viernes, abril 30, 2010

Homenaje al poeta Francisco "Coco" Madariaga

El próximo domingo 2 de mayo a las 16 horas en el marco del día de la Provincia de Corrientes se hará la presentación de los libros de autores correntinos en la 36º Feria Internacional del Libro de la Ciudad de Buenos Aires: “Las mujeres y el poder”, de Marta de Paris; “Cantos para mi muerte”, de Florencio Godoy Cruz y “Señor Calabaza”, de Hilda Zulema Sarto. Y también se presentará un espectáculo musical.
Luego, se efectuará un homenaje al poetaFrancisco Madariaga, primer escritor correntino en recibir el Premio Nacional de Literatura.
Estas actividades estarán coordinadas por el escritor libreño y referente del área Cultura municipal, Ramón Blanco (quien organizara el Primer Concurso Provincial de Poesìa Francisco Madariaga en la ciudad correntina de Paso de los Libres).
El evento se desarrollará en la Sala Jorge Luis Borges -Pabellón Azul- del predio de la Feria.

Martín Rodríguez: estoy completo, sé lo que me falta...

Sardá

Si no existiese: todos seríamos viejos.
Viejos sin esperanza.
Sin esperar las generaciones nuevas.
Los que llegan.
Los que traen noticias.
Los mudos, los albinos.
Las palmas de una mano lisa.
Los que no tocó el sol.
Párpados sin abrirse.
Si no existiese,
adónde irían las gallinas?
O todos los que ponemos huevos.


Principio
Yo creí al principio, desde el principio,
en el origen, que a los chicos
los hacen los padres.
Y supe más tarde,
que mi verdad son las cigüeñas,
ellas traen a los chicos,
ellas solas,
¿y los padres qué hacen?
Los padres sueñan, sueñan.

las cigüeñas
arrasan los cielos
cruzan las nubes,
pelean a picotazos a la cría,
mientras los padres sueñan.


Si
La enfermera quiere amamantar
La enfermera está loca
La enfermera tieneuna pasión pública que la vacía,
La enfermera sabe que esa criatura fue abandonada,
dejada en la cuna flotando
en el agua, sin nombre,
la enfermera hace suya esa sangre
la sangre es pública
la sangre puede saquearse
La enfermera está sacada: su sangre
en la punta de la aguja,
en los labios,
repite el nombre que quiere ponerle,
lo escribe en un azulejo,
flota,
La enfermera flota en un jardín
de flores arrancadas,
La enfermera recogió todas las flores
y se las puso en el pecho,
mientras se le hacía agua la boca.

Puñal
Estoy completo, sé lo que me falta. Me miro las manos.
Y no tienen callos. No tocaron cosechas.
Me falta una tierra con el talón rojo.
Me falta una tierra sin árbol, sin cosecha, sin gajo.
Me falta una iglesia agraria, humilde,
caminar a ciegas con el puñal
hundido, para que el chorro de sangre
libere la criatura.
Me falta el puñal del corte clavado en el ombligo.
Un jardín talado.
Me falta cortar todas las flores.
Olerlas, y que me huelan hasta hallar al niño que las huele
por primera vez.

*Martín Rodríguez (Buenos Aires, 1978). Tiene diversos libros publicados, entre ellos Maternidad Sardá (primer premio Fondo de las Artes, 2003), libro al que pertenecen los poemas que se transcriben.

jueves, abril 29, 2010

Los sueños del agua en Cuento mi libro...

Los sueños del agua, poesía para chicos, poemas de María del Carmen Colombo e ilustraciones de Cristian Turdera, también está aquí, en esta dirección:

http://www.cuentomilibro.com/novedad-detalle.asp?id=108

Lectura de poesía: recomendada

Jueves 29 de abril, a las 16. 30, en Los 36 Billares, Av. de Mayo 1265.

Participan: Concepción Bertone (Santa Fe), Hilda Rais (CABA), Leonardo Martínez (Catamarca), Esteban Nicotra (Córdoba). Coordina : Juan Pablo Bertazza (CABA).

miércoles, abril 28, 2010

Festival Latinoamericano de la Clase Obrera

Desde el primero de Mayo hasta el 29 de Mayo, recorrerá toda la Argentina el
Festival Latinoamericano de la Clase Obrera. Cientos de sedes, miles de artistas, un festival de otra clase.
La presentación de la VIII edición del mencionado Festival se realizará el viernes 30 de abril a las 19, en la Sala “F” del Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, ciudad de Buenos Aires.
En oportunidad del Bicentenario, la edición internacional del Felco vuelve a la Argentina (luego de pasar por Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay en ediciones anteriores). Con el lema “200 años fueron suficientes, necesitamos otra historia” se lanzará esta VIII Edición del FELCO, “un festival de otra clase”. En la conferencia de prensa estarán presentes sus organizadores y adherentes principales de cada una de sus disciplinas.
Dan cuenta del apoyo al evento las adhesiones y/o participaciones de figuras como Liliana Felipe, Lita Stantic, José Piazza, delegado general ATE del Teatro Colón, el artista plástico Carlos Terribili, la pianista Adriana de los Santos, los directores teatrales Pompeyo Audivert y Andrés Mangone (presentando la obra Ezeiza), Hernán Cabra y la banda de rock Las Manos de Filippi, Patricia Barone y Javier Gonzalez, la presentación en argentina de la película de Fermín Muguruza (del grupo Negu Gorriak).
El Felco es un festival que conjuga expresiones artísticas de distinta índole (cine, música, plástica, teatro, letras, fotografía). Espectáculos, mesas debate darán cuenta de 200 años de lucha a lo largo de América Latina y el mundo (ver convocatoria).
El acceso libre y gratuito permitirá disfrutar sin restricciones de estas expresiones artísticas en plazas, centros culturales, facultades, escuelas, o en espacios públicos. (...)

Toda la información y programación en www.felcoargentina.com.ar
Lista de adhesiones en http://felcoargentina.com.ar/felco10en/?p=134
Prensa: prensa@felcoargentina.com.ar

Juan Morcillo 15-6046-3610
Julio Cortes 15-5757-9486
Matías Mera 15-6250-6208

martes, abril 27, 2010

Música y poesía

I. Las encantadas: Un viaje por la música de distintas tierras, temas propios y versiones de guaranias, chamarritas, valsecitos, tangos, chamamés, etc. Recorriendo sus confluencias, sus tensiones, sus encuentros. Un entramado de sonidos y palabras en donde los textos de Marguerite Duras, Roland Barthes o Fernando Pessoa dialogan con los de Homero Expósito, Ramón Ayala, entre otros.
Las encantadas, Zulma Ducca --composición, voz, guitarra, charango, diversas sonoridades-- y Laura Boscariol --composición, coros, acordeón, guitarra, bajo, metalofón, ocarina, etc.--.
Poetas invitadas: Claudia Masin, Dolores de Torres.
Frida Kahlo restorán Ciudad de la Paz 3093 - Nuñez. Reservas 45 44 19 27.
II. Miel de Caña, ensamble de música folklórica.
Lleva la batuta, el poeta Alejandro Castro.
En el Café Monserrat, San José 524. Viernes 7 de mayo.

Poesía y más poesía...

Viernes 30 de abril a las 19 hs. Casa de la lectura, Lavalleja 924.
“12 de Buenos Aires – Poetas de la ciudad”
Ciclo de lecturas (el último viernes de cada mes hasta junio)
Leen: Claudio Lo Menzo, José Luis Otero y Griselda García.
Invitado especial Hernán Piker. Coordina: Juan Carlos Escalante.
.......................................
Viernes 30 de abril, 19.30- Galería LDF, Perú 711, Piso 3, San Telmo
La gallina de los huevos de zorro
Poesía - Dibujos
...................................................................
Miércoles 5 de mayo, a las 20.
Bom Bom Plan, Lectura de Poesía
Leerán: Teresa Andruetto, Eduardo Mileo, Diana Bellessi
Bonpland 1660
......
Domingo 9 de mayo, 21 hs., Frida Kahlo restorán
ando pensando en ella
cantan: Zulma Ducca, Laura Boscariol
Claudia Masín, con sus poemas


sábado, abril 24, 2010

Revista Boca de Sapo

No te pierdas este nuevo ejemplar N.º 6: de la Revista Boca de Sapo!
Entrá a: http://www.bocadesapo.com.ar/

Patricio Torne: Perros*

Nunca podré ver
Las cosas
Con absoluta claridad.

Lamentablemente
Tengo los ojos marrones.
...

Me aferro a lo que podría
Haber sido ejemplar,
Si no fuera por el fracaso.

Si se pudiera hablar,
No de la felicidad,
Sino
Con felicidad,
No hablaríamos de la
Derrota.

...

Antes,
Estábamos dispuestos
A morir por la revolución.

Ahora,
Cuando es necesario vivir,
Nos agarra el cagazo.
...

A pesar de la derrota,
Hablamos con pasión
De nuestros héroes.

De las traiciones
No se habla,
Pero están presentes
Siempre.

Porque la traición
Es más eterna que
Cualquier revolución.
...

Animales dulces,
Los perros.
Tan fieles a su condición
Que del respeto
Al amor, por ellos,
Hay un solo paso.

Claro,
Los hay falderos
También. Pero esos,
Más que perros
Son, apenas,
Animales domésticos.
...

Algunos perros
Ya fueron vacunados,
Y esos
Perdieron, para siempre,
La virtud de la rabia.

A otros
Tendrán que atarlos,
Porque hay cierta rabia
Con la que no hay
Vacuna que
Valga
...

Yo tengo en el corazón
Algunos perros gloriosos,
Que más que nombre de pila,
De guerra tuvieron nombres.
Alias dicen
Sus prontuarios.
Pero eran, como perros,
Sin dudarlo, los mejores.

Indio pancho pasto flaco
Gringa negrita roby cabezón
Pelusa medicoloco pajarito
Zoilo betoven huevito
Pocacosa gallina colorao
Talita Marisol tachuela
Choco paisano ututo
Rojita narigón golondrina
Gordo vasco manzanita
Lucho yacaré
Y tantos otros
...

En el fragor de la batalla
La consigna
Es un grito,
Es un aullido,

Apenas una queja que se pierde,

Como se pierde
Aquel que la pronuncia
Monte adentro.
Torcido de dolor
Porque le quema
En las entrañas ese hueco

Y vuelve a repetirse
Como quien
Debiera convencer al otro:
A vencer
O morir.
………..
Sin saber
Cuando vino
Todo lo demás.

...

A ese perro
Tuvieron que estaquearlo
Cocerlo a balazos, tuvieron,
Y antes, para escarmiento,
Le arrancaron los huevos.

Ya ni ladrar podía.

Cuando confirmaron
Que estaba muerto,
Definitivamente muerto,
Temblaron sacudidos
Por la duda:
¿Qué distancia hay
En la historia
Entre la muerte
Y el nacimiento de un perro?
...

Ayer miraba
Desde la escollera
Barcos en el horizonte.

Lobos marinos
Que saltaban
En la espuma de plata.

Ahora
Me escurro en la maleza,
Huyendo
De los lobos.

Este mar se ha vuelto espeso
Y el miedo
A que me pesquen
Mucho más poderoso
Que el recuerdo.

...

Roby tengo conmigo
La bala
Que partió tu corazón,
Y la que vos disparaste
Al asesino para que la muerte
Sea perfecta.

Lo digo,
No por peso o comparación de valía,
Sino por lo significativo
De ese acto
En la escena final,
Antes de los créditos,
Donde tu partida
Será la marca
Diciendo
Cómo hasta el último instante
Es posible batir al enemigo.


* Patricio Torne (Helvecia (Prov. de Santa Fe), 1956). Poeta y artista plástico. Editó, entre otros libros: Órbita de Endriago, 1989; Helvecia y otros tópicos, 1990; Donde muere la lógica, 1992, Anacrónica, 2000, Perros. Textos suyos han aparecidos en diferentes publicaciones de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, México y España. En la década del `70 militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y padeció las cárceles de la dictadura. Desde 1985 reside en Villa Mercedes (San Luis) donde ha desarrollado distintas actividades relacionadas con los espacios sociales, periodísticos y culturales. Dicta Talleres de Escritura y Lectura en la Secretaría de Extensión Universitaria de la F.I.C.E.S. de la UNSL.

