Antonio Rabinad: La insoportable nitidez del mundo*
"El oculista comprobó la miopía y me recetó unas gafas que debía llevar siempre, al principio no de modo seguido, sólo a ratitos para no marearme. Y un atardecer, acompañado de mi hermana Mari, fui a recoger las gafas a la óptica Morató, en la Ronda de San Pedro, esquina plaza Cataluña. (...)
Ya era de noche y en la acera le rogué a mi hermana que me dejara probar las nuevas gafas. Pero sólo un momento dijo ella. Me la puse y miré hacia la plaza. La insoportable nitidez del mundo, de los perfiles de las cosas, y la gente, el esplendor de los anuncios luminosos parpadeando contra el cielo malva, me dejaron sin respiración. (...) No creía que el mundo fuera así, dije a mi hermana.
...el tirón de su mano, nerviosa y fina, cuando me llevaba de pequeño a la escuela, corre, rápido, que llegamos tarde, remolcándome por Independencia arriba, por la acera, corre, corre, corre, y las baldosas grises y cuadradas fluían bajo mis pies, vertiginosas...
Querida Mari."
* Fragmento del texto incluido en el libro El hombre indigno, una vida de posguerra (Barcelona, Alba Editorial, 2000).
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