ante las cosas
pueden inducir a error
pero el hombre que viene de lejos
no es mi padre
me lo dice una certeza inescrutable
una vaga impresión
sin duda equivocada
que se diluye apenas
él se ha ido

Desde la cabecera

de la mesa familiar
me llega el sordo carraspeo
paterno
en falsete ahogado
hacia los postres
en un mar de gemidos
y mocos abnegados
de madre robe de chambre.
Más te vale
aferrarte a la silla
hasta que pase la tormenta
masticar con denuedo
esa carne convulsa
calzar a toda prisa
tu gastada armadura
de hojalata
a tiempo para el brindis

Ejercicio

Me salgo del camino y espero
al gran caballo blanco
que me espera en silencio
y salimos volando los dos
de contramano
y con agenda abierta
a morder lo que queda
de noche
a mis espaldas
el primer rayo de sol
sobre la tierra tibia
ya me alcanza al galope
dichoso el corazón
encaminado
* Carlos A. Basch nació en Buenos Aires, en 1948. Es poeta y pscioanalista. Integra el comité de redacción de la revista Redes de la letra. Escritura del psicoanálisis. En 2006 publicó Lenguas perdidas en la editorial Zama.