viernes, noviembre 27, 2009

Joaquín Giannuzzi*: La gallina

Mi ventana se abría hacia el jardín
como a una fresca prehistoria. Estaba allí
gallarda señora, de moteada pluma nerviosa
abultando el pecho hacia el sol, como un posible
lenguaje orgulloso: una gracia personal en un carácter,
paseando la certeza de la especie, picoteando
semillas, cáscaras, gusanos, regida
por la orientación instantánea de sus ojos.
Y de pronto una ráfaga fría paralizó
en un rápido pánico su ardiente cabeza:
y la noción del cambio
fue un oscuro dolor en su aterrado cerebro.
Entonces le transferí
los deseos de un universo estable
lo bastante iluminado para seguir comiendo:
un ritmo puntual que desmintiera
mi humillada respiración detrás del vidrio,
el triste conocimiento de la pérdida.

*Poeta argentino (Buenos Aires, 1924-Salta, 2004).

Selene García*: Más gallinas

Alrededor de mi espejo
la colección de estampas. Besaría
en la boca a diosito, a la Guadalupe
si entraras en la casa. De mí
sabré entonces que no alcanzo
a ver los ojos a las gallinas, mis brazos
viejos ya para servirte.
No hace falta que hagas nada, dirías
si voy a quedarme.
Pero el silencio
avanza aunque asome en las ventanas
la promesa de la lluvia, de mirar
algo más que la sequía. Así permanezco
y soy como el barro, que árido y desnudo
de sombra palidece.

*Selene García, nació en 1975 en Capital Federal, Argentina. Publicó poemas en la antología 13 poesía y narrativa de chicas argentinas 2004, colección Práctica de Conjuntos, 2004, Protocultura Editores, Mendoza. También publicó poemas en la antología Felicidades, 18 poetas antología en el año 2005. Estudió edición en la UBA. Actualmente reside en Italia.

jueves, noviembre 26, 2009

Girondo: "Cuando ponen un huevo/yo también cacareo

Comunión plenaria

Los nervios se me adhieren
al barro, a las paredes,
abrazan los ramajes,
penetran en la tierra,
se esparcen por el aire,
hasta alcanzar el cielo.

El mármol, los caballos
tienen mis propias venas.
Cualquier dolor lastima
mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!...

Si diviso una nube
debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta
yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?

Nunca sigo un cadáver
sin quedarme a su lado.
Cuando ponen un huevo,
yo también cacareo.
Basta que alguien me piense
para ser un recuerdo.

*Del libro, Persuasión de los días. (Véase obras de Oliverio Girondo, Ed. Losada, 1968).

Helene Cixous: Gallinas III

“¿Era yo una mujer? Al revivir esta pregunta interpelo a toda la Historia de las mujeres. Una Historia hecha de millones de historias singulares, pero atravesada por las mismas preguntas, los mismos terrores, las mismas incertidumbres. Las mismas esperanzas por las que hasta hace poco sólo se abrían paso con sentimiento, resignación o desesperanza. ¿Tomarme por una mujer? ¿De qué manera? Habría detestado “tomarme por” una mujer, si me hubieran tomado por una mujer.
Te agarran por los pechos, te despluman el trasero, te tiran en una cacerola, te saltean al esperma, te engrasan con aceite conyugal, te encierran en tu jaula. Y ahora, pon tus huevos.
¡Qué difícil nos vuelven hacernos mujer cuando lo que esto significa es hacernos gallina!

*Escritora francesa (Argelia, 1937).
*Fragmento del libro La llegada a la escritura.