*Los poemas que se transcriben pertenecen a su último libro Perros.

Los sueños del agua en la Feria del libro

Ya llegaron los libros al stand 322 Pabellón Azul de la Feria del Libro de Buenos Aires.

Los sueños del agua
María del Carmen Colombo/ Cristian Turdera
¿Con qué sueña el agua tendida en un charco? Un misterio al que todos los chicos del mundo se asoman y que solo la poesía puede develar.36 páginas.

http://www.pequenoeditor.com/suenosDelAgua.htm

viernes, abril 23, 2010

Poetas del Tercer Mundo

La cita es el lunes 26 de abril, a las 21:30, en Tercer Mundo (Rioja 1089).
Lerán los poetas: Laureano Asoli (recién llegado de México), Mariana Vacs, Sergio Gioacchini, Ana María Russo y Jorge Ariel Madrazo (que viene especialmente de Bs As).

Lectura en el Bar Monserrat

27 de abril, 19.30
Participan: Gaston Bellemare, Hélène Dorion, Irene Gruss, Teuco Castilla, Sara Cohen y Alejandro Archain.
La cita es en San José 524, Ciudad de Buenos Aires

jueves, abril 22, 2010

Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2010

El Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2010 es convocado por la Fundación para las Letras Mexicanas, A. C.
El premio, único e indivisible, consistirá en quince mil cuatrocientos dólares, libre de impuestos y en la edición del libro en el Fondo de Cultura Económica, bajo sus características editoriales.
El plazo límite para el envío de las participaciones será el lunes 5 de julio de 2010.

BASES
1. La convocatoria tiene carácter internacional. Podrán participar todos los escritores que lo deseen, sin importar su lugar de residencia ni su nacionalidad, deben enviar un Libro de Poesía en lengua española destinado a los niños.
2. Los interesados en participar en el certamen deberán enviar un libro de poesía para niños, y tema con forma libre, de entre 10 y 50 cuartillas.
3. Cada envío constará de TRES ejemplares engargolados, firmados sin seudónimo. Los originales deberán ser en su totalidad inéditos.
4. Adjunto al Trabajo, en sobre cerrado, se enviará una nota informativa con: · El Nombre del autor · Sus datos de localización (Domicilio completo, teléfono y correo electrónico) · Una nota biobibliográfica, de una cuartilla como máximo. En la parte exterior del sobre debe escribirse el seudónimo y el nombre de la obra concursante. En ningun caso se devolverán originales.
5. Las obras presentadas no deberán estar participando en otros concursos ni en espera de aprobación o dictamen.
6. Se podrá participar con el número de obras que se desee, amparados bajo distintos seudónimos.
7. El Plazo Límite de Envío es el 5 de julio de 2010.
8. Los participantes deberán enviar el material a: FUNDACIÓN PARA LAS LETRAS MEXICANAS, A.C. Premio Hispanoamericano de Poesía Para Niños 2009 Liverpool 16, Col. Juárez, Delegación Cuauhtémoc, México, D.F. C.P. 06600, México.
9. El Jurado dictaminador estará integrado por tres jrados de reconocido prestigio.
10. El resultado del concurso será inapelable y se dará en Octubre de 2010.

Para mayor información y consulta de bases los interesados pueden dirigirse al correo electrónico: premio@fundacionletrasmexicanas.org o consultar la página webhttp://www.fundacionletrasmexicanas.org/

Jorge Santkovsky: Sopesando milagros...

Éxtasis

Con un escalofrío suave
la piel se estrella,
suaves nubes la acarician.

No es el cuerpo quien se aquieta
son los ojos que ya no quieren rutina.


Devorar

La ciudad respira.
Observo con detalle
uno a uno
cada rostro.

No serán devorados,
esta vez,
vertiginosamente:

Rastrearé
huecos y claves,
horas y días.

La ciudad es una suma de rostros
no necesita de vientos ni de tempestades.

Sólo suspiros,
una mirada atenta.

Una melodía.


Inoportuno

A mi alrededor
todos actúan del modo esperado.

La vida
ocurre ahora.

Por largas temporadas
vivir resultó inoportuno.
Fueron tiempos fatuos
esclavos sin amo
instantes ausentes.

La vida ocurre ahora.
Camino lento y pausado,
Sopesando milagros.


Sencillo

No hay odio en el instante,
tus oídos no perciben el pasado.
Tus ojos no ven las imágenes
que tanto te atormentan.

Todos es más sencillo,
el aire fresco lo prueba.


Mentira

Ellos me acompañan,
es mentira que estoy solo.

A menudo en calma
otras con furia,
pregunto
y me responden.

Ellos me acallan,
me elogian,
me ignoran.

Si me ves solo,
caminando
de esquina a esquina,
no estoy solo
ellos me acompañan.


Abismo

Ambas
gota y río,
son fronteras
linderas al abismo.

Denuncia de unos ojos
que ven sólo el fragmento.

Aquello que es todo en sí.
Aquello que es nada.


Cuadras

Ya es más allá
del futuro de mis sueños.
He caminado
por el largo balcón,
donde la suerte
muda en promesas.

Perdí el miedo al espanto
y los malos presagios
no se cumplieron.

Esas cuadras ajenas
las recorrí dos veces.

Una como sonámbulo,
otra como dueño
de mi propio andar
y de mis sueños

*Jorge Santkovsky (Bahía Blanca, 1957). Actualmente reside en Buenos Aires. Cursó estudios de Matemática (UBA). Es presidente de la Asociación Argentina del Juego de Go. Además de Revelaciones, su primer libro editado, tiene inéditos los siguientes libros: Otras criaturas, Breves y muy breves, Acerca de los dioses, el amor y los sueños.
* Los poemas que se transcriben están incluidos en su libro Revelaciones (Editorial Huesos de Jivia, 2010).

martes, abril 20, 2010

Pequeño Editor en la Feria del Libro, Novedades 2010

Pasamos el año con la cabeza en las nubes, tocando candombe y tratando de adivinar los sueños del agua, ¿pueden salir buenos libros de semejantes experiencias?
Los esperamos en el stand 322 Pabellón Azul. El stand de la bibliodiversidad.

NOVEDADES 2010

Con la cabeza en las nubes
Un libro no solo para dibujar y pintar
Diego Bianki y con la colaboración de: Douzou, C. Turdera, Gusti, V. Vidali, E. Pico, R. Veroni, J. Parrondo, J. Carbajal, M. Setton, Maitena, Isol, G. Lis, G. Ueno, Delius, Cascor, A. Murphy and B.Pratt.

Bajo la consigna “¿Qué ves en esa nube?”, cada lector hace su intervención junto a la de un artista invitado. Un libro ilustrado, un libro de fotografías, un libro para dibujar y pintar y un informe científico sobre las nubes. ¡Todo entre dos tapas!
64 páginas a color.
http://www.pequenoeditor.com/conLaCabezaEnLasNubes.htm

Los sueños del agua
María del Carmen Colombo/ Cristian Turdera

¿Con qué sueña el agua tendida en un charco? Un misterio al que todos los chicos del mundo se asoman y que solo la poesía puede develar.
36 páginas
http://www.pequenoeditor.com/suenosDelAgua.htm


Candombe, Fiebre de carnaval
Diego Bianki

Bianki sigue a una comparsa y capta escenas del Carnaval tal como suena en los tambores afro rioplatenses y en su imaginación.
32 páginas
http://www.pequenoeditor.com/vargra_candombe.htm


APU!
Leo Arias

Historias de pocas palabras que todos pueden seguir ….con un alegre sobresalto. Ideal para leer solos y compartir entre muchos.
28 páginas
http://www.pequenoeditor.com/apu.htm
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FESTIVAL DE POESÍA EN LA FERIA

20 % de descuento en los libros de poesía de pequeño editor.

Del 25 al 29 de abril la Feria del Libro recibe a poetas del país y del mundo.
Pequeño editor se suma a esta fiesta con la publicación del primer libro que la reconocida poeta argentina María del Carmen Colombo escribe incluyendo a los niños.
http://blogdelamasijo.blogspot.com/

¡¡¡Una colección única de poesía contemporánea ilustrada!!!

Canción decidida: Wapner/ Turdera
Nariz de Higo Iannamico/ Bianki
Reina Mab Shakespeare/ Kaufman/ Turdera
Quiero ver una vaca Fierro/ El pingüinazo
El paraíso viviente Varela/ Vietto

Apostamos a que cada libro sea un lugar donde se potencien las energías creativas de niños y adultos lectores.

Enlace: www.pequeñoeditor.com
www.pequenoeditor.blogspot.com


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www.pequenoeditor.com

Quinto Festival Internacional de Poesía en la Feria del Libro de Buenos Aires

Del 25 al 29 de abril: Programa
Domingo 25 de abril (Sala Jorge Luis Borges)
20:30
Apertura del Festival
Palabras: Graciela Aráoz (San Luis, residente en CABA).
Conferencia: Antonio Gamoneda (España).
Presenta: Graciela Aráoz (San Luis, residente en CABA)

Lunes 26 de abril (Sala Julio Cortázar)
17:30 a 18:45
Recital de poesía
Participan: Luis Raúl Calvo (CABA), Macky Corbalán (Neuquén), José María Memet (Chile), Francisco Daireaux (CABA).
Coordina: Poly Balestrini (CABA).
19:00 a 19:40
Charla: “El pudor de la poesía”: a cargo de Luis Gusmán (CABA).
19:50 a 21:30
Recital de poesía: Participan: Rodolfo Edwards (CABA), Danilo Incerti (La Pampa), Leonardo Martínez (Catamarca, residente en CABA), Jaime B. Rosa (España).
Coordina: Aldana Gaggero (CABA).

Martes 27 de abril (Sala Julio Cortázar)
19:00 a 20:15
Recital de poesía: Participan: Elena Anníbali (Córdoba), Leopoldo Castilla (Salta, residente en CABA), Pedro Enríquez (España), Beatriz Schaefer Peña (CABA).
Coordina: Inés Manzano (CABA).
20:30 a 21:45
Recital de poesía: Participan: Alfredo Luna (Catamarca, residente en CABA), Esteban Nicotra (Córdoba), Hilda Rais (CABA), Adnan Ozer (Turquía).
Coordina
Gisella Galimi (CABA).
Miércoles 28 de abril (Sala Julio Cortázar)
17:30 a 18:45
Recital de poesía
Participan
Concepción Bertone (Santa Fe), Lourdes González Herrero (Cuba), Darío Jaramillo (Colombia), Alberto Szpunberg (CABA).
Coordina: Laura López (CABA).
19:00 a 20:15
Recital de poesía: Participan: María Julia de Ruschi (CABA), Bruno Di Benedetto (Chubut), Hélène Dorion (Canadá), Miguel Ángel Federik (Entre Ríos).
Coordina: Juan Pablo Bertazza (CABA)
20:30
Cierre del Festival: a cargo de Yutaka Hosono (Japón).
Presenta: Graciela Aráoz (San Luis, residente en CABA).

Jueves 29 de abril (Bares Notables): Lectura de poesía en bares notables (CABA)

Café Margot, Boedo 857
Participan : José María Memet, (Chile) Elena Anníbali (Córdoba), Francisco Daireaux (CABA).
Coordina: Aldana Gaggero (CABA).

Café Tortoni, Av. de Mayo 825/29
http://www.cafetortoni.com.ar/
Participan
Pedro Enríquez (España), Rodolfo Edwards (CABA), Danilo Incerti (La Pampa).
Coordina: Inés Manzano (CABA).

Clásica y Moderna, Av. Callao 892
http://www.clasicaymoderna.com/
Participan : Lourdes María González Herrero (Cuba), María Julia De Ruschi (CABA), Miguel Ángel Federik (Entre Ríos).
Coordina : Gisela Galimi (CABA).

