lunes, julio 16, 2007

Un poema de Alfonsina de Diario de viaje

Orden

Conato de tormenta. El mar se alza contra el buque; caballo encabritado quiere voltear a su jinete.
Sopapeado por las olas, aquél brama rencorosamente con sus fibras, cuerdas vocales.
La proa brinca el mar.
La hélice, cola enloquecida de vacío, quiere desprenderse y saltar hacia el espacio.
Un orden superior, una armonía de subordinación mantiene tabla sobre tabla, hierro sobre hierro.
Ejército de "pioneers" cada clavo, cada cuña, cada remache, se mantiene en su puesto celando su pequeño radio.
Un grito solo de deserción, un comienzo de desbande, y los perros azules del mar se lanzarían a la caza humana.
Pero hay una palabra colectiva del humilde guardián: -¡Presente!
Así, el buque cabecea a su antojo, se deja gustar, coquetea gallardamente.
¡Ah, la libertad, el impulso absoluto, la explosión del yo!
Cabello tembloroso sobre una fauce ávida, penetro el sentido íntimo del orden.
(La Nación, 1930)
(Extractado de Alfonsina Storni, Losada, 1999)