Clarice Lispector: Gallinas II

Era una gallina de domingo. Todavía vivía porque no pasaba de las nueve de la mañana. Parecía calma. Desde el sábado se había encogido en un rincón de la cocina. No miraba a nadie, nadie la miraba a ella. Aun cuando la eligieron, palpando su intimidad con indiferencia, no supieron decir si era gorda o flaca. Nunca se adivinaría en ella un anhelo.
Por eso fue una sorpresa cuando la vieron abrir las alas de vuelo corto, hinchar el pecho y, en dos o tres intentos, alcanzar el muro de la terraza. Todavía vaciló un instante -el tiempo para que la cocinera diera un grito- y en breve estaba en la terraza del vecino, de donde, en otro vuelo desordenado, alcanzó un tejado. Allí quedó como un adorno mal colocado, dudando ora en uno, ora en otro pie. La familia fue llamada con urgencia y consternada vio el almuerzo junto a una chimenea. El dueño de la casa, recordando la doble necesidad de hacer esporádicamente algún deporte y almorzar, vistió radiante un traje de baño y decidió seguir el itinerario de la gallina: con saltos cautelosos alcanzó el tejado donde ésta, vacilante y trémula, escogía con premura otro rumbo. La persecución se tornó más intensa. De tejado en tejado recorrió más de una manzana de la calle. Poca afecta a una lucha más salvaje por la vida, la gallina debía decidir por sí misma los caminos a tomar, sin ningún auxilio de su raza. El muchacho, sin embargo, era un cazador adormecido. Y por ínfima que fuese la presa había sonado para él el grito de conquista.
Sola en el mundo, sin padre ni madre, ella corría, respiraba agitada, muda, concentrada. A veces, en la fuga, sobrevolaba ansiosa un mundo de tejados y mientras el chico trepaba a otros dificultosamente, ella tenía tiempo de recuperarse por un momento. ¡Y entonces parecía tan libre!
Estúpida, tímida y libre. No victoriosa como sería un gallo en fuga. ¿Qué es lo que había en sus vísceras para hacer de ella un ser? La gallina es un ser. Aunque es cierto que no se podría contar con ella para nada. Ni ella misma contaba consigo, de la manera en que el gallo cree en su cresta. Su única ventaja era que había tantas gallinas, que aunque muriera una surgiría en ese mismo instante otra tan igual como si fuese ella misma.
Finalmente, una de las veces que se detuvo para gozar su fuga, el muchacho la alcanzó. Entre gritos y plumas fue apresada. Y enseguida cargada en triunfo por un ala a través de las tejas, y depositada en el piso de la cocina con cierta violencia. Todavía atontada, se sacudió un poco, entre cacareos roncos e indecisos.
Fue entonces cuando sucedió. De puros nervios la gallina puso un huevo. Sorprendida, exhausta. Quizás fue prematuro. Pero después que naciera a la maternidad parecía una vieja madre acostumbrada a ella. Sentada sobre el huevo, respiraba mientras abría y cerraba los ojos. Su corazón tan pequeño en un plato, ahora elevaba y bajaba las plumas, llenando de tibieza aquello que nunca podría ser un huevo. Solamente la niña estaba cerca y observaba todo, aterrorizada. Apenas consiguió desprenderse del acontecimiento, se despegó del suelo y escapó a los gritos:
-¡Mamá, mamá, no mates a la gallina, puso un huevo!, ¡ella quiere nuestro bien!
Todos corrieron de nuevo a la cocina y enmudecidos rodearon a la joven parturienta. Entibiando a su hijo, ella no estaba ni suave ni arisca, ni alegre ni triste, no era nada, solamente una gallina. Lo que no sugería ningún sentimiento especial. El padre, la madre, la hija, hacía ya bastante tiempo que la miraban sin experimentar ningún sentimiento determinado. Nunca nadie acarició la cabeza de la gallina. El padre, por fin, decidió con cierta brusquedad:
-¡Si mandas matar a esta gallina, nunca más volveré a comer gallina en mi vida!
-¡Y yo tampoco -juró la niña con ardor.
La madre, cansada, se encogió de hombros.
Inconsciente de la vida que le fue entregada, la gallina empezó a vivir con la familia. La niña, de regreso del colegio, arrojaba el portafolios lejos sin interrumpir sus carreras hacia la cocina. El padre todavía recordaba de vez en cuando: ¡"Y pensar que yo la obligué a correr en ese estado!" La gallina se transformó en la dueña de la casa. Todos, menos ella, lo sabían. Continuó su existencia entre la cocina y los muros de la casa, usando de sus dos capacidades: la apatía y el sobresalto.
Pero cuando todos estaban quietos en la casa y parecían haberla olvidado, se llenaba de un pequeño valor, restos de la gran fuga, y circulaba por los ladrillos, levantando el cuerpo por detrás de la cabeza pausadamente, como en un campo, aunque la pequeña cabeza la traicionara: moviéndose ya rápida y vibrátil, con el viejo susto de su especie mecanizado.
Una que otra vez, al final más raramente, la gallina recordaba que se había recortado contra el aire al borde del tejado, pronta a renunciar. En esos momentos llenaba los pulmones con el aire impuro de la cocina y, si se les hubiese dado cantar a las hembras, ella, si bien no cantaría, cuando menos quedaría más contenta. Aunque ni siquiera en esos instantes la expresión de su vacía cabeza se alteraba. En la fuga, en el descanso, cuando dio a luz, o mordisqueando maíz, la suya continuaba siendo una cabeza de gallina, la misma que fuera desdeñada en los comienzos de los siglos.
Hasta que un día la mataron, se la comieron y pasaron los años.
*Narradora brasileña (Ucrania,1920-Brasil, 1977).