Confitería del Hotel Castelar, Av. de Mayo 1048
http://www.castelarhotel.com.ar/
Participan : Jaime Romero Rosa (España), Alfredo Luna (Catamarca), Beatriz Schaefer Peña (CABA).
Coordina: Poly Balestrini (CABA).

36 Billares, Av. de Mayo 1265/71
http://www.los36billares.com.ar/
Participan: Concepción Bertone (Santa Fe), Hilda Rais (CABA), Leonardo Martínez (Catamarca), Esteban Nicotra (Córdoba).
Coordina : Juan Pablo Bertazza (CABA).

Café El Banderín, Guardia Vieja 3601
http://www.elbanderin.com.ar/
Participan: Macki Corvalán (Neuquén), Leopoldo "Teuco"Castilla (Salta), Alberto Szpunberg (CABA), Luis Raúl Calvo (CABA)
Coordina Laura López (CABA).
19:00
Cierre: “Poetas con megáfono”, Centro Cultural de España en Buenos Aires,
Balcarce 1150
http://www.cceba.org.ar/
Participan: Bruno Di Benedetto (Puerto Madryn); Hélène Dorion (Canadá), lectura en español por Mónica Tracey; Lourdes González Herrero (Cuba); Yutaka Hosono (Japón), lectura en español por Julio Salgado; Darío Jaramillo Agudelo (Colombia); Adnan Özer (Turquía), lectura en español por Víctor Redondo; Antonio Gamoneda (España).
Presenta: Graciela Aráoz

Presentación Colección Gama (poesía) Editorial Cilc

Hoy, martes 20 de abril, a las 19.30, en Libros del Pasaje (Thames 1762, ex Boutique del Libro) se presentará la Colección Gama, poesía, de la nueva Editorial CILC. Habrá lecturas y entrevistas con los autores publicados. Entrada libre.

viernes, abril 16, 2010

Presentación de libros y del Concurso Macedonio Fernández 2010 en la Feria del Libro

La Fundación Médica de Lomas de Zamora y el Taller Macedonio Fernández de lectura y escritura creativa, invitan a la presentación de los libros: Pasto del Fuego, de Gustavo Fontán, La hija del carnicero, de Analía Mehlberg, Fast Food, de Carolina Bruck, Sabactani, de Gustavo Weisberger, Cuerdas rotas, de Alejandro Tloupakis, Strip, de Marión Berguenfeld, ganadores de las tres últimas entregas del Concurso Nacional Macedonio Fernández de narrativa breve y poesía. El acto se realizará en la 36a Feria Nacional del Libro de Buenos Aires, Sala Roberto Arlt, el viernes 23 de abril de 2010, a las 15.
Hablarán de las obras los escritores: María del Carmen Colombo, Inés Garland, María Isabel Pazos, Javier Adúriz y Roberto Ferro.
Coordinación general: Roxana Palacios
Habrá un brindis después de la presentación, los esperamos!

jueves, abril 15, 2010

Pen Press, plaquetas de poesía

Nos informa desde la ciudad de Nueva York la poeta argentina Mercedes Roffé:
Que Pen Press Plaquetas de Poesía y the Mulberry Branch of the New York Public Library organizan una lectura de poesía bilingüe (inglés-español), que se realizará el miércoles 21 de abril, al las 6.30, en 10 Jersey Street, ciudad de Nueva York.
El encuentro contará con la participación de Ann Lauterbach, autora de Eclipse con objeto, traducido al inglés por Marta López-Luaces, y de Leonard Schwartz, autor de Bendiciones gnósticas y otros poemas, traducidos al inglés por Mercedes Roffé.

IV Encuentro Binacional de Poesía Conversaciones de otoño 2010

Gracias al poeta Miguel Martínez, nos enteramos a través de Facebook, que, desde ayer 15 de abril y hasta el 18 se realiza en la ciudad de Roca (Río Negro), la cuarta edición del Encuentro Binacional de Poesía Conversaciones de Otoño. El evento, de carácter libre, gratuito y abierto a toda la comunidad, cuenta con la presencia de artistas y poetas del sur de Chile y de la Argentina .
A continuación, se detalla, sin orden establecido, a los poetas y artistas que serán de la partida:

1. Liliana Campazzo (El Cóndor) 2. Mochi Leite (Tierra del Fuego) 3. Sergio De Matteo (La Pampa) 4. Maky Corvalán (Neuquén) 5. Bruno Di Benedetto (Pto. Madryn) 6. Iris Giménez (Viedma) 7. Aldo Novelli (Neuquén) 8. Yenny Paredes (Valdivia) 9. Ana Grandoso (Viedma) 10. Jorge Spíndola (Trelew) 11. Majo Abeijón (Rada Tilly) 12. Paula Yende (Junín) 13. Nanim Rekacz (Neuquén) 14. Martin Maggi (Neuquén) 15. Lucía Orellana (Valdivia - CH) 16. Maggie de Koenisberg (BsAs) 17. Duilio Pierri (BsAs) 18. Maha Vial (Valdivia - CH) 19. Maritza Kutsanovic (Viedma) 20. Tomás Watkins (Neuquén) 21. Lucho Carranza (Trelew) 22. Carlos Blasco (Roca) 23. Rafael Urretabizcaya (S M de los Andes) 24. Miguel Oyarzabal (Pto. Madryn) 25. Miguel Martínez (Bahía Blanca) 26. Pablo Montanaro (Neuquén) 27. Gerardo Quezada R. (IV Región - CH) 28. Dante Sepúlveda(Villalonga) 29. Roman Cura (Trelew) 30. Gerardo Burton (Neuquén) 31. Bernardo Colipán (Osorno - CH) 32. Jorge Velasquez (Temuco - CH) 33. Egor Mardones (Chile) 34. Oscar Mansilla (Chile) 35. Roxana Miranda (Villa Panorámica - CH) 36. Miguel Rojas (Trelew) 37. Natalia Maldonado (Trelew) 38. René Rivera (Trelew) 39. Verónica Padín (Neuquén) 40. Horacio García (Neuquén) 41. Eduardo Palma Moreno (Neuquén) 42. Ricardo Fonseca (Neuquén) 43. Karina Romero (Roca) 44. Claudia Salazar (Las Grutas) 45. Stella Sanguinetti (Neuquén) 46. Damsi Figueroa (Talcahuano - Chile) 47. Carina Noscenzo (Roca) 48. Centro de Escritores de Roca (Roca) No confirmaron nombres 49. Viviana Portnoy y alumnos (Roca), 50. Miguel Martínez.

miércoles, abril 14, 2010

Colección Gama, de Editorial Cilc

El martes 20 de abril, 19.39, en Libros del Pasaje (Thames 1762, ex Boutique del Libro) se presentaran los libros de de la Colección Gama, de Editorial CILC. Habrá lecturas y entrevistas con los autores.

martes, abril 13, 2010

Carolina Esses, Temporada de invierno

El martes 20 de abril, a las 20, en Fedro San Telmo, Carlos Calvo 578, se presentará el libro de Carolina Esses, Temporada de invierno, publicado por el sello Bajo la Luna.
La presentación estará a cargo de las poetas Andy Nachón y Mori Ponsowy.

Nelson Guerra: Guaroj de Martes 13

Nos explica el poeta uruguayo Nelson Guerra acerca del “guaroj”:
"Guaroj es una palabra sobreviviente del lenguaje perdido de los charrúas, significa "diez": yo planteé esa forma que consiste en estrofas de 10 versos octosílabos con rima asonantada en los pares, y reiteración forzada del 1er. y 4to. verso, como noveno y décimo. No es la gran reforma, ni nada que se le parezca, lo creé pensando que podría servir de acicate para que otros elaboraran formas novedosas y destacables. No soy un poeta formalista, lo mío discurre por igual en todos los caminos de la poesía. El resultado fue notable. Cantidad de poetas de varios países americanos, y también de España, respondieron con sus guaroj. Ahora estamos experimentando con otras métricas. Tenemos el guaroj, el guaroj de itálico modo (endecasílabo), tridecasílabo, heptadecasílabo, y la experimentación no se detiene. "

Y nos envía su GUAROJ DE MARTES 13

Si al salir está oscuro y pasa un fraile
Y además se te cruza un gato negro
Por las dudas, mejor toca madera
Que tu paso primero sea el derecho
No converses con viudas por las calles
No uses nada amarillo, te lo ruego
Ni que hablar de pasar bajo escaleras
Mucho menos pisar caca de perro
Si al salir está oscuro y pasa un fraile
Que tu paso primero sea el derecho

Lleva un gajo de ruda en el bolsillo
Aunque apeste, peor es no tenerlo
No derrames la sal, tampoco silbes
Maneja con cuidado los espejos
Pon un cuatro de copas en tu almohada
Que el paraguas no vaya a estar abierto
Que este martes es trece, ten cuidado
No te pongas sombrero bajo techo
Lleva un gajo de ruda en el bolsillo
Maneja con cuidado los espejos.

Si te abordan gitanas, las atiendes
Dales siempre cigarros, dales fuego
Mas rechaza escuchar “buenaventuras”
Con cariño, sonrisas, con respeto
Entra a un bar, pide un trago, el que te guste
La mitad lo derramas en el suelo
Hoy no es día de andar comprando ropa
Hoy no tires al tacho panes viejos
Si te abordan gitanas, las atiendes
Con cariño, sonrisas, con respeto.

Si te chistan lechuzas, te persignas
Hoy, prohibida la entrada al cementerio
Al pasar frente a uno, te descubres
Y también ante un fúnebre cortejo
Cuidate de llevar tu medallita
El llavero con pata de conejo
Y una figa, que ayuda como nada
De coral, es magnífico amuleto
Si te chistan lechuzas, te persignas
Y también ante un fúnebre cortejo

No me vayas a ver supersticioso
Ni un esclavo de cábalas y agüeros
No lo soy, soy prudente, simplemente
A la hora de dar estos consejos
No soy hombre de ver brujas y brujos
Que las hay? Sí, las hay, dalo por cierto
Pero alguna razón tendrán los ritos
Que heredamos de oscuros, viejos tiempos
No me vayas a ver supersticioso
A la hora de dar estos consejos

*Nelson Guerra nació en Montevideo, en 1943. Poeta y narrador. En 1974 edita la revista de arte y literatura Imágenes. Interviene en la muestra de poesía ilustrada organizada por el Ateneo de Montevideo. Es docente de los talleres literarios del departamento de Maldonado. Publicó, entre otros, los siguientes libros: El esquema, cuentos, 1974; Los ojos del viento sur, cuentos, 1983; Más o menos a las siete, 2002, cuentos. Verso libre, poesía. Recibió diversos premios.

Jorge Leonidas Escudero: presentación de Aún ir a unir y proyección de Oro nestas piedras

El miércoles 21 de abril a las 19, en el auditorio del Malba, se presentará el último libro del poeta sanjuanino Leonidas Escudero Aún ir a unir (ediciones en danza). Participarán los poetas Luis Tedesco y Javier Cófreces.
A continuación se proyectará el documental Oro nestas pìedras, basado en la vida y obra de Escudero.

lunes, abril 12, 2010

Hilda Rais: Ensayo y serenata

un ensayo es provocar la eternidad
y disfrazarse en la creencia
de que hay final
un día


ahuyentarlo
postergar
atacarlo
cultivar la renuencia
clavarse los puñales
repudiar pruebas de fertilidad
enfermarse

no tener ganas

lúcido veneno de incertidumbre
tanto trabajo

siempre se estrena
una vela



sobre la mesa de escribir debo tener
alguna cosa brillante pequeña
tenue reflejo del ataque de la luz



Hay este sabor planchado en mi boca de palabra,
leve, constante, pesada lasitud
¿la furia se anuncia con tanta calma?
mala espina el temblor que ofrece
iluminar de la costumbre plana
un relieve.


¿Esquivaré el mal paso?
Mortífera será la medianía.
Busca es difícil,
encontrar es peor.



