Miradas: Paul Klee
"(...) Déjenme emplear un símil, el símil del árbol. El artista ha penetrado en este nuestro mundo multiforme y --vamos a suponerlo así-- se ha orientado en él más o menos... calladamente... La orientación en las cosas de la naturaleza y de la vida, ese orden ramificado, de muchas ramas, lo quisiera comparar con las raíces del árbol.
De allí le afluyen al artista las savias que pasan a través de él y de sus ojos.
Él está, pues, donde está el tronco. Asediado y conmovido por el poder de ese fluir, transmite en la obra lo que ha visto.
Como en la copa del árbol, que en el tiempo y en el espacio se despliega visiblemente hacia todos los lados, se despliega también la obra.
A nadie se le ocurriría pedirle al árbol que forme la copa exactamente como la ráíz. Todos comprenderán que entre abajo y arriba no puede haber una relación de espejo y objeto reflejado. Es natural que las distintas funciones de distintos ámbitos elementales den lugar a grandes diferencias.
Pero precisamente al artista en muchos casos se le quiere prohibir esas diferencias con respecto a los modelos naturales, necesarias, si no por otras razones por las exigencias de la creación plástica. Hasta se ha ido tan lejos como para reprocharle impotencia e imputarle un falseamiento intencional.
Pero él, en el lugar del tronco, lugar que le está asignado, no hace más que recoger lo que brota de las profundidades y transmitirlo. Lo que hace no es servir ni dominar; es simplemente transmitir.
Ocupa, pues, una posición auténticamente humilde. Y la belleza de la copa no es suya, sólo ha pasado a través de él."
*Fragmento de la conferencia de Klee Sobre el arte moderno, extractada del libro Mundo y vida de grandes artistas (III), Westheim Paul. Fondo de Cultura Económica, 1984.
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