Beatriz Ventura*
Moby Dick
que ella que alta mar que muelle de relámpagos
oh qué dirán que sinrazón que prisa por pausar
que nadie conoció ni juzgará por no morder azul
de aves por demás extintas
ella cronológica de pies serviciales
como huellas que la he conocido y que la hubieran
juzgado qué diario escribiré qué lápida pondré
en su partida
multitudes que de preñada medalla trajo a beber
en esa plaga de generosidad que sustento no dan
y retiran plumaje escarbado con resaca de
continentes abierto a vivir con grietas para
nidos y bocas ajenas para el cuerpo febril
lumínico de su boca
que fui sombra de la voz la extraña aquella
de mañanas ojerosas como las mías qué sepulcro
haré vibrar con pulmones hurtados a sus raíces
que resuenan o resbalan
ella que duende de desperdicios que frágil
aleta en el vino que madonna junto a la muñeca
que en un cúmulo de mímica impacienta tanta
que ella que alta mar que muelle de relámpagos
oh qué dirán que sinrazón que prisa por pausar
que nadie conoció ni juzgará por no morder azul
de aves por demás extintas
ella cronológica de pies serviciales
como huellas que la he conocido y que la hubieran
juzgado qué diario escribiré qué lápida pondré
en su partida
multitudes que de preñada medalla trajo a beber
en esa plaga de generosidad que sustento no dan
y retiran plumaje escarbado con resaca de
continentes abierto a vivir con grietas para
nidos y bocas ajenas para el cuerpo febril
lumínico de su boca
que fui sombra de la voz la extraña aquella
de mañanas ojerosas como las mías qué sepulcro
haré vibrar con pulmones hurtados a sus raíces
que resuenan o resbalan
ella que duende de desperdicios que frágil
aleta en el vino que madonna junto a la muñeca
que en un cúmulo de mímica impacienta tanta
ruina que no respira tan pacífico naufragio
*Poeta argentina nacida en 1949, en Buenos Aires. Traductora. El poema que se transcribe está incluido en su libro El ojo ajeno.
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