Tanto tiempo mirando lo mismo.

Mientras duele
no quedarse los ojos muy cerca.

En convalescencia
la curva de una ola parece abrazo
y es rompiente.



Se clava en mi comodidad
boca lastimada muerdo ahogo
agua dentellada

poco curiosa del aire
extraerme
salir
llena de palabras que harían de mí
una fresca exposición pescada
o conserva en lata de vacuidad



Campo es orégano
cultivo una tormenta adelgazada.
Contra la caña de pescar
halcón cegado cazando presa.

...

Qué malicia descompone lo que hablamos?
¿la interpretación
la sordera sonora
la traductora pobre de vocabulario
el malentendido, el malmomento
la entonación, el tono, el tonito
la pena certeza de lo no decible?

Escuchar tu silencio me deshace
y quisiera olvidar lo que dijiste.


Palabras de intoxicación
cesen de retumbar.
Abrazo del amor silente.

...
Los sueños se van de un plumazo
con el recuento del despertar.
Pasión de almohada.
...

En el imperio de santuarizar origen
molesta lo concebido, oscuro ruido

asestar identidad
rastrear genealogía
vestir atávicas raíces
creer que descender abriga

no hay amparo en una flecha
dibujada en un árbol ilustrado

ancestro no es herencia
rasgo facial no es tatuaje
nombre no es pertenencia

*Hilda Rais (Buenos Aires, 1951). Publicó:Diario colectivo, con María Inés Aldaburu, Inés Cano y Nené Reynoso (1982), Indicios (1984), Belvedere (1990, reedit. 1996), Salirse de madre (publicación conjunta) 1990, Locas por la cocina, ficción (1998), Ensayo y serenata (2009).
*Del libro Ensayo y serenata (Ediciones del Dock, 2009).

Diana Bellessi, ciudadana ilustre de la ciudad

El viernes 23 de abril, a las 19, en el Jardín Botánico, la escritora Diana Bellessi será declarada ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Graciela Cros: presentación de dos de sus nuevos libros

El viernes 23 de abril, a las 19, en la biblioteca Sarmiento, de Bariloche (Cento Cívico), se presentarán dos nuevos libros de la escritora Graciela Cros: Mansilla"(Ediciones en Danza, Bs. As., 2010)y Hacer la de Elvis (Editorial CILC, Bs. As., 2009).
A l llegar y al partir, habrá brindis. Y la entrada es libre y gratuita. Qué más...?

domingo, abril 11, 2010

John Berger: el deseo es un intercambio de escondites

Agradecemos a la poeta Claudia Masín nos haya hecho conocer, a través de facebook, este fragmento del texto de John Berger, Esa belleza.

"El deseo sexual, si es recíproco, origina un complot de dos personas que hacen frente al resto de los complots que hay en el mundo. Es una conspiración de dos.
El plan es ofrecer al otro un respiro ante el dolor del mundo. No la felicidad sino un descanso físico ante la enorme responsabilidad de los cuerpos hacia el dolor.
En todo deseo hay tanta compasión como apetito. Sea cual sea la proporción, las dos cosas se ensartan juntas. El deseo es inconcebible sin una herida. Si hubiera alguien sin heridas en este mundo, viviría sin deseo.
El cuerpo humano realiza proezas, posee gracia, picardía, dignidad y otras muchas capacidades, pero también resulta intrínsecamente trágico como no lo es ningún cuerpo de animal (ningún animal está desnudo).
El deseo anhela proteger al cuerpo amado de la tragedia que encarna y, lo que es más, se cree capaz. La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar de exención, necesariamente temporal, de la herida incurable de la que es depositaria la carne. Ese lugar es el interior del otro cuerpo. La conspiración consiste en deslizarse al interior del otro, allí donde no se les pueda encontrar. El deseo es un intercambio de escondites. (hablar de "volver al útero" es una vulgar simplificación).
Tocar una pierna con mano de amante. Que sea para excitar o para relajar no supone diferencia alguna. El tacto aspira a alcanzar, más allá del fémur, la tibia o el peroné, el propio corazón de la pierna, y el amante completo espera acompañar ese gesto y habitar en él. No hay altruismo en el deseo. Al principio están implicados dos cuerpos y la exención, siempre y cuando se logre, los protege a ambos. La exención es inevitablemente breve, y sin embargo, lo promete todo. La exención suprime la brevedad y con ella las penas asociadas a la angustia de lo efímero.
Ante la mirada de una tercera persona, el deseo es un breve paréntesis. Desde dentro, una inmanencia y una entrada en la plenitud. Normalmente la plenitud se considera una acumulación. El deseo revela que es un despojamiento: la plenitud de un silencio, de una oscuridad."

sábado, abril 10, 2010

Violeta Parra: Mi paso retrocedido/cuando el de ustedes avanza

Volver a los diecisiete

Volver a los diecisiete
después de vivir un siglo
es como descifrar signos
sin ser sabio competente,
volver a ser de repente
tan frágil como un segundo,
volver a sentir profundo
como un niño frente a Dios,
eso es lo que siento yo
en este instante fecundo.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra.
Como el musguito en la piedra
ay sí sí sí...

Mi paso retrocedido
cuando el de ustedes avanza,
el arco de las alianzas
la pena ha penetrado en mi nido,
con todo su colorido
se ha paseado por mis venas
y hasta las duras cadenas
con que nos ata el destino
es como un diamante fino
que alumbra mi alma serena.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra.
Como el musguito en la piedra
ay sí sí sí...

Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el mas claro proceder
ni el más ancho pensamiento,
todo lo cambia el momento
cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencias,
sólo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra.
Como el musguito en la piedra
ay sí sí sí...

El amor es torbellino
de pureza original,
hasta el feroz animal
susurra su dulce trino,
detiene a los peregrinos,
libera a los prisioneros,
el amor con sus esmeros
al viejo lo vuelve niño
y al malo solo el cariño
lo vuelve puro y sincero.

Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra,
y va brotando, brotando,
como el musguito en la piedra.
Ay si si si...

De par en par en la ventana
se abrió como por encanto,
entró el amor con su manto
como una tibia mañana,
al son de su bella diana
hizo brotar el jazmín,
volando cual serafín
al cielo le puso aretes
y mis años en diecisiete
los convirtió el querubín.

Herta Müller: La oración fúnebre*

En la estación, los parientes avanzaban junto al tren humeante. A cada paso agitaban el brazo levantado y hacían señas.
Un joven estaba de pie tras la ventanilla del tren. El cristal le llegaba hasta debajo de los brazos. Sostenía un ramillete ajado de flores blancas a la altura del pecho. Tenía la cara rígida.
Una mujer joven salía de la estación con un niño de aspecto inexpresivo. La mujer tenía una joroba.
El tren iba a la guerra.
Apagué el televisor.
Papá yacía en su ataúd en medio de la habitación. De las paredes colgaban tantas fotos que ya ni se veía la pared.
En una de ellas papá era la mitad de grande que la silla a la cual se aferraba.
Llevaba un vestido y sus piernas torcidas estaban llenas de pliegues adiposos. Su cabeza, sin pelo, tenía forma de pera.
En otra foto aparecía en traje de novio. Sólo se le veía la mitad del pecho. La otra mitad era un ramillete ajado de flores blancas que mamá tenía en la mano. Sus cabezas estaban tan cerca una de la otra que los lóbulos de sus orejas se tocaban.
En otra foto se veía a papá ante una valla, recto como un huso. Bajo sus zapatos altos había nieve. La nieve era tan blanca que papá quedaba en el vacío. Estaba saludando con la mano levantada sobre la cabeza. En el cuello de su chaqueta había unas runas.
En la foto de al lado papá llevaba una azada al hombro. Detrás de él, una planta de maíz se erguía hacia el cielo. Papá tenía un sombrero puesto. El sombrero daba una sombra ancha y ocultaba la cara de papá.
En la siguiente foto, papá iba sentado al volante de un camión. El camión estaba cargado de reses. Cada semana papá transportaba reses al matadero de la ciudad. Papá tenía una cara afilada, de rasgos duros.
En todas las fotos quedaba congelado en medio de un gesto. En todas las fotos parecía no saber nada más. Pero papá siempre sabía más. Por eso todas las fotos eran falsas. Y todas esas fotos falsas, con todas esas caras falsas, habían enfriado la habitación. Quise levantarme de la silla, pero el vestido se me había congelado en la madera. Mi vestido era transparente y negro. Crujía cuando me movía. Me levanté y le toqué la cara a papá. Estaba más fría que los demás objetos de la habitación. Fuera era verano. Las moscas, al volar, dejaban caer sus larvas. El pueblo se extendía bordeando el ancho camino de arena, un camino caliente, ocre, que le calcinaba a uno los ojos con su brillo.
El cementerio era de rocalla. Sobre las tumbas había enormes piedras.
Cuando miré el suelo, noté que las suelas de mis zapatos se habían vuelto hacia arriba. Me había estado pisando todo el tiempo los cordones, que, largos y gruesos, se enroscaban en los extremos, detrás de mí.
Dos hombrecillos tambaleantes sacaron el ataúd del coche fúnebre y lo bajaron a la tumba con dos cuerdas raídas. El ataúd se columpiaba. Los brazos y las cuerdas se alargaban cada vez más. Pese a la sequedad, la fosa estaba llena de agua.
Tu padre tiene muchos muertos en la conciencia, dijo uno de los hombrecillos borrachos.
Yo le dije: estuvo en la guerra. Por cada veinticinco muertos le daban una condecoración. Trajo a casa varias medallas.
Violó a una mujer en un campo de nabos, dijo el hombrecillo. Junto con cuatro soldados más. Tu padre le puso un nabo entre las piernas. Cuando nos fuimos, la mujer sangraba. Era una rusa. Después de aquello, y durante semanas, nos dio por llamar nabo a cualquier arma.
Fue a finales de otoño, dijo el hombrecillo. Las hojas de los nabos estaban negras y pegadas por la helada.
El hombrecillo colocó luego una piedra gruesa sobre el ataúd.
El otro hombrecillo borracho siguió hablando:
Ese Año Nuevo fuimos a la ópera en una pequeña ciudad alemana. Los agudos de la cantante eran tan estridentes como los gritos de la rusa. Abandonamos la sala uno tras otro. Tu padre se quedó hasta el final. Después, y durante semanas, llamó nabos a todas las canciones y a todas las mujeres.
El hombrecillo bebía aguardiente. Las tripas le sonaban. Tengo tanto aguardiente en la barriga como agua subterránea hay en las fosas, dijo.
Luego colocó una piedra gruesa sobre el ataúd.
El predicador estaba junto a una cruz de mármol blanco. Se dirigió hacia mí. Tenía ambas manos sepultadas en los bolsillos de su hábito.
El predicador se había puesto en el ojal una rosa del tamaño de una mano. Era aterciopelada. Cuando llegó a mi lado, sacó una mano del bolsillo. Era un puño. Quiso estirar los dedos y no pudo. Los ojos se le hincharon del dolor. Rompió a llorar en silencio.
En tiempos de guerra uno no se entiende con sus paisanos, dijo. No aceptan órdenes.
Y el predicador colocó luego una piedra gruesa sobre el ataúd.
De pronto se instaló a mi lado un hombre gordo. Su cabeza parecía un tubo y no tenía cara.
Tu padre se acostó durante años con mi mujer, dijo. Me chantajeaba estando yo borracho y me robaba el dinero.
Se sentó sobre una piedra.
Luego se me acerco una mujer flaca y arrugada, escupió a la tierra y me dijo ¡qué asco!
La comitiva fúnebre estaba en el extremo opuesto de la fosa. Bajé la mirada y me asusté, porque se me veían los senos. Sentí mucho frío.
Todos tenían los ojos puestos en mí. Unos ojos vacíos. Sus pupilas punzaban bajo los párpados. Los hombres llevaban fusiles en bandolera, y las mujeres desgranaban sus rosarios.
El predicador se puso a juguetear con su rosa. Le arrancó un pétalo color sangre y se lo comió.
Me hizo una señal con la mano. Me di cuenta de que tenía que decir unas palabras. Todos me miraban.
No se me ocurría nada. Los ojos se me subieron por la garganta a la cabeza. Me llevé la mano a la boca y me mordí los dedos. En el dorso de mi mano si veían las huellas de mis dientes. Unos dientes cálidos. Por las comisuras de los labios empezó a gotear sangre sobre mis hombros.
El viento me había arrancado una de las mangas del vestido, que ondeaba ligera y negra en el aire.
Un hombre apoyó su bastón de caminante contra una gruesa piedra. Apuntó con un fusil y disparó a la manga. Cuando cayó al suelo ante mi cara, estaba llena de sangre. La comitiva fúnebre aplaudió.
Mi brazo estaba desnudo. Sentí cómo se petrificaba al contacto con el aire.
El predicador hizo una señal. Los aplausos enmudecieron.
Estamos orgullosos de nuestra comunidad. Nuestra habilidad nos preserva del naufragio. No nos dejamos insultar, dijo. No nos dejamos calumniar. En nombre de nuestra comunidad alemana serás condenada a muerte.
Todos me apuntaron con sus fusiles. En mi cabeza retumbó una detonación ensordecedora.
Me desplomé y no llegué al suelo. Permanecí en el aire, flotando en diagonal sobre sus cabezas. Fui abriendo suavemente las puertas, una a una.
Mi madre había vaciado todas las habitaciones.
En el cuarto donde habían velado el cadáver se veía ahora una gran mesa. Era una mesa de matarife. Encima había un plato blanco vacío y un florero con un ramillete ajado de flores blancas.
Mamá llevaba puesto un vestido negro y transparente. En la mano tenía un cuchillo enorme. Se acercó al espejo y se cortó la gruesa trenza gris con el cuchillo enorme. Luego la llevó a la mesa con ambas manos y puso uno de sus extremos en el plato.
Vestiré de negro toda mi vida, dijo.
Encendió uno de los extremos de la trenza, que iba de un lado a otro de la mesa. La trenza ardió como una mecha. El fuego lamía y devoraba.
En Rusia me cortaron el pelo al rape. Era el castigo más leve, dijo. Apenas podía caminar de hambre. De noche me metía a rastras en un campo de nabos. El guardián tenía un fusil. Si me hubiera visto, me habría matado. Era un campo silencioso. El otoño tocaba a su fin, y las hojas de los nabos estaban negras y pegadas por la helada.
No volví a ver a mi madre. La trenza seguía ardiendo. La habitación estaba llena de humo.
Te han matado, dijo mi madre.
No volvimos a vernos por la cantidad de humo que había en la habitación. Oí sus pasos muy cerca de mí. Estiré los brazos tratando de aferrarla.
De pronto enganchó su mano huesuda en mi pelo. Me sacudió la cabeza. Yo grité.
Abrí bruscamente los ojos. La habitación daba vueltas. Yo yacía en una esfera de flores blancas ajadas y estaba encerrada.
Luego tuve la sensación de que todo el bloque de viviendas se volcaba y se vaciaba en el suelo.
Sonó el despertador. Era un sábado por la mañana, a las seis y media.

*Del libro, En tierras bajas, Punto de Lectura, 2010.
**Herta Müller (Nitzkidorf, 1953).

viernes, abril 09, 2010

Quinto encuentro poético: una jornada para el diálogo

Con la participación de destacados poetas, se llevará a cabo el 5to. Encuentro Poético
Una jornada para el diálogo.

Coordinación: Eduardo Dalter. Colaboración: Rolando Revagliatti y Nidia Santa Cruz.
_________________________________
Viernes 9 de abril, a las 19
Centro Cultural Raíces
Agrelo 3045 (entre Urquiza y La Rioja)
Ciudad de Buenos Aires

Herta Müller: La ventana*

Mamá me ciñe la octava pretina en torno a la cintura. Las pretinas son blancas y angostas. Las pretinas son calientes y oprimen la cintura y me comprimen el aliento en la garganta.
Peter aguarda sentado en una silla, a un extremo de la mesa.
Las faldas bajeras, fruncidas en pliegues de piedra, están guarnecidas de encajes. Los agujeros de los encajes y su delicada osatura pesan y huelen a moho. Los encajes tienen venas calizas como las que recorren las largas paredes del molino viejo.
La novena falda es de color gris claro como las ciruelas al amanecer. Flota sobre las faldas bajeras de piedra. Yo sólo siento su pretina caliente. La novena falda tiene flores blancas sobre un fondo de seda gris, penumbroso. Las flores son campanillas con la cabeza inclinada. Muchas de las cabezas quedan ocultas entre los pliegues. Sólo se ven cuando empiezo a girar, cuando el acordeón resuena, cuando el clarinete negro grita, cuando la piel de ternera del tambor zumba.
Peter me hace girar en torno a su cara.
Las campanillas blancas se marean y susurran una cadencia. Mis zapatos pisan una cadencia, los flecos de mi dengue tiemblan una cadencia, mis cabellos vuelan una cadencia. Un rizo se me cae sobre la oreja, otro se me cae sobre la nuca, otro se me cae sobre la base de la nariz y huele a pasta de ciruela. El tambor zumba hueco como un puente.
Toni gira su media cara tras la cabeza de Bárbara. Mis ojos giran junto a la oreja de Toni. Mis orejas giran en torno a la cabeza de Peter.
La piel de ternera me zumba en las sienes, en los codos, en las rodillas. La piel de ternera me zumba bajo el dengue, bajo la piel, y me oprime el corazón. Tengo las caderas calientes, los muslos tensos, mis músculos empiezan a girar sobre el vientre.
Entre Toni y yo hay cuatro dengues con flecos tremolantes. Entre Toni y yo está la cara del panadero con su clarinete negro.
Mis faldas bajeras ondean en torno a mis pantorrillas. Mi falda de seda gris gira en torno a las perneras negras de Peter. Las cabezas de las campanillas blancas se estiran entre los pliegues. Mi falda de seda gris es una campana muda.
Los muslos de Peter tiemblan cálidos. Las rodillas de Peter son duras y puntiagudas. Los ojos de Peter centellean ante mi cara. Las comisuras de sus labios brillan rojas y húmedas. La mano de Peter es grande y dura. Toni levanta la mano de Bárbara hasta su oreja.
El clarinete negro enmudece. El panadero sacude la saliva de la lengüeta. El panadero canta: ven a bailar conmigo en la mañana. Peter pega a mi cuello el blanco cuello duro de su camisa.
Cierro los ojos y bailo con Toni y mi falda de seda gris a la orilla del pueblo, detrás del molino, tras el último destello de luz blanca de la bombilla alta, bajo el puente hueco.
Mi blusa es suave, sus botones son pequeños, sus ojales, grandes. Mi falda es matinal y se alza como la niebla. Las manos de Toni arden sobre mi vientre. Mis rodillas se alejan nadando una de la otra, se alejan hasta una distancia igual al largo de mis piernas. Mi vientre tiembla, las sienes me oprimen los ojos. El puente es hueco y gime, y el eco me cae en la boca. Toni jadea, y la hierba suspira. Mi falda alborea bajo mis codos. La espalda de Toni suda entre mis manos. Arriba, en la luna, detrás de mi pelo, los perros ladran olvidados, y el guardián nocturno se apoya en la larga pared con venas calizas del molino viejo y se duerme.
El puente gira en torno a mis manos, y mi lengua gira en la boca de Toni. Toni, acezante, me abre un agujero en el vientre. Mis rodillas nadan al borde del puente. El puente cae en mis ojos. Un lodo calido fluye por mi vientre y se extiende sobre mí y me pega el aliento y me en tierra la cara.
Abro los ojos. Sobre mi frente hay unas gotas temblorosas. La lluvia cansada resbala por mi garganta bajo el puente hueco.
Peter me oprime la mano con su pulgar grande, con su sudor viscoso. Peter me hace girar en torno a él y gira en torno a mí. Yo floto en torno a Peter y mis rodillas son de plomo.
El panadero sacude la saliva de su clarinete negro y canta con garganta saltarina: pero no, pero no, dijo ella, no te besaré. Sus ojos giran como el vino en el cántaro. Los negros hombros de Toni giran en torno a los flecos volantes de Bárbara.
Peter hace la ventana conmigo. Mis dedos se pegan a los suyos. Mis brazos se enroscan en sus codos. Ante mi cara gira la ventana hecha con su carne y mis manos oprimidas. A través de la ventana veo la media cara de Toni.
Entre nuestras ventanas, por entre nuestras medias caras se asoma la cara angulosa de mi madre con un pañuelo de seda negra en la cabeza, con unos ojos saltones y punzantes, con una boca sin dientes.
Los ojos punzantes nadan fuera del rostro anguloso, fuera del pañuelo de seda negra, nadan hasta el final de la calle abierta, hasta el final del pueblo encorsetado. Pasados los últimos huertos, detrás del puente hueco, los ojos punzantes rompen la tierra y se precipitan dentro.
A la salida del pueblo se yergue una cruz. Jesús está colgado al borde del camino, Jesús lanza una mirada ausente al campo de remolachas a través de una ventana de ciruelos destrozados.
Mis ojos nadan fuera de la ventana, fuera de mi cabeza, de mi boca ardiente, de mi sudor escondido. Mi ventana es ciega. Mis brazos están mortalmente cruzados en los brazos de Peter. Miro una vez más por mi ventana ciega y digo en voz baja y deprisa: tengo náuseas.
La lengua se me hunde en la boca. Me caigo sobre mi penumbrosa campana de seda gris. Me hundo en los inquietos pliegues de las faldas negras de esas mujeres viejísimas, en las manos que intentan aferrarte, en la boca sin dientes.
Las faldas negras son tan abiertas como las calles, tan cerradas como el pueblo, tan quebradizas como esa tierra que intenta aferrarte detrás de los últimos huertos, detrás de los ojos punzantes, detrás de la boca sin dientes.
*Del libro, En tierras bajas, Punto de Lectura, 2010.
**Herta Müller (Nitzkidorf, 1953).

Revista Vacío de Perros

Galería de Arte Palermo H te invita a la presentación de la revista Vacío de Perros: es el lunes 12 de abril, a las 19, en la Galería de Arte Palermo, Cabrera 6047, entre Arévalo y Dorrego (Palermo Hollywood).

