Agustina Roca*: de El ojo del llano**
I
En la pampa los ojos pasean libremente por mares de pastos y arenales: eterno infinito, boca del mundo abierta al universo, lengua que se repliega en sí misma y crea un lenguaje con sabor a membrillos, atardeceres y trigales. Días largos donde el sol tarda en agonizar y el calor se desmaya en ese imperio templado que desdibuja los limites entre la arena y el girasol, las garzas y la laguna, los montes y los pajonales
aquí, la intemperie
la inocencia
el hornero termina de construir una sólida choza de barro en la tranquera, frente al gallinero. Detrás, la huerta de árboles vivos con ramas entrelazadas donde cantan pájaros de fuego al amanecer y caen bellotas y bolitas de paraíso. La pampa se despierta, se despereza en silencio. Un inmenso verde que se extiende lentamente para apaciguar ese sol negro, ese hueco que habita las entrañas de todo ser y amenaza con devorarlo todo. Un chimango sobrevuela la copa y se aleja, allá, al gran rostro de arena donde el paso furibundo de caballos ha dejado un señuelo de huellas. Afirmación, quizás, para los ojos del llano, de que existen otros mundos, otras tribus, otros lenguajes más allá de las fronteras de este gran pecho desnudo, de esta orilla, de este llano de tierras desoladas
el linyera dice
que en estos espejos
están las orillas
En la pampa los ojos pasean libremente por mares de pastos y arenales: eterno infinito, boca del mundo abierta al universo, lengua que se repliega en sí misma y crea un lenguaje con sabor a membrillos, atardeceres y trigales. Días largos donde el sol tarda en agonizar y el calor se desmaya en ese imperio templado que desdibuja los limites entre la arena y el girasol, las garzas y la laguna, los montes y los pajonales
aquí, la intemperie
la inocencia
el hornero termina de construir una sólida choza de barro en la tranquera, frente al gallinero. Detrás, la huerta de árboles vivos con ramas entrelazadas donde cantan pájaros de fuego al amanecer y caen bellotas y bolitas de paraíso. La pampa se despierta, se despereza en silencio. Un inmenso verde que se extiende lentamente para apaciguar ese sol negro, ese hueco que habita las entrañas de todo ser y amenaza con devorarlo todo. Un chimango sobrevuela la copa y se aleja, allá, al gran rostro de arena donde el paso furibundo de caballos ha dejado un señuelo de huellas. Afirmación, quizás, para los ojos del llano, de que existen otros mundos, otras tribus, otros lenguajes más allá de las fronteras de este gran pecho desnudo, de esta orilla, de este llano de tierras desoladas
el linyera dice
que en estos espejos
están las orillas
*Nació en Buenos Aires, Argentina, pero reside hace años en España. Es poeta, periodista y traductora. Recibió varios premios y publicó diversos libros.
**Poema de El ojo del Llano, Editorial Tierra Firme,1987.
Podés leer más poemas de la autora en: http://www.agustinaroca.com/
Podés leer más poemas de la autora en: http://www.agustinaroca.com/
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