Agenda Casa de la Lectura

Casa de la Lectura, Lavalleja 924, entrada libre y gratuita
Jueves 26/11: presenación de libros-objeto de Editorial Tocadesata, performance visual.
Viernes 27/11: cierre del año con una fiesta. (podés tomar algo, charlar y escuchar tangos cantados por Walter Romero) A partir de las 20.
En diciembre habrá una actividad el día 17, a raíz de que llega un poeta residente en Brasil (se informará cerca de esa fecha).

Chéjov: Gallinas...

"(…) Mi padre tenía gallinas de las razas más variadas y extraordinarias y de una constitución tan delicada, que no podían soportar los fríos invernales y causaban al criador muchas preocupaciones e inquietudes. Sus relaciones con las gallinas eran tan complejas e íntimas que era difícil descifrarlas. Cuando el gallo no cortejaba a la gallina que mi padre había designado para tal objeto, en el corral se oían gritos e insultos y el gallo huía de mi padre, clamando por socorro; todo el gallinero se alborotaba, y mi padre, enfurecido, se alejaba a su gabinete. Pero cuando llegaba el momento de “cargar la incubadora” (los huevos se empollaban, naturalmente, en forma artificial), se ponía en movimiento toda la casa. La sirvienta calentaba el agua, mi hermano llevaba esa agua al cuarto con la incubadora, yo cuidaba del termómetro y la lámpara, mientras que mi padre disponía sobre la red de la incubadora los huevos, marcando en ellos las fechas, las razas, etc. Y cuando, al cabo de tres semanas, salían de los huevos los pollitos, mi madre y yo debíamos representar a la gallina clueca, pronunciando tiú-tiú-tiú y golpeando con un dedo contra la mesa ante el pico mismo de cada pollito, al paso que mi padre inventaba en ese tiempo toda clase de dispositivos, los cuales, bajando de arriba sobre las diminutas espaldas de toda la gran familia de pollitos recién nacidos, debían crear para éstos la ilusión de la pancita vellosa de la gallina."*
*Texto extraído del libro Autobiografía (Ediciones Índice, Buenos Aires, 1960).

miércoles, noviembre 25, 2009

Evento recomendado, en tiempo y forma

Ediciones en Danza, presenta el Libro Primeras poetas argentinas. La cita es hoy, 25 de noviembre, a las 19, en el Centro Cultural MOCA, Av. Montes de Oca 169, a las 19. Presentan: Javier Cófreces, Gabriela Franco y Eduardo Mileo. Leerán poemas: Irene Gruss, Andy Nachón y Susana Villalba.

Horacio Tarcus: Cartas de una hermandad

El martes 1 de diciembre, a las 20, en el Imaginario Cultural (Bulnes y Guardia Vieja) se presentará el libro del escritor Horacio Tarcus, Cartas de una hermandad (L. Lugones, H. Quiroga, E. Martínez Estrada, etcétera).
La presentación estará a cargo de la escritora Laura Klein. Leerán fragmentos de las cartas: María Mascheroni, Daniel Martucci, y Paco Redondo.

martes, noviembre 24, 2009

Hélène Cixous

"Soy para ti lo que tú quieres que sea en el momento en que me miras tal como no me habías visto nunca: en cada instante. Cuando escribo, todos los que no sabemos que podemos ser se escriben desde mí, sin exclusión, sin previsión, y todo lo que seremos nos conduce a la incansable, embriagadora, implacable búsqueda de amor. Nunca sufriremos carencia de nosotras mismas. "


Extractado de La risa de la medusa. Ensayo sobre la escritura (traducción de Ana María Moix), Barcelona, Anthropos, 1995, pp. 13-107.

Mora Torres*: Una lectura de San Juan de la Cruz**

VII
Como quien queriendo apartarse del diario íntimo de su amor
se acercara a la luz y trajera una lupa
y pretendiera descifrar lo que está escrito para un solo lector
y disfrazado de borrón para no ser comprendido,
Me acercara yo al libro.
La palabra cualquiera
sopló tres veces en la noche con diferentes vientos,
dividiéndose como una parturienta en dos.
Cual-quiera era el que quisiera, quien quisiera tendría
la noche purgatorio, la noche iluminante y la noche que une.

VIII
Detrás del raso de la lámpara que esculpe en celeste
su sombra en la pared, transportados por especies de pájaros-alma,
mis dedos espiritualizados dan vuelta,
En rara danza, con un ritmo de abanico, las hojas.
Y detrás lo desconocido arde en estrellas de conocimiento,
prados de más allá de la razón traen sus brasas y su ternura;
detrás de las colinas de la razón, en lo alto de la más pura idea
que es como un dibujo de los contornos del pensamiento;
detrás del papel el mundo que se abre en selva es alegría.

IX
He tratado de llevar ese espacio de perfecta frialdad, finura y calma
para habitarlo mientras leo a San Juan de la Cruz;
transporté las paredes, las puertas y vitrales de un palacio de sustancia intocable
para sentarme a la espera de estos dones y frutos;
una mujer de pálida serenidad, que ha comenzado a acunar su vejez con cierto orgullo,
en cuyo abrazo el Niño yace dentro del hueco de unas alas,
suspendido entre el día de Navidad y el viernes del Gólgota.

*Mora Torres nació en Santa Fe (1949). Publicó: Como quien entra a una fiesta (1988). Recibió diversos premios. Tiene inéditos varios de sus libros.
**Los poemas que se transcriben pertenecen a su libro Jugar en noche oscura (2004).

lunes, noviembre 23, 2009

Delmira: Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros

Ceguera
Me abismo en una rara ceguera luminosa,
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé…
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.

¡Dame tu luz y vélame eternamente el mundo!

Nocturno
Engarzado en la noche el lago de tu alma,
diríase una tela de cristal y de calma
tramada por las grandes arañas del desvelo.

Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
espejo de pureza que abrillantas los astros
y reflejas la cima de la Vida en un cielo…
Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
voy manchando los lagos y remontando el vuelo.

Lo inefable
Yo muero extrañamente... No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor.

de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?

Cumbre de los Martirios…! Llevar eternamente,
desgarradora y árida, la trágica simiente
clavada en las entrañas como un diente feroz…!

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable… Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!

Un alma
Bajo los grandes cielos
afelpados de sombras o dorados de soles
arropada en el manto
pálido y torrencial de mi melancolía,
con una astral indiferencia miro
pasar las intemperies…

Ceños
de los reconcentrados horizontes;
aletazos de fuego del relámpago;
deshielos de las nubes;
fantásticos tropeles
desmelenados de los huracanes;
pórticos esmaltados de los iris
abiertos a las fúlgidas bonanzas:
¡Pasad!... Yo miro indiferente y fija.
¡Indiferente y fija como un astro!



*Delmira Agustini (Montevideo, Uruguay, 1887- 1914). En 1907 edita El libro blanco, al que siguen Cantos de la mañana (1910) Los cálices vacíos (1913), y El rosario de Eros (1924).
*Estos poemas están incluidos en el libro Poesías completas, Losada,1962.

Henri Michaux: Tengo siete u ocho sentidos, uno de ellos el sentido de lo que falta

Muerte de un pájaro
Tenía un color magnífico; era un Carpintero,
Le descargué mis perdigones,
Pareció titubear, luego cayó sobre una ancha hoja de palmera.
Lo tomé en mi mano. Era así: oro, negro, rojo.
Lo palpé, le desplegué las alas, lo examiné minuciosa y largamente: Estaba intacto.
Debió morir de una conmoción súbita.

He nacido agujereado
Sopla un viento tremendo.
No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
Pueblecito de Quito, tú no eres para mí.
Yo necesito odio, y envidia; ésta es mi salud.
Es una gran ciudad la que necesito.
Un gran consumo de envidia.

No es sino un pequeño agujero en mi pecho,
pero sopla en él un viento tremendo.
En el agujero hay odio (siempre), espanto también
e impotencia.
Hay impotencia y el viento está cargado de ella;
fuerte como los torbellinos,
rompería una aguja de acero,
y no es más que un viento sin embargo, un vacío.
¡Caiga la maldición sobre toda la tierra, sobre toda
la civilización, sobre todos los seres en la superficie
de todos los planetas, a causa de este vacío!
Un señor crítico ha dicho que yo no alimentaba
odio.
Este vacío, he ahí mi respuesta.
¡Qué mal se está, ay, en mi pellejo!
Siento la necesidad de llorar sobre el pan de lujo de la
dominación y del amor, sobre el pan de gloria
que está afuera.
Siento la necesidad de mirar por el cuadro de la ventana,
que está vacío como yo, que no se alimenta de nada.
Dije llorar: no, es un barreno a frío, que barrena,
barrena incansablemente,
como sobre una viga de haya en la que 200 generaciones
de gusanos se hubiesen legado esta herencia; "barrena, barrena..."
Esto ocurre a la izquierda, no digo que sea el corazón.
Digo agujero, y no digo más, es rabia y contra ella no puedo.
Tengo siete u ocho sentidos. Uno de ellos: el sentido
de lo que falta.
Lo toco y lo palpo como se palpa una madera,
una madera que sería más bien una gran selva de
esas que ya no se ven en Europa desde hace mucho.
Y esto es mi vida, mi vida en medio del vacío.
Si este vacío desaparece, yo me busco, enloquezco y
eso es todavía peor./Yo me he construido sobre una columna ausente.
¿Qué habría dicho el Cristo si hubiese estado hecho
de este modo?
Hay algunas de estas enfermedades que, si se las cura, no le dejan
nada al hombre.
Muere pronto, era demasiado tarde.
¿Puede acaso una mujer contentarse solamente con odio?
Si es así, amadme, amadme mucho y no dejéis de decírmelo,
y que alguna de vosotras me escriba.
¿Pero qué significa este ínfimo ser?
Casi no lo había advertido.
Ni dos nalgas ni un gran corazón pueden llenar mi vacío.
Ni ojos llenos de Inglaterra y de ensueños, como suele decirse.
Ni una voz cantante que dijese completivo y calor.

Los estremecimientos encuentran en mí un frío siempre alerta.
Mi vacío es un gran glotón, gran moledor, gran aniquilador.
Mi vacío es algodón y silencio.
Silencio que todo lo detiene.
Un silencio de estrellas.
Y aunque ese agujero es profundo carece totalmente de forma.
Las palabras no lo encuentran,
chapotean a su alrededor.
Siempre he admirado a esos que por creerse revolucionarios
se consideraban hermanos.
Hablaban los unos de los otros con emoción: chorreaban como sopa.
Eso no es odio, amigos míos, eso es gelatina.
El odio es siempre duro,
hiere a los demás,
pero también desgarra al hombre en su interior,
continuamente.
Es el reverso del odio.
Y no hay nada que hacer. No hay nada que hacer.

(De Ecuador, 1929)

Mi vida
Te vas sin mí, vida mía.
Ruedas,
mientras yo espero dar un paso todavía.
Siempre libras la batalla en otra parte.
De ese modo, me abandonas.
Nunca te he seguido.

Nada claro vislumbro en tus ofrecimientos.
Lo muy poco que ansío, nunca lo traes.
A causa de ese olvido, ¡es tanto a lo que aspiro!
A tantas cosas, casi al infinito…
A causa de ese poco que falta, que tú nunca traes.

(De La noche se agita, 1934)

*Poemas extractados del libro Michaux, poemas (Fabril Editora, 1959). Traducción Lysandro Galtier.

sábado, noviembre 21, 2009

Eventos recomendados

Ediciones en Danza, presenta el Libro Primeras poetas argentinas. La cita es el 26 de noviembre, a las 19, en el Centro Cultural MOCA, Av. Montes de Oca 169, a las 19. Presentan: Javier Cófreces, Gabriela Franco y Eduardo Mileo. Leerán poemas: Irene Gruss, Andy Nachón y Susana Villalba.

jueves, noviembre 19, 2009

García Lorca: Luna y panorama de los insectos

(El poeta pide ayuda a la Virgen)

Pido a la divina Madre de Dios,
reina celeste de todo lo criado,
me dé la pura luz de los animalitos
que tienen una sola letra en su vocabulario,
animales sin alma, simples formas,
lejos de la despreciable sabiduría del gato,
lejos de la profundidad ficticia de los búhos,
lejos de la escultórica sapiencia del caballo,
criaturas que aman sin ojos,
con un solo sentido de infinito ondulado
y que se agrupan en grandes montones
para ser comidos por los pájaros.

Pido la sola dimensión
que tienen los pequeños animales planos,
para marrar cosas cubiertas de tierra
bajo la dura inocencia del zapato;
no hay quien llore porque comprenda
el millón de muertecitas que tiene el mercado,
esa muchedumbre china de las cebollas decapitadas
y ese gran sol amarillo de viejos peces aplastados.
Tú, Madre siempre temible. Ballena de todos los cielos.
Tú, Madre siempre bromista. Vecina del perejil pestado.
Sabes que yo comprendo la carne mínima del mundo.

miércoles, noviembre 18, 2009

Hilda Rais: "Un ensayo es provocar la eternidad..."


Ediciones del Dock presentará el lunes 23 de noviembre a las 19, en la calle Humboldt 1857, el nuevo libro de la poeta Hilda Rais, Ensayo y serenata. Participarán la escritora Angélica Gorodischer y la actriz María Inés Aldaburu, además de la autora, quien leerá sus poemas.

martes, noviembre 17, 2009

Revista Versal de Ámsterdam

Gracias a la poeta argentina Ana Lafferranderie, que generosamente publicó esta noticia en su sitio de Facebook, nos enteramos de que la Revista Versal, de Amsterdam, recibe poesía, prosa y plástica hasta el 15 de enero de 2010, para publicar en su número anual.

"Versal busca tu poesía, prosa y artes plásticas para su octava edición, a publicarse en mayo de 2010. Se trata de una revista literaria de aparición anual, internacionalmente reconocida y publicada en Amsterdam, que reúne lo urgente, involucrado e inesperado de nuestro mundo. (Ver el website para las pautas y para enviar --a partir del 15 de septiembre--: http://versal.wordsinhere.com (Condiciones)).
Para consultas únicamente, dirigirse a: versal@wordsinhere.com. Fecha límite: 15 de enero de 2010.
NOTA: No se reciben colaboraciones por e-mail, sino sólo a través del sitio web y a partir del 15 de septiembre.
Del sitio de Versal
COLABORACIONES PARA VERSAL VIII, Publicación en mayo de 2010.
Las colaboraciones no solicitadas son leídas entre el 15 de septiembre y el 15 de enero. Las colaboraciones que se envíen fuera de este período de lectura y/o no sigan estas sencillas pautas no serán consideradas.
IMPORTANTE: Los trabajos enviados en español que resulten seleccionados serán publicados en traducción al inglés realizada por integrantes del equipo de Versal, sin perjuicio de que eventualmente puedan aparecer también en su idioma original.
Pautas generales
Usamos un sistema de envío de trabajos online para todos los envíos, sin excepción. Durante los períodos de lectura de colaboraciones, se incluirá un link a este sistema.http://www.wordsinhere.com/versal/submgr/index.php
Se puede enviar colaboraciones en más de un género, pero por favor envíen sólo una vez por género por período de envío de trabajos. Buscamos trabajos que sean urgentes, comprometidos e inesperados. Estimulamos el envío de formas innovativas (por ejemplo, microhistorias y poemas en prosa). Pautas para colaboraciones de poesía.
Envíe hasta 5 poemas de no más de 10 páginas en total. Adjunte sólo UN archivo de Word, en el que cada poema comience en una página nueva. Se considerarán poemas extensos y traducciones.
Pautas para colaboraciones de prosa
Envíe no más de 1 trabajo en prosa, con una extensión máxima de 3.000 palabras. Por favor utilice doble espacio, y coloque número a las páginas. Buscamos narrativa atrapante y bien elaborada. Aceptamos cuentos tanto tradicionales como no tradicionales. No aceptamos fragmentos de novelas, a menos que puedan ser leídos como un cuento por sí mismos.
Pautas para colaboraciones de artes visuales
Adjunte un solo archivo digital con baja resolución, a los solos efectos de su consideración. Le contactaremos si necesitamos una imagen de mayor calidad.

domingo, noviembre 15, 2009

Leónidas Lamborghini: El solicitante descolocado*

Por María del Carmen Colombo

“Qué hay en lo que ha escrito este hombre, trabajado porproblemas que hoy pretendemos dejar de lado, que logra, en cambio, conmovernos?” Oscar Massota

Esta pregunta que Oscar Massota** se formula ante los textos de Roberto Artl*** fue el punto de partida frente a estos otros textos del poeta Leónidas Lamborghini, reunidos ahora bajo el título El solicitante descolocado****.
Al respecto, y en lo poco que me fue dado reconstruir acerca de las condiciones de producción de esta poética, pensé: Lamborghini nadie quiere ser… Porque, seamos sinceros, escribir sobre el basural, con mayor o menor fortuna muchos lo hacen, pero arrojar el cascotazo desde ese lugar…, arrastrando el cuerpo, y la escritura claro, para ponerlos a salvo de la palabra “bien dicha”, la “bella poesía”, en fin, la marca de la ley o, lo que es lo mismo, los balazos de los “libertadores/opresores”, ESO (insisto), ESO NADIE QUIERE SER: “En el basural/ éste es el lugar de las maravillas/donde casi ninguno/ se salvó/ de que lo liberaran/cuando llegó/ el camión/ con ellos que no querían/ ser liberados/ por favor/ no nos liberen”.
Sobrevivir AHÍ, entonces, supone un proceso grave que, se me ocurre, puede señalarse así: ESCAPAR a los plomos, no ser atravesados por el “bien decir”, “la bella poética” y… TRAICIONAR aquella palabra, sabotearla hasta el límite. Digo entonces RESISTIR: sobrevivir desde el basural es resistir, sí. Afirmación que otorga sentido a buena parte de la palabra poética de Leónidas Lamborghini y a la palabra política de aquellos que, en 1955, fueron también con el poeta expulsados de un orden. Porque, como seguro imaginan, 1955 señala el intento desesperado, y nunca clausurado, de instaurar en nuestro país, no una dictadura feroz –que eso vino por añadidura--, sino por el contrario de reconstruir un sencillo, cándido, inocente SISTEMA DE REPRESENTACIÓN. Otorgarle, en fin, a la palabra la inusitada, fantasmática capacidad de interpelar sin ruborizarse y decir sin más: “mírenme, mírenme, yo soy lo que nombro…, luego de una oprobiosa década me ha sido devuelto el poder de representar… ALGO”. Acaso haya sido aquel peronismo –también y primero— un escandaloso dispositvo económico, político e ideológico capaz de obturar, poner en suspenso, todo poder de representación.
En este preciso punto –me parece--, la poesía de Lamborghini es atravesada impúdicamente por aquel peronismo: ella también bloquea toda ilusión de representar. Su palabra traiciona lo que nombra, lo silencia, lo descoloca. L. Lamborghini ocupa así el exacto, común basural, de aquellos que resisten negándose a ser representados (“y yo era/ ese/ que no era/ y ese que no era/ era”). Aquellos cuya palabra no es lo que nombra, palabra maldicha de quien ha perdido lo común del lugar y del nombre: el afásico cabeza (“lo que grito es que tienen que conocer/ reconocer al poeta Lamphorini, Leónidas T./ al gran poeta Lamborhini Leónidas B./ al grandísimo poeta Lamborghini Leónidas C/-paranoia)”.
Casi dos décadas después de la publicación de Las patas en la fuente, Eliseo Verón***** ha observado que aquellos peronistas eran "mal hablados" y, desde luego, propensos a los malos entendidos, claro… Pero es necesario “convenir” con los críticos más prestigiosos, los prestigiosos más críticos, los más críticos prestigiosos…: la poesía de Lamborgini se muerde la cola, nada hay “por fuera” que la sostenga como tal poesía, es cierto. Es una “ética de la palabra” se ha dicho, y es esto también tranquilizador… Pero –hay que decirlo--, es la de Lamborghini una ética incierta, discretamente paradojal.. Porque, si como sugiere Althusser******, todo sistema absoluto tiene un exterior y no lo dice, la marca de Lamaborghini sí dice su exterior, con un grito más fuerte que todas las palabras…, callándolo, en hueco, sin representar: “La vida por/la vida por…”. Lo dicho, silencio, silencio atronador.
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* Texto de la presentación del libro El solicitante descolocado --Ediciones Tierra Firme, 1989--, realizada ese mismo año 1989 en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y en la Feria del Libro de Buenos Aires.
**Oscar Masotta (1930-1979), introductor de la obra de Lacan en la Argentina.
***Sexo y traición en Roberto Arlt. Argentina: Centro Editor de América Latina, 1982.
**** El solicitante descolocado. Ediciones de Tierra Firme, Buenos Aires,1989.
*****Sociólogo argentino.
******Filósofo francés (1928-1990).

viernes, noviembre 13, 2009

Seamus Heaney*: La voz poética

“El poeta necesita superar su ego para llegar a tener una voz que sea algo más que su autobiografía. En el campo del lenguaje poético, cuando esto ocurre, sonido y sentido
se elevan desde el lenguaje poético, como una marea que sube y hacen que la expresión individual sea arrastrada por una corriente mucho más profunda y poderosa de lo que el individuo podría prever.
(…) Según Robert Frost existe una cadencia original que denominó el sonido del sentido y que, según él, es condición previa de cualquier poesía: las melodías de los poemas individuales tienen que recrear ese sonido si quieren que las escuchemos como algo dado inevitable. Es como si el poema fuese un paseante solitario que se añade a la procesión del lenguaje, hasta que camina siguiendo el ritmo común de ese paso nada forzado y general. (…)
Eliot también estaba interesado en la idea de que la poesía contuviese niveles de energía más profundos y arcaicos que los proporcionados por el sentido explícito o por el estímulo rítmico inmediato. (…) La imaginación auditiva es el sentido de la sílaba y del ritmo, que penetra a mucho mayor profundidad que los niveles del pensamiento y del sentimiento, dando fuerza a todas las palabras, hundiéndose en lo más primitivo y olvidado (…), fundiendo las mentalidades más antiguas y civilizadas.
Yeats habla de escribir para el oído, como hicieron los antiguos, pero le preocupa menos hablar del tono y de las dificultades del lenguaje poético que evocar la expresión impersonal, personificante como de máscara, en que, según él, consiste la poesía. (…)”.
*Poeta inglés. Fragmento extractado de su libro De la emoción a las palabras.

viernes, noviembre 06, 2009

Paul Valery: El mal del ensayo I

“No sé si continúa aún la moda de elaborar largamente los poemas, de manera de tenerlos entre el ser y el no ser, suspendidos ante el deseo durante años, de cultivar la duda, el escrúpulo y los arrepentimientos, de tal modo que una obra, siempre reexaminada y refundida, adquiera poco a poco la importancia secreta de una empresa de reforma de uno mismo.
Esa forma de producir poco no era rara hace cuarenta años entre los poetas y entre algunos prosistas. El tiempo no contaba para ellos; lo cual tiene mucho de divino. Ni el Ídolo de la belleza ni la superstición de la Eternidad literaria se habían desmoronado todavía (…). Existía una especie de ética de la forma que conducía al trabajo infinito. (…). Para esos hombres deseosos de inquietud y de perfección, una obra no es nunca una cosa acabada (…), sino abandonada; y este abandono (…) es para ellos una especie de accidente comparable a la ruptura de una reflexión cuando la fatiga, la molestia o alguna sensación la anulan. (…)

Había yo contraído ese mal, y (…) lo he vuelto a experimentar a eso de los cincuenta años. (…) Así, pues, he vivido mucho con mis poemas. Durante cerca de diez años han sido para mí una ocupación de duración indeterminada: un ejercicio más que una acción, una investigación más que una entrega.”
*Prefacio de Paul Valery al Cementerio marino. Alianza Editorial, Madrid, 1967 . Traducción Jorge Guillén.

jueves, noviembre 05, 2009

Fedro Poesía

Agendálo: El viernes 12 de noviembre, a las 19, en el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543, van a leer sus poemas: Ximena My, Marisa Negri, Martín Palacio Gamboa y Gabriel Reches. Con la coordinación de Florencia Walfisch y Ana Lafferranderie


lunes, noviembre 02, 2009

La Guacha

Te avisamos que ya salió el nuevo número de La Guacha, revista de poesía, que podés encontrar en todos los quioscos de diarios (no en Internet). Colaboran en esta entrega, entre otros, el poeta y editor de Ediciones en Danza, Javier Cófreces (reportaje), el poeta cordobés Julio Castellanos, la poeta santafesina Concepción Bertone y, como siempre, los escritores Javier Magistris y Claudio LoMenzo.

Lecturas de la juventud

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

…Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

Ángel González, Oviedo, 1925: “Porvenir”, de A todo amor, Antología Personal, 1997.

Mercedes Roffé: Linternas flotantes

Bajo la luna editorial y Fedro San Telmo invitan a la presentación del libro Las linternas flotantes, de la poeta Mercedes Roffé, a cargo de Osvaldo Bossi y Yaki Setton.
La cita es este miércoles 4 de noviembre a las 19.30, en Fedro San Telmo, Carlos Calvo 578.