jueves, abril 08, 2010

Di Benedetto y el Mundo animal

Nido en los huesos
Yo no soy el mono. Tengo ideas distintas, aunque se nos haya puesto, por lo menos al principio, en la misma situación.
Mi padre lo trajo como a la palmera. Le sobra tierra, le sobra dinero. Puso la palmera y le pareció muy bien mientras permaneció joven y primorosa. Pero cuando se fue estirando, estirando, se fastidió de ella, por desgarbada y barbuda, por inadaptada, dice él. Porque la perdió de vista, creo yo, pues no acostumbra llevar la mirada al cielo, al menos, hacia el lado donde se erguía la palma. Mira hacia la boca del río, donde se forman las tormentas, ya que de las lluvias depende, para bien o para mal, la cosecha.
Tampoco cayó en la cuenta de que el monito no se adaptaría, no sólo por cuestiones de clima, sino porque le sería imposible adaptarse a la familia, y él quería que fuese como un miembro de la familia. Quizás no andaba del todo desacertado, pues, favorecido por ciertas consideraciones, en las que mi padre ocasionalmente se mostraba intuitivo, el pequeño simio hacía algo por ganarse el lugar que se le prometiera. Pero su sitio, en definitiva, fue la palmera. No siempre empleaba mi padre la fiesta, el alimento y la caricia; por sobre todo, lo privaba de comida y no se cuidó de educarlo verdaderamente. El mono huyó, refugiándose en la palmera, como el hijo vuelve a la madre. Bajaba sólo para hurtar o para tomar la comida que la compasión de alguien le hubiese dejado al pie de su vivienda. Vivió solo, tal como se veía la copa raquítica del árbol en su altura. Se puso huraño y meditabundo, torpe para todo lo que no fuera procurarse el sustento. Quizás por malhumor -porque el invernáculo anunciado nunca se construyó- mi padre hizo limpiar de vegetales todo el sector donde se estiraba lentamente, como un suspiro nostálgico, la palmera. Cayeron palmera y mono, y el mono se escondió entre algunos cajones y baúles hasta que los perros, enardecidos por la sangre de un pollo que dio degollado unos pasos agónicos, se le echaron encima sin que nadie se los impidiera.
* * *
Yo no soy el mono, pero también, por orden de mi padre, a causa de infracciones leves, en la niñez muchas veces tuve prohibido el acceso a la mesa. No tengo palmera, sin embargo hice de mi casa una palmera, mejor dicho, de los cuartos y de los cuadros de tierra que podían serlo, de algún paseo, de algún libro y de algún amigo. Mi palmera poseía, en verdad, muchas ramas, y por eso, quizás, tuve la posibilidad de pensar que yo no debía ser como el mono. Tal vez todo dependiese, como en el caso del simio y de la palma, del lugar de nacimiento y del ulterior destino inadecuado. No sé. Tal vez debí nacer en otras tierras y tal vez no sea así.Es posible que yo no debiese haber nacido en este tiempo. No quiero decir con ello que mi alumbramiento hubo de producirse en la Edad Media ni en el mismo año que el de Dostoyevski. No. Tal vez yo debí nacer en el siglo xxi o en el xxii. No tampoco porque crea que entonces será más fácil vivir, aunque es posible que lo sea. Para que sea posible, ya que es imposible que yo nazca transcurrida una centuria, he querido, en la medida de mis fuerzas, ser de alguna utilidad.
Cuando comprendí la inutilidad del mono pude acercarme a lo que me pareció hacerse un destino útil, siquiera sea para los demás. Su cabeza hueca me sugirió el aprovechamiento de la mía. Quise hacer de ella, y fue sencillo hacerlo, un nido de pájaros. Mi cabeza se colmó de pájaros, voluntaria y gozosamente, de mi parte y la de ellos. Gozaba, sí, por la felicidad del nido firme, seguro y abrigado que podía darles, y gozaba de otras maneras distintas. Cuando, por ejemplo, aquella vez hice mi aparición, físicamente sombría, en el semialborozo, con urdimbre de cálculo e inquietud transfigurados, del té-canasta de mi madre, y ella tuvo que decirme, retadora y perdiendo aplomo, que cómo hacía eso de ponerme a silbar en medio de la reunión de señoras. Y yo decía, con mi boca de labios desunidos nada más que por una sonrisa de lástima de su ignorancia, que no era yo mismo quien silbaba, y en aquella muchacha suscité el asombro candoroso de quien presencia el tránsito de un-dios musical, tangible y perecedero.
* * *
No fue siempre así, sino apenas unos años, quizás unos meses. Con el cambio he dudado un tanto de que haciendo la felicidad de un pájaro haré la felicidad de todas las familias de los siglos venideros. Si todos pusiéramos nuestra cabeza al servicio de la felicidad general, tal vez podría ser. Pero nuestra cabeza, no sólo el sentimiento.
Yo puse la mía y tuvo gorriones, canarios y perdices dichosos. También lo son ahora los buitres que han anidado en ella. Pero ya no puedo serlo. Son inacabablemente voraces y han afinado su pico para comerse hasta el último trocito de mi cerebro. Ya en hueso mondo, aún me picotean, no diré con saña, pero como cumpliendo una obligación. Y aunque sus picotazos fueran afectuosos y juguetones, nunca podrían ser tiernos. Duelen ferozmente, hacen doler el hueso y hacen expandir mi dolor y mi tortura en un llanto histérico y desgarrado de fluir constante. Nada puedo contra ellos y nadie puede, pues nadie puede verlos, como nadie veía a los pájaros que silbaban. Y aquí estoy yo, con mi nido rebosante de buitres que, aprovechados, insidiosos y perennes, hacen crujir, con cada picotazo de cada uno de sus mil picos, cada hueso de cada parte de todo mi esqueleto. Aquí estoy, escondido entre los baúles, a la espera de que alguno de los que antaño dieron de comer al mono se compadezca de este acorralado y azuce los perros.
Pero, por favor, que nadie, por conocer mi historia, se deje ganar por el horror; que lo supere y que no desista, si alienta algún buen propósito de poblar su cabeza de pájaros.
Volamos
Como puesta ante un apacible e inofensivo misterio, que puede serlo, con ganas de hablar, que a mí me faltan, me cuenta de su gato. Es, sí. Claro que es; pero... Ante todo, como es huérfano, recogido por compasión, se ignora su ascendencia. Es gato y le agrada el agua. De las acequias no prefiere los albañales, sino la corriente barrosa. Se lanza acezante, pisa fuerte y salpica: hunde las fauces y hace que toma, pero no toma, porque es de puro goloso que lo hace. Puede pensarse que no es un gato, que es un perro. También por su actitud indiferente en presencia de los demás gatos. Pero es que asimismo se limita a observar desde lejos a los perros y ni siquiera se enardece frente a una pelea callejera. Como al emitir la voz desafina espantosamente y además es ronco, no puede saberse si maúlla o ladra. Hago como que me asombro. Pero no abro la boca, porque de preguntar o comentar me preguntaría por qué pienso así y tendría que explicar y complicarme en un diálogo. Empero ya no me habla: se habla. Revisa lo que sabe y quiere saber más. Es gato y le gusta el agua. Eso no autoriza a concluir que sea un perro. Ni siquiera está la cuestión en que sea perro o gato, porque ni uno ni otro vuelan, y este animalito vuela; desde hace unos días se ha puesto a volar. Yo espero que me pregunte si creo que se trata de una brujería. Pero no; al parecer, no cree en eso. Yo tampoco; aunque lo pensé. Mejor dicho, pensé que ella lo pensaba. Pero no. ­¿No te maravillas? ­Sí; seguramente. Me maravillo. Cómo no. Me maravillo.Podría maravillarme, cómo no. Pero no. Puedo maravillarme porque el gato-perro vuela. Pero es que no sólo hablo. Estoy pensando. Pienso que ella supone que he de maravillarme porque lo que creyó era gato puede ser perro o lo que puede ser gato o perro puede ser un ave o cualquier otro animal que vuele. Debiera maravillarme porque, lo que se cree que es, no es. No puedo. ¿Acaso me maravilla que tú no seas lo que tu esposo cree que eres? ¿Acaso me maravilla no ser lo que mi esposa cree que soy? Tu animalejo es un cínico, nada más. Un cínico ejercitado.

Hombre-perro
Magissi me dijo: "La diferencia está en que usted cree que a veces los hombres se portan como perros y yo sé que todos los hombres son unos perros. Ësa es la diferencia entre usted y yo".
No podía darle la razón, sencillamente porque hubiera sido reconocer que él sabía más que yo. Entonces quise persuadirlo de que él se equivocaba aun respecto a mis ideas. Deshice mis anteriores argumentos y, sin llegar a usar la palabra "bueno" en un sentido general, ni para el hombre ni para el perro, opiné que uno y otro tienen sus momentos malos.
-O de maldad. ¿El momento de la perrada?
Él me preguntaba lo que sabía que yo estaba pensando. Quería que lo afirmara, que dijera simplemente "sí", pero un sí sin lugar a dudas. No pude dejar de intuir una celada, pero yo mismo me había llevado a ese punto y en consecuencia, muy a pesar de mí, tuve que decir:
-Sí.
Yo lo sabía. Me había hecho volver al punto de partida. Esa ansiedad porque dijera que sí...Si yo creía en el momento malo es que juzgaba que habitualmente son buenos. Y era todo lo contrario: habitualmente son malos y por momentos, sólo en contados momentos, buenos. Procuraba convencerme, ya sin esfuerzo, porque él podía darse cuenta fácilmente de que yo resistía por terquedad, por mantenerme en antiguas convicciones y también, desde luego, por orgullo. Aunque a él no le importaba el orgullo, ni el propio ni el mío.
Algo, algo que no se puede palpar, pero nos asiste, me soplaba al oído que la verdad estaba en mí. Sin embargo, era inútil discutir. Fastidiaba decir lo mismo, decirlo él y decirlo yo, con nuevos ejemplos o con otras palabras. En fin...
* * *
Cuando era muy joven, hasta los dieciocho años, tenía ilusiones. Tenía ilusiones porque vivían mis padres y yo no necesitaba trabajar, Ambicionaba ser director ad honorem de la Biblioteca Provincial. Cuando se volvió imperioso procurarme sustento, debí desistir de esta ambición, pero tuve suerte, de un modo relativo. La casa Raft, de la Capital, vende ficheros metálicos para bibliotecas. Al que le compra un fichero le envía, junto con el fichero, un empleado, que le organiza la biblioteca y le ficha los libros. Ese empleado era yo. Podía disponer hasta de dos semanas para organizar y fichar una biblioteca de quinientos libros. La casa Raft quiere que las cosas se hagan bien. La casa Raft quiere que el cliente quede satisfecho. Un cliente satisfecho es nuestro mejor propagandista, etc. Estaba equivocado: aun trabajando tenía ilusiones, quizás mayores.
Pero me dejaron cesante,¡maldita sea! Me pusieron cierta cantidad de billetes en un sobre. No obstante, el sobre de las explicaciones lo dejaron vacío. El empleador tiene derecho de prescindir de su empleado, siempre que lo indemnice debidamente. La Ley debe decir algo por el estilo. Y como la ley me cortaba tan bruscamente, nunca más pude, pobre de mí, pasar por esa calle de la sucursal Raft. Pensé de nuevo en la Biblioteca Provincial, ya no, por cierto, con aspiraciones de dirigirla. Pensé- y aún más, intenté- emplearme en una librería. En un diario, en un museo...
En febrero se iba vaciando del todo el único sobre lleno que me dio la casa Raft. Era el tiempo de comprar uva. Una bodega de tres cuerpos me encargó que pagará hasta cinco pesos sobre el precio oficial. Yo recorría, a pie, con toda esa tierra y ese maligno sol, viñas y viñas de diez, de cónico, de dos hectáreas. Otro corredor, de una bodega más grande, había pasado antes, en automóvil, pagando ocho pesos por encima del precio oficial.
* * *
Trabajaban ella y la madre. Quizás podrían haber dispuesto para un departamento mejor, por lo menos exento de esa vecindad que lo asemejaba al de un conventillo. Pero Barbarita prefería guardar la diferencia con el propósito de comprarse un piano. Era una desdichada ilusión, porque por cada cien pesos ahorrados el precio de los pianos aumentaba doscientos. De todas maneras, doce años sin tocar, desde los catorce...
Cuando vino Conchita Piquer al Teatro Municipal, la Perea, departamento seis, aprendió aquello de
"A la lima y al limón,
Te vas a quedar soltera..."
Se lo cantaba sin compasión. También los niños lo aprendieron.
Barbarita me lo contó; no para apurarme, estoy seguro. Me lo contó con una sonrisa triste, alguna vez que quiso hacerme entender que no sólo yo era digno de lástima.
El sábado,¡oh, qué malintencionado estaba yo!, fui preparándola y en cierto momento, bajito, muy bajito, le canté:
"A la lima y al limón,
Te vas a quedar soltera..."
Y la dejé irse, en retirada, herida, con la boca semiabierta, pero sin palabras.
¡La perrada, santa furia! ¡Mi perrada!
* * *
Sin saber hasta cuándo podría pagar la pensión, sin Barbarita, ciertamente... Uno, claro, necesita que algo suceda, está en tensión, a la espera. Y sin embargo no se le escapa que muy probablemente lo que ha de suceder será malo.
Aquel hombrecito, de mi edad, pero mucho más endeble, era mi amigo. Conversábamos y conversábamos y me daba envidia porque él tenía tiempo para leer tanto. Nunca le pregunté de qué vivía, si bien alguien me contó que del padre, y esta explicación de ninguna manera quería yo que fuese inexacta, porque me daba motivo para despreciarlo. Supe además, aunque vagamente atendí la referencia, que el padre le exigía que buscara el medio de atender a sus necesidades. Por eso él siempre hablaba de publicar una revista, de la que nunca he visto un solo número.
Lo perdí de vista tantas semanas y ahora...¡Ah, como me lo esperaba yo! Si algo sucedía, algo malo tendría que ser.¡ Él, sangre pútrida, él estaba allí, en mi puesto, nombrado el mismo día de mi despido!
* * *
Estuve aguardándolo pacientemente, pero cuando lo vi toda la furia me poseyó. Se me hincharon los belfos, me fui al suelo y mis cuatro patas me dispararon hacia él, que ya, advertido rápidamente, en sus cuatro patas también, con un leve aullido de miedo, mostraba, por instinto de defensa, los dientes. Me abalancé sobre su cabeza mordiéndolo con implacable rabia, echando espuma por la boca, tratando de hincarle los dientes en el cuello, que él defendía desesperado con las patas delanteras.
Un barrendero, a instancias de una mujer que gritaba espantada, nos separó a escobazos.
* * *
Nada de esto, sin embargo, concede la razón a Magissi.

Mariposas de Koch
Dicen que escupo sangre, y que pronto moriré. ¡No! ¡No! Son mariposas, mariposas rojas. Veréis.

Yo veía a mi burro mascar margaritas y se me antojaba que esa placidez de vida, esa serenidad de espíritu que le rebasaba los ojos era obra de las cándidas flores. Un día quise comer, como él, una margarita. Tendí la mano y en ese momento se posó en la flor una mariposa tan blanca como ella. Me dije: ¿por qué no también?, y la llevé a los labios. Es preferible, puedo decirlo, verlas en el aire. Tienen un sabor que es tanto de aceite como de hierbas rumiadas. Tal, por lo menos, era el gusto de esa mariposa.

La segunda me dejó sólo un cosquilleo insípido en la garganta, pues se introdujo ella misma, en un vuelo, presumí yo, suicida, en pos de los restos de la amada, la deglutida por mí. La tercera, como la segunda (el segundo, debiera decir, creo yo), aprovechó mi boca abierta, no ya por el sueño de la siesta sobre el pasto, sino por mi modo un tanto estúpido de contemplar el trabajo de las hormigas, las cuales, por fortuna, no vuelan, y las que lo hacen no vuelan alto.

La tercera, estoy persuadido, ha de llevar también propósitos suicidas, como es propio del carácter romántico suponible en una mariposa. Puede calcularse su amor por el segundo y asimismo puede imaginarse sus poderes de seducción, capaces, como lo fueron, de poner olvido respecto de la primera, la única, debo aclarar, sumergida –muerta, además– por mi culpa directa. Puede aceptarse, igualmente, que la intimidad forzosa en mi interior ha de haber facilitado los propósitos de la segunda de mis habitantes.

No puedo comprender, en cambio, por qué la pareja, tan nueva y tan dispuesta a las locas acciones, como bien lo había probado, decidió permanecer adentro, sin que yo le estorbase la salida, con mi boca abierta, a veces involuntariamente, otras en forma deliberada. Pero, en desmedro del estómago pobre y desabrido que me dio la naturaleza, he de declarar que no quisieron vivir en él mucho tiempo. Se trasladaron al corazón, más reducido, quizás, pero con las comodidades de un hogar moderno, por lo que está dividido en cuatro departamentos o habitaciones, si así se prefiere nombrarlos. Esto, desde luego, allanó inconvenientes cuando el matrimonio comenzó a rodearse de párvulos. Allí han vivido, sin que en su condición de inquilinos gratuitos puedan quejarse del dueño de casa, pues de hacerlo pecarían malamente de ingratitud.

Allí estuvieron ellas hasta que las hijas crecieron y, como vosotros comprenderéis, desearon, con su inexperiencia, que hasta a las mariposas pone alas, volar más allá. Más allá era fuera de mi corazón y de mi cuerpo.

Así es como han empezado a aparecer estas mariposas teñidas en lo hondo de mi corazón, que vosotros equivocadamente, llamáis escupitajos de sangre. Como véis, no lo son, siendo, puramente, mariposas rojas de mi roja sangre. Sí, en vez de volar, como debieran hacerlo por ser mariposas, caen pesadamente al suelo, como los cuajarones que decís que son, es sólo porque nacieron y se desarrollaron en la obscuridad y, por consiguiente, son ciegas, las pobrecitas.

Bizcochos para polillas
Puede apolillarse una persona, se dice, cuando se retira, cuando hace de la soledad su compañera. Puede, sí; puede apolillarse. Es mi caso, como todos lo saben.
Todos lo saben, porque me ven; todos, asimismo, desconocen las causas. La opinión generalizada, no por generalizada, creo yo, acertada, es que siempre me resistí a los deportes o por lo menos al aire libre, al campo o simplemente a cualquier esfuerzo físico.
Quizás induzca tales pensamientos mi cuerpo, ahora tan visible. Es posiblemente , mi castigo. En esto tiene que consistir. Porque esto de apolillarse, esta palabra rancia que me ha ocurrido, tomó posesión de mí como menos podía esperarlo, sin haberlo esperado nunca, claro está.
La polilla, este ejército ciego y famélico, me come, me come, paciente pero activamente, cuanta ropa me pongo para cubrirme, sin dar alivio no sólo a mi pudor, sino a mis carnes metalizadas por el frío. Todo es imposible contra ellas. Cualquier trapo que me caiga encima suscitará, no digo su apetito, que debe ser implacable, sino su decisión de cumplir una especie de abominable mandato que me persigue. Devoran; me dejan con los brazos cruzados sobre el pecho;y desaparecen. Desaparecen; pero yo sé, avisado por la experiencia, que siempre volverán.
Nada puedo contra ellas y tampoco, ¡Cristo!, puedo contra mí. No es sólo porque al tomar el revólver las polillas se comerían las balas, sino porque yo quiero vivir. Yo quiero vivir. No sé para qué; pero quiero. Lo único que pido es que se me libre de las polillas, que se me permita andar por la calle oculto, como todo el mundo, dentro de un traje.
La gente no se acostumbra y casi no me tolera. Al principio, yo cultivaba la esperanza de que se habituaran a verme, como les ha sucedido con el hombre sin piernas y tantos otros desdichados que tienden la mano, si es que la tienen. Pero no. Lo único que legalmente no se me impide es andar libremente por la calle, ir a la confitería y al cine, o adonde necesite o puramente quiera presentarme. Con esa disposición al simbolismo que, con el pretexto de sobrepasarla, elude la realidad, se ha entendido que yo, por algún designio que nadie explica, soy el símbolo de la pobreza. Es un error. No se animan a ver la realidad escueta y simple: estoy sin ropas porque las polillas me las comen.
* * *
Hacia el término de este mal año, la reflexión ha sucedido al desasosiego. La lucidez ha venido, tal vez adulterada por la resignación, y he dado con la pregunta clave que pocos quieren contestarse sensatamente: ¿Para qué vivir?
Ayer hice lo elemental: hablarles. Les pedí compasión, sin entrar a preguntarles si pueden tenerla o les está prohibido ejercerla. Nada me respondieron, quizás por no comprometerse; se habían acercado a mí y me circundaban, como antes, cuando yo intentaba cubrirme. Esto, para mi espíritu necesitado de esperanzas, fue suficiente. Emprendí la parte consecuente de mi plan. Puesto que las polillas comen las superficies manchadas y excavan devorando, les dije que en mi vida había una mancha, localizada en el pecho. De tal manera, calculé, si lograba conmover su sentimiento, podrían darme la necesaria muerte sin asumir mayores responsabilidades ante su mandante.
Ahora están comiendo mi corazón, ahí han llegado las penetrantes, y yo siento, cada vez más, un grande alivio, como si fuera entrando en el sueño, pasito a pasito...
El resto de corazón que me queda palpita de gratitud por ese acto de amor y cuando- todavía- pienso en el amor, se me ocurre, ignorando el porqué, que toda mi culpa debe de haber sido ocultarle mi cuerpo. Aparte de esto, que se me diga, por piedad, se me diga, ¿ qué puede haber cometido de aborrecible un muchacho de veinte años?

*Cuentos extractados de Mundo animal (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2007).
**
Antonio Di Benedetto (Mendoza 1922-Buenos Aires, 1986). Periodista, cuentista y novelista. Publicó, entre otros libros: Mundo animal (1953), El pentágono (1955; reedit. 1974 con el título Anabella), Zama (1956), Grot (1957; reedit. 1969 con el título Cuentos claros), Declinación y ángel (1958), El cariño de los tontos (1961), El silenciero (1964), Los suicidas (1969), Absurdos (1978) y Sombras nada más (1984).

Ganadores del Premio Provincial de Poesía José Pedroni

En una nueva edición concurso de poesía de mayor trascendencia de la provincia de Santa Fe, el Ministerio de Innovación y Cultura convocó a un prestigioso jurado integrado por los poetas María del Carmen Colombo, Daniel Freidemberg y Javier Cófreces quienes, luego del análisis y debate del material presentado, produjeron el dictamen que se reproduce a continuación.
En la categoría "Obra Editada", sobre 48 libros participantes, obtuvo el primer premio
--consistente en la suma de $ 7.000-- el poeta rosarino Alejandro Pidello por la obra Estación de animales buenos (Papeles de Boulevard, 2007). En "Obras inéditas", con 55 presentaciones, fue seleccionada La nada que nos viste, del seudónimo Sigismondo. Abierto el sobre correspondiente, resultó perteneciente al poeta santafesino Roberto Malatesta, quien así se adjudica la publicación del libro por el Centro de Publicaciones de la UNL, según convenio de coedición con el Ministerio de Innovación y Cultura.

lunes, abril 05, 2010

Bomb bomb Plan. Lecturas de poesía al aire libre

El jueves 8 de abril a las 20, en Bonpland 1660 - Espacio Cultural Bompland - Asamblea de Palermo, leerán los poetas:
Mercedes Halfon
Narcelo Cutró
María Medrano

Además: Feria de productos de Yo no fui (talleres artísticos y productivos de las cárceles de mujeres de Ezeiza y de las mujeres que salen en libertad/ www.yonofui.org.ar)
Bar y comidas Rikisito
Feria de libros

Mercedes Roffé: Las linternas flotantes

XX

Caída no hubo.
Lo alto está aquí. Es aquí.
Adentro.
Caída no hubo.
Distracciones hay. Vientos. Fugas.
Maquinarias. Grandes, grandes.
Juego de sombra, preocupación y olvido. De sí.
Siempre los hubo...

Cada época. Cada
civilización
retratada en su propio engranaje
de humillaciones y olvido. De sí.
Robar el fuego no es robar ni es fuego.
Recordar es remontarse, preservar para sí el acceso
al resplandor custodiado por
-no sus guardianes, sino sus enemigos.
Vertedero de sombra y sangre.
Cuanto mayor pobreza, más olvido.
Cuanta más prepotencia, menos luz.

En sí y fuera de sí
-todo es uno-
solo morada de pura geometría
y luz rigiendo
mansa, inexorable, generosa-
mente bañando
todo de sí.

Luz estético-ética.
Olvidada de sí -entregada.
Fórmula-Madre.

Y aún hay Algo. Algo fuera
que no se piensa.

Otro tono. Otra
modulación de la luz.

Allá en origen.


*Mercedes Roffé (Buenos Aires, 1954). Ha publicado, entre otros libros: Poemas (1977), El tapiz (bajo el heterónimo Ferdinand Oziel,1983), Cámara baja (1987; reedit. 1996), La noche y las palabras (1996, reedit. 1998), Definiciones mayas (Pen Press, 1999), Antología poética (Pequeña Venecia, 2000), Canto errante (2002), Memorial de agravios ( 2002), La ópera fantasma (2005), antología Milenios caen de su vuelo (2005), Las linternas flotantes (2009).
*El poema que se transcribe pertenece al último de sus libros.

sábado, abril 03, 2010

Nos informa el poeta Jorge Rivelli, director de la revista Omero, que, hace unas semanas, ha fallecido el poeta Matías Vernengo, cuyos textos publicamos recientemente en este blog. Lo recordamos así:


MATIAS VERNENGO
( BUENOS AIRES 1963 - SAN LUIS, 2010 )

Con los ojos en el retrovisor

Para los lectores del abismo, empujar a la inversa es necesario casi tanto como echar tierra en el hueco del silencio; en las bocas de los subtes en que hay súplica y silencio. El que no duerme escribe que la vida de nadie es un ir siempre hacia el lugar del que se escapa y que no alcanza, en la claridad del dolor, de tenerse a recordar la tarde mientras sucede. Para los lectores del abismo el que no duerme escribe que es imposible el acceso a la cerradura (ese punto negro de una mueca donde todas las miradas caen) porque la copia mal hecha de la llave original impide el suicidio. Multipremiado, cumplido los cuarenta, desde la ciudad de Buenos Aires Matías Vernengo se impone inquietarnos con la precisa violencia de sus micro relatos. Hugo Abalde ( Nº11 OMERO poesía - año 2003- )

La ventana

Calle solitaria
Una luz amarilla la sostiene
con el brazo de hierro.
Árboles y ramas entre los cables
sin viento. Y la vida de nadie
a quién le importa?

Lo real es una lámina adherida
minuciosamente
al vidrio.

*

Todo era Dios o el tajo
de su ausencia en la mirada.

El peso del aire curva
las espaldas y el eco
de la piedra no arrojada
permanece.
Caímos en los treinta como un relámpago.

*

algo en mí
- con el imperio de una lluvia serena-
desplegará sus alas.

Eso busco:
detenerme a recordar la tarde
mientras sucede.

de El gesto del que danza, Córdoba, 1994.
La llave del suicida

Ya estaba el arma
(un recuerdo de su abuelo)
en un cajón del placard

y también el agujero en la cabeza
esperando la bala.
Cada cosa en su sitio,

y en el bolsillo indicado
la copia mal hecha
de la llave original.

Oficio

Ella desgarra con sus dientes
la noche envuelta en celofán

y adora el oficio de un pez amargo
entre sus pliegues de agua dulce.

Ella sabe entre sus piernas

y se mece en un cuerpo
mientras muerde la cruz del rosario
que cuelga de su cuello
amarrando la fe.

La cerradura

Como un antiguo crimen:
el acento olvidado
en su trabajo de corrector,
la bala
en la cabeza de su padre
(algunas caries demás)

y la sensación de andar por el mundo
como si en cada cerradura
hubiese un ojo.

En fin,
lo inútil
que se convalida

en el texto de quién?

De: El ojo y la cerradura, Bs. As., Ed. Del Dock, 1999.

jueves, abril 01, 2010

Martín Raninqueo*: Prólogo al libro Soldados, de Gustavo Caso Rosendi

La Cumbrecita, enero de 2006.
“La poesía le habla a las heridas,no a los torturadores.”John Berger

Corría la década del ‘80. Luego de la dictadura, los jóvenes de la ciudad se dividían, a grandes rasgos, entre quienes asumieron una posición de compromiso político frente a la realidad, y quienes, escépticos, tomaron distancia de la militancia partidaria para intentar recuperar la alegría perdida. Los primeros escuchaban a Silvio Rodríguez, Chico Buarque, la música popular latinoamericana, y se acercaban a los textos de Vallejo, Neruda y González Tuñón, entre otros. El segundo grupo, que renegaba del viejo rock nacional por su actitud complaciente frente a la guerra de Malvinas, comenzaba a escuchar los ecos del post-punk, mientras la New Wave comenzaba a pasearse bajo los tilos con sus “raros peinados nuevos”. Estos jóvenes podían ser lectores de los escritores de la generación beat hasta llegar a Bukowski y las revistas de historietas. Noches de narices frías, cuando la cocaína era “cristalitos de color rosa”.
Eran pocos los que, por entonces, tenían algún conocimiento sobre la poesía platense. Los nombres que comenzaban a escucharse eran los que luego se conocerían como los “Poetas Capitales”: Mux, Ballina, Castillo Preler y Oteriño, sumados a los de López Merino, Speroni, Lahitte y algunos otros. La música popular platense se agrupó en lo que fue la cooperativa M.U.S.A., por donde pasaron músicos como Néstor Gómez, Diego Rolón y Pablo Raninqueo, entre otros, mientras que al calor de los grupos como Virus comenzaban a nacer grupos como Sacarina, Las Canoplas, etc.En el año 1986, alguien me habló de un poeta ex combatiente de Malvinas que escribía compulsivamente en el Bar El Parlamento, teniendo por compañeros su infaltable atado de cigarrillos y una botella de vino tinto. Recuerdo la primera vez que creí verlo tras una ventana empañada del bar. También guardo en mi memoria otra oportunidad en la que estuve en una mesa cercana a la suya. Quizás su halo de poeta maldito y mi timidez me impidieron acercarme a él. No sé cómo conseguí su teléfono, pero sí recuerdo claramente el día en que fui a su casa por primera vez a leer sus poemas prolijamente encarpetados y mecanografiados, así como nuestras conversaciones sobre los poetas franceses del Surrealismo, que ambos habíamos conocido a través de la ya mítica Antología de la Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini. Éste fue el principio de una relación entrañable que se ha prolongado hasta el presente.
Malvinas no fue un tema que Gustavo abordara en sus comienzos como poeta. En “Bufón fúnebre”, su primer libro, sólo hace referencia a la guerra en el poema “Abril nos traería”, el cual ha sido muy difundido: “... sólo queríamos reír cantar bailar…”. Probablemente, el poeta ya intuía que no se escribe con el dolor, sino con el recuerdo del mismo. Ese dejar decantar el tema, esa distancia en el tiempo hasta llegar a Soldados, le permitió transformar un hecho doloroso en un hecho estético, para decirnos que, tal vez, se escriba porque se ha perdido una experiencia inefable, y al escribirla se realiza una experiencia del lenguaje.
El argumento de este libro es uno de los que más ha sido cantado por la poesía de todos los tiempos: la guerra. Pero Gustavo Caso Rosendi además comprende, a decir de Daniel Samoilovich en un artículo titulado “Poesía y Memoria”, que “El tema no es más que un color de la paleta, un instrumento de la orquesta.” En el mismo artículo, el autor sostiene que “Nunca, por el contrario, la sinceridad o la potencia garantizan el logro de una obra. La Memoria es la madre de las musas, pero como buena madre debe dejarlas partir después de parirlas y educarlas… A veces se tira de un hilito – una hilacha podría ser – y enormes pedazos de la propia historia empiezan a surgir diez, quince, veinte años después.”
Y a más de veinte años de la guerra de Malvinas, Gustavo comienza a tirar de la hilacha, si bien ya había participado en el libro “El viento también recuerda”, antología de escritores ex combatientes de Malvinas. Y de esta hilacha comienzan a descender poemas como estrellas desde el cielo oscuro de su memoria.
SOLDADOS
El libro comienza con un poema que tiene un acápite de Apollinaire, el poeta conocido por sus caligramas y sus poemas de guerra. Gustavo Caso Rosendi construye un poema devastador, que bien podría ser una de las escenas del film “Los Sueños de Akira Kurosawa” del mismo artista: aquélla en la cual los soldados ya sin vida reclaman volver a sus hogares, y su General, quien es el único que ha sobrevivido a la masacre, se ve obligado a devolverlos a la muerte, de la que vienen y de la que creen poder huir: “Se asoman cada noche / uniformados de musgo / desde la tierra parturienta / Miran las luces del muelle / y todavía sueñan / con regresar algún día / Oler de nuevo el barrio…”.En el segundo poema también recurre al recuerdo de otro poeta que pasó por la experiencia de la guerra: el italiano Giuseppe Ungaretti. Al conocido poema del italiano “Soldados”: “Se está como / en otoño / las hojas / en los árboles”, Gustavo contrapone dos versos contundentes, obtusos y delicados: “Hojas perennes en la rama / Florcitas de ceibo incendiadas con la tarde”.
Algunos lectores le harán un gesto de complicidad al autor luego de leer el poema “Momento”, en el cual recuerda una tarde en las islas bebiendo “unas scotch ale” junto al soldado Villanueva y escuchando “Let it be”, mientras en el continente, tras el fervor chauvinista del dos de abril, las radios comenzaban a difundir rabiosamente el rock nacional.Los poetas argentinos de las dos últimas décadas, sostiene el escritor e investigador Jorge Monteleone, lidiaron con una situación extrema: reconstruir el idioma social contaminado por el discurso punitivo de la dictadura militar. “No hay crisis, no hay creencia que la poesía no pueda nombrar.”¿Pero acaso nosotros no veníamos del país de las picanas sobre panzas embarazadas?¿Quién le tenía que tener miedo a quién?
En sus diferentes alcances, la palabra remate significa coronar, consumar, darle un final acabado a alguna realización. El remate en un poema debe ser iluminador. En este sentido, he aquí uno de los poemas más representativos del libro: el del soldado Aguilera que trae el sol “bajo la rama verde de su brazo”. El sol, que en un final típicamente “casorosendiano”, se revela como una lata de dulce de batata.Entre las esquirlas del libro, se suceden escenas conmovedoras. Cara y cruz de una moneda, la comedia y la tragedia, que son la vida misma: “Era terriblemente bello / mirar en pleno bombardeo / la suavidad con que caían / los copos de la nieve.” El poeta también es capaz de recurrir al humor en el campo de batalla. Su casco, que baila un “fox trot” sobre su cabeza, en alguna ocasión sirvió como olla (“Una receta para el Gato Dumas”).Algunos truenos y una tímida lluvia en las sierras cordobesas me acompañan en la lectura de estos poemas y la escritura de su prólogo. Un humeante té de hierbas del monte acompasa la escena. De repente, sin embargo, un relámpago ilumina los versos y la calma se eriza porque “Aguardaba Caronte/ en su bote inmundo / Mientras la Libertad rostro tiznado / gorro frigio ensangrentado / besaba a un soldado moribundo.” Otro relámpago y su trueno le ponen oscura melodía al poema dedicado al soldado Martínez, que hace referencia a la canción Cantata de Luis Spinetta: “Pasa la esquirla / y al soldado Martínez / le salen puentes / amarillos de la mediaoreja”. Ahora, los truenos braman como morterazos en la imagen stokeriana de “...esas dos islas rojas / como mordida de vampiro”. Poemas viscerales, un tanto alejados de aquellos de sus comienzos, cuando al autor lo desvelaba el estudio de la mitología griega al punto de construir un árbol genealógico que relacionaba el amplio mundo de los seres mitológicos. Poemas pertenecientes a una de las voces más significativas de la poesía de los últimos veinte años en la ciudad de La Plata.Por último, muchos ex combatientes repiten la idea de regresar alguna vez a las islas argumentando que “algo profundo va a terminar de cerrar”.
Gustavo finaliza su libro diciendo: los que todavía soñamos/ con regresar algún día... Si ese día llegara, sería mi deseo poder volver con el autor de este libro para interrogar al viento (si es que aún recuerda). Para recordar a nuestros compañeros con el silencio que nos debemos cada 14 de junio, fecha de la derrota y la recuperación de nuestra incómoda realidad, a decir de Carlos Gamerro. Para comprobar ante los fantasmas de la turba que jamás podremos huir del drama de la vida o del “agrio sabor de la existencia” que alguna vez bebimos en una cantimplora. Para confirmar, quizás, que nada queda de nosotros en las islas, sino lo que las islas guardaron para sí.
(*) Martín Raninqueo es músico y poeta platense. Publicó “El viento también recuerda” (1996), “Poemas al Flautista” (2003) y editó el c.d. “Poemas” junto a Gustavo Caso Rosendi. Como músico, grabó “Después del incendio” (1998), “Ffffff….” (2001), Adentros (2005) y Gorrión criollo (2006).