lunes, agosto 13, 2007

De nadie, de Marta Cwielong

Por María del Carmen Colombo

Acaso como el aroma del romero , así el anhelo de nacer a la palabra persiste en las páginas de este segundo libro de Marta Cwielong*. Inasible pero presente como espíritu, secreto hilo, el que permite a una mujer transitar el exilio, ese estado invernal, letargo donde nada reverdece, destierro donde nada deviene.

Desde esa intemperie irrumpen como una revelación los versos, a veces breves y contundentes estallan en las manos, la intensidad de su precisión se impone al lector y la densidad de su indefinición lo despiertan: "Acecha tiempo/ atardeceres destemplados/ no he nacido/ son los otros que han muerto".

Otras veces la forma evoca el movimiento discursivo de la historia, intento quizás de ingresar en el tiempo, de transcurrir, que abruptamente se quiebra imantado por el desencanto hacia el futuro o lento se apaga, porque cesa la confianza en las palabras: "nadie sabe si mañana/ el río/ el miedo de los gestos/ la mirada/no decirse/ ni apoyarse a descansar// todos esperan que llegue/ pero el río sólo traerá peces// ahora están separados/ sin mirarse/imaginando que la costa es firme/ que el agua es movimiento/ y la mañana que no llega".

Las cuatro partes en que se divide este libro –“Razones para huir”, “Señales del nombre”, “Las líneas secretas” y “Poemas italianos”- recortan un territorio de escenas fragmentadas que emergen, entonces, como restos de un naufragio. Obstinada sobreviviente, la voz de Cwielong se constituye en esa lejanía, en ese permanente desvío de sí, huida que se traduce, por ejemplo, en la recurrencia de afirmaciones negativas –“no sabía”, “no he nacido”, “no alcanza la voz”, “no existe”--. Quien se afirma negando borra huellas, suelta amarras, conduce su palabra hasta el límite: "dame el silencio de mirarte", dice Cwielong, y al hacerlo otorga a los poemas ese aire de silencio y abandono, esa amplitud que generan los blancos espaciosos.

Estas estrategias de despojamiento conducen también a un jubiloso estado de orfandad: "mirarme el pie/verlo/ inquieto//las manos lo acarician/como si fuera/huérfano// y si tanta esplendorosa desnudez/ saliera a caminar?". Esplendorosa desnudez, ausencia, que parece liberar a quien la padece de una dolorosa sujeción, la del nombre que identifica, el nombre propio: acaso por eso este nuevo libro de Marta Cwielong se llame De nadie .

*Marta Cwielong nació en la provincia de Buenos Aires, en 1952. Ha publicado Razones para huir (1991), De nadie (1997) y Jadeo animal